Creado en: abril 10, 2021 a las 08:02 am.

La literatura y el arte pueden ayudar a construir ese mundo mejor al que aspiramos

Basilia Papastamatíu. (Buenos Aires, Argentina1940). Es poeta, periodista cultural, editora, traductora y crítica literaria. Reside en Cuba desde 1969. Fue fundadora y editora de la revista literaria Airón.

Desde su llegada a La Habana se incorporó a la vida cultural de la isla, desempeñándose como periodista cultural en Prensa Latina, Juventud Rebelde y en la Revista Cuba Internacional. Ha ejercido diversas funciones como: crítica literaria, editora y subdirectora de la Editorial Letras Cubanas. Actualmente es subdirectora de la revista la Letra del Escriba y coordinadora general del Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar, y del Café Literario Aire de Luz para la promoción de la nueva poesía cubana.

El pensamiento común, Qué ensueños los envuelven, Paisaje habitual, Allí donde, Dónde estábamos entonces, Espectáculo privado y Cuando ya el paisaje es otro, son algunos de sus títulos publicados.

Por su sostenida labor en el ejercicio del periodismo cultural, fue galardonada con el Premio de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro 2020, que entrega anualmente el Ministerio de Cultura durante la jornada por el Día de la Prensa Cubana.

Conversar con Basilia es un grato ejercicio al que me entregaba con frecuencia en la UNEAC, en el Centro Dulce M. Loynaz o en una de las tantas actividades culturales en las que coincidimos. Pero la pandemia nos distanció a todos. En uno de mis múltiples intentos por resistirme al aislamiento social, le hice una llamada para pedirle esta entrevista a la que accedió con amabilidad.

Agradezco sus palabras y el tiempo dedicado.

Los que te conocemos sabemos que eres una trabajadora incansable de la cultura. Eres poeta, periodista cultural, editora, traductora y crítica. Publicaste una decena de libros. Además, diriges la revista La Letra del Escriba, coordinas el Café Literario Aire de Luz, espacio donde se promueve la poesía cubana y el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar.  ¿Cómo logras hacerlo todo?

En realidad,mi labor cultural y sobre todo literaria se volvió mucho mayor en mis últimos treinta años. Porque a la generación que pertenezco, la de los años 60, le tocó desempeñar un papel excepcional. A muchos de los jóvenes de entonces, no solo en Buenos Aires donde yo vivía sino en casi todo el planeta, nuestra sociedad nos parecía asfixiante, intolerable. Habíamos tomado conciencia de que era imperioso transformarla, luchar contra un poder opresivo y explotador, la injusta diferencia de clases y todo tipo de oscurantismos y prejuicios morales, sexuales y raciales que, aún hoy, someten o discriminan a tanta gente. Aspirábamos, entonces, a liberar a la humanidad. Este convencimiento ocupó la mayor parte de nuestra energía y nuestro tiempo en esa década y las siguientes, al punto de poner en un segundo plano todo lo demás, amor, familia, vocación, profesión… Quizás pueda verse ahora como un extremismo, pero nosotros lo sentíamos como nuestra principalísima misión en la vida.

En mi caso, con el paso de los años, fui revalorizando cada vez más el papel que también pueden jugar la literatura y el arte para construir ese mundo mejor al que aspiramos. Y por este renovado convencimiento, me fui entregando cada vez más, y ya ahora diría casi a tiempo completo, a mi obra y a mi trabajo cultural.

¿Cuáles son los escritores que en tu opinión más han marcado tu obra?

Comencé a escribir con pretensiones literarias desde mi adolescencia. Y desde entonces tuve la suerte de haber sido orientada en mis lecturas por muy buenos profesores que solían ser autores a la vez. De todo lo leído me interesaron sobre todo los escritores más renovadores, más transformadores del siglo XX, como los surrealistas y la literatura del absurdo. Solo quiero nombrar muy especialmente a uno solo, el que me llegó a impresionar y conmover más profundamente que ningún otro: Samuel Beckett.

¿Cómo fueron tus inicios y tus primeras publicaciones?

Como acabo de decir, desde que estaba en la escuela secundaria y más aún al llegar a la Facultad tuve un entorno muy estimulante que me decidió a hacer literatura.  Y pronto, junto con otros jóvenes fundamos la revista Airón, parte, en su momento, de un contexto artístico-literario que atrajo por sus propuestas muy avanzadas. En 1965 publiqué mi primera obra, El pensamiento común. Como despertó un interés sorprendente, nada esperado porque era apenas el primer libro de una autora muy joven, eso naturalmente reafirmó mi seguridad de haber elegido bien mi oficio.

Sobre tu libro de poesía, “Eso que se extiende se llama desierto”, Rogelio Riverón en su prólogo dice:La palabra es una realidad más dura que otras realidades, según se deriva de las piezas peligrosamente bellas de esta obra, que subraya otra constante del libro de Basilia: una inconformidad con la existencia, lo que en no pocas ocasiones resulta más bien una inconformidad con la manera en que alcanzamos a explicar la existencia”. ¿Puedes decirme algo sobre esta reflexión?

No pudo haberlo expresado mejor. Y tiene que ver con la alusión al desierto en el título. En nuestra existencia hay enigmas infinitos todavía indescifrados, zonas de vacío, de silencio, peligros desconocidos, una razón y un destino incomprensibles y por lo tanto aterradores. Estamos viviendo ahora mismo un fenómeno angustiante, una pandemia que nadie previó y sin explicación todavía pero que ha transtornado a todo el planeta.

Tu libroCUANDO YA EL PAISAJE ES OTRO” abre con esta poesía:

Esta es la dolorosa historia de un soñador

no grabada sobre perdurables piedras para la inmortalidad

sino efímera como una gota de agua en el desierto

es la historia de quien

confinado en jaula dorada

al no cumplir su destino de héroe y no haber sabido entonar el

              himno triunfal de la patria

                      como frágil e inerme ave

                                                             se desplomó

¿Estamos ante una poesía del desencanto, de la inconformidad de la existencia? Háblanos al respecto.

 Mi respuesta a esta pregunta sería casi igual que la anterior. Solo podría agregar aquí el componente ético, el conflicto de conciencia que subyace en este poema como en muchos otros que he escrito.

¿Cuál es tu obra más reciente? ¿Estás escribiendo en estos momentos?

El último libro que terminé y está en proceso de publicación por la Editorial Letras Cubanas es El sueño de lo celeste. Sobre lo que estoy escribiendo ahora no podría decirte nada todavía porque yo no pienso ni proyecto previamente mis textos, es como si nacieran solos, se escribieran a sí mismos, mi mano simplemente se deja guiar por las palabras. Intervengo sólo después, en su elaboración y composición, lo que sí puede llevarme mucho tiempo y trabajo.

En el 2020 recibiste el Premio Cubano de Periodismo Cultural y también la distinción Maestra de Juventudes. ¿Qué han significado para ti?

Una gran satisfacción, por supuesto, y agradezco a quienes pensaron en mí y me los dieron. Siempre me he resistido a participar en concursos, porque se parecen un poco a los juegos de azar y no me gusta depender de la suerte. Por eso otros reconocimientos que recibí tampoco fueron a través de certámenes sino por proposiciones o nominaciones que se hicieron.

Pero aclaro, lo que digo no significa que no creo en la utilidad de los concursos. Al contrario, soy incluso la organizadora de uno. Pienso que ayudan a descubrir y reconocer a autores de talento, siempre, por supuesto, que se logre componer el jurado con profesionales verdaderamente capaces de evaluar y de ser imparciales.

¿Cuáles son las virtudes que más admiras? ¿Los defectos que más detestas?

Como virtud, ser capaz de amar al prójimo como a sí mismo. Imaginemos qué distinta hubiera sido la existencia en la tierra si tan solo la mayoría de la humanidad hubiera cumplido este mandamiento bíblico que insta a la fraternidad, a la generosidad, al altruismo.

Me indigna sobre todo la crueldad, la maldad desatada por el egoísmo, la envidia o la ambición.

¿Qué les aconsejarías a las nuevas generaciones de escritores?

Que para aprender a distinguir la buena literatura de la mala, debemos leer primero mucha de la mejor en nuestra lengua y también, en lo posible, traducciones de las obras más valiosas de todo el mundo.

Que los que se inician en la escritura no se apresuren por publicar su primer libro si no están completamente seguros de que su obra ya posee la calidad suficiente. Tómense todo el tiempo que puedan en revisarla y perfeccionarla, para evitar un arrepentimiento tardío.

Y me siento en el deber de recordarles que el escritor nace, no se hace. Por infinitos conocimientos literarios que alguien adquiera y por más pacientes esfuerzos de escritura que haga, si no posee el don de la creación nunca será un verdadero escritor.  

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *