Creado en: abril 2, 2023 a las 12:50 pm.

La música de concierto en el teatro habanero del neoclásico (I)

Pietro Alessandro Guglielmi

Antes y después del cruce del siglo, en 1800, los maestros de música y directores de orquesta de las compañías teatrales habaneras, apoyados por los principales actores-cantantes, promovieron la música de concierto, especialmente en las semanas de la Cuaresma, cuando estaban prohibidas por los reglamentos comedias, tragedias, sainetes y cualquier otra obra específicamente dramática. Por ello los estudiosos y melómanos encontrarán en esta crónica información acerca de obras y compositores algunos hoy olvidados.

La primera noticia de este carácter data del 31 de octubre de 1790, cuando Miguel Labousier interpreta un “concierto de flauta obligada”. Entre 1791 y 1793 se hizo famoso un personaje enigmático: músico, escritor, y empresario, que se hacía llamar Joseph Fallótico, autor de El alcalde de Mairena, -primera zarzuela compuesta en Cuba- y organizador e instrumentista de conciertos de forte piano y música vocal. El 1° de octubre de 1792 el director y concertino de la orquesta de la compañía Juan de la Peña –a quien dediqué una de estas viñetas- interpreta un “concierto obligado al primer violín”. No se nos informa sobre el compositor.

La música de concierto en el espacio teatral habanero tendrá un leve despegue con el advenimiento del nuevo siglo: el majestuoso Principal se inaugura en 1803; arriban a la Isla nuevos actores-cantantes y algunos instrumentistas que incursionan en la composición, como el clarinetista Juan Vázquez, quien ofrece obras de su autoría el 21 de enero de 1804; en la Cuaresma de ese año se anuncia un concierto sinfónico el 26 de febrero; El 14 de abril de 1805 un programa con música para violín por De la Peña y un sr. Vioti. Hay algunas otras referencias sobre el tema, pero no habrá un apreciable crecimiento de la música de cámara y sinfónica en los teatros hasta la segunda década del siglo XIX, a partir del arribo en 1811 de actores peninsulares con talento y experiencia en lo operático, como la soprano Mariana Galino, la mezzo Isabel Gamborino y el tenor Juan Pau, junto a algunos músicos, quienes unidos a profesionales criollos muy capaces y dirigidos por el catalán Andrés Prieto, alentarán el gusto por las creaciones de los mejores compositores de la época. A fines de esa segunda década y principios de la tercera recibiremos otros actores-cantantes e intérpretes y maestros de música que demostrarán su valía en las tablas habaneras.

En noviembre de 1812 se anuncia: “aria de Pau obligada a un concierto de violín que tocará el Sr. Juan Peña”. Y en mayo de 1813, se da una función patriótica con arias y dúos, donde destaca el rondó El cuanto cuanto, de Sebastiano Nassolini –interpretado por Mariana Galino- y allegros de varias sinfonías, además de “un concierto obligado a flauta por el joven Vicente Llorente, quien se ha prestado graciosamente, así como su padre D. Pascual, a tocar en esta función”. El 27 de junio de 1813 se anuncian dúos por Galino y Pau, y una “gran aria de La escue¬la de los celosos”, de Antonio Salieri, por la Galino; en los intermedios de dichas piezas se tocan allegros de varias sinfonías.

El 2 de diciembre de 1817, el recién llegado Esteban Cristiani –italiano, naturalizado español -ofrece un concierto de piano de su composición, a grande orquesta. Se inicia entonces en los teatros habaneros la etapa más productiva en la música sinfónica. El primer tenor Nicolás Garcias de los Reyes organiza para la Cuaresma de 1818 una serie de programas bajo su dirección, con el objeto de dar a conocer compositores nunca o pocas veces escuchados en La Habana.

El 8 de febrero, se anuncia un concierto para flauta del alemán J. C. Jusdorf, interpretado por el joven Vicente Lorente y una selección de arias, lieds y canciones de Joseph Haydn, Giovanni Paisiello, Ferdinando Paër y Farinelli , al cuidado de Galino, Garcias Reyes, Pau, Juan López Estremera y Rafael Palomera. El 16, unas variaciones para fagot de Wilany, interpretadas por Pascual Lorente y música vocal de Nicolo Piccini, Doménico Cimarosa, Paër y Federici.

El tercer concierto, dedicado al violoncelo, se da el  22 de febrero, con temas de Pietro Guglielmi, Haydn, Federici y Andreas Romberg, interpretados por el profesor José Guivía. El cuarto, 24 de febrero, trae una novedad: “Toribio Segura, uno de los primeros violines del teatro italiano de Paris, recién llegado a esta ciudad, ofrece su arte con música del profesor Laffon”. Segura es un músico con mucho prestigio en el ambiente cultural de La Habana, donde según otras fuentes reside desde 1816; organiza varios conciertos en estos años y en 1822 editará la excelente revista Journal Músico, en sociedad con el habanero Antonio Raffelin. En este concierto se seleccionan para los cantantes pasajes de Étienne-Nicolas Méhul, Johann Simon Mayr, Paisiello y Paër. Dos días después hay nueva presentación de Segura con música de Laffon en la primera parte; luego se cantan piezas de Martini il Tedesco  Marco Antonio Portogallo, Pietro Generalli y Giovanni Guillermini.

El sexto concierto se da el 1° de marzo, comienza con un Allegro de una sinfonía del  bajista de la orquesta del Principal, José Serrano. Luego el joven Lorente ofrece un concierto para  flauta de Johann Christian Schneider. Y los cantantes interpretan temas de Paër, Mozart, Farinelli, Paisiello y Gaetano Andreozzi. Continúa esta programación el 5 de marzo con un concierto para fagot de François Deviénne, por el profesor Pascual Lorente. La música vocal en esta ocasión pertenece a Nassolini, Paër, Guillermini y Mayr. El 10 de marzo se ofrece el  Octavo y último concierto, con música vocal de Vincenzo Puccita, Paër, Stéfano Cristiani, Nassolini, Girolamo Crescentini y Cimarosa, siempre defendida por Galino, Garcias, Pau, Estremera y Palomera.

Carlo Broschi, Farinelli, il castrato

Ya en el año cómico 1818-19, acompañando al estreno de una comedia Lope de Vega, se anuncia un concierto de violín de Jacques Rode, interpretado por “el célebre profesor Mr. Mocenig, recién llegado de los Estados Unidos.”

No faltó una de las raras invenciones de la época:de  el Panaharmoción, que presentó el empresario Juan Pardi en febrero de 1819. Se trataba de una  máquina mecánica, que hacía tocar 250 instrumentos de viento, y otros como la tambora, los timbales, platillos y el triángulo. Gracias a la investigadora Zoila Lapique conocemos que este instrumento fue construido por Juan Nepomuceno Maëlzel; contaba con cuarenta y dos autómatas que incluían flautas, trompetas, clarinetes, címbalos, tímpani, triángulo, violines y violoncellos golpeados por martillos; trabajaba por pesos que actuaban sobre cilindros.

En el Diccionario Oxford de la Música se dedica un asiento a Maëlzel: “Reproducción Mecánica de la Música”. Este inventor y músico vienés es también autor del metrónomo que aùn se utiliza. Beethoven, que era su amigo, escribió para el Panharmonicón La batalla de Vittoria, en 1813; Mozart y Haydn también compusieron partituras para Maëlzel.

Johann N. Maëlzel, inventor del Panharmonicon

Los conciertos del Panharmonicon se ofrecían los lunes, miércoles y viernes en una sala aún disponible del Principal, que casi en su totalidad estaba en reparaciones. Para el primero se anunció: Cavatina Dolce amore, cantada por la Sra. Pardi, música de Nicolini. Cavatina Tu che accendi, de Tancredo, de Rossini. Solo Felice non Sarci, de Paër. Cuarteto Il tenero mio cuore, de Valentino Fioravanti.

El 19 de julio se anunciaba otro con piezas de música vocal como: Cavatina Vengo á voi di lauri adorno, de Nicola Zingarelli –maestro de Bellini y Mercadante-, Duetto Figlio diletto de Farinelli; el solo Gioco ameno e delizioso de Cristiani. Cuarteto Il tenero mio cuore de Fioravanti.” Finalizaron estos conciertos el 4 de agosto con la Súplica de la Agnese, de Paër y el dueto Caro bel ídolo meo, de Giuseppe Nicolini.

El Panharmonicón de Maëlzel volvió a tener éxito en La Habana, desde el 30 de enero hasta la primera quincena de julio de 1838. Este invento es el antecesor de todo tipo de orquestas mecánicas que animan en nuestra contemporaneidad las ferias de aparatos e incluso digitales.

Como nota curiosa, se interpretó música de concierto durante una función circense: el 20 abril de 1817, Jean Breschard, director de una famosa compañía ecuestre, “tendrá el honor de ejecutar, a más de varias y escogidas suertes, la nueva de tocar un concierto de flauta, yendo su caballo a toda carrera, sentado sobre él en una silla”.


[1] Sd. de Carlo Broschi.

[2] Sd. de Jean Paul Égide Martini

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *