Creado en: febrero 2, 2021 a las 08:34 am.

La sabiduría popular en la obra de Samuel Feijóo

« La luz no se ve, y es verdad, como si se acabase la luz, se rompería el mundo en pedazos, como se rompen allá por el cielo las estrellas que se enfrían.

Así hay muchas cosas que son verdad aunque no se las vea. Hay gente loca, por supuesto, y es la que dice que no es verdad sino lo que se ve con los ojos…» José Martí.

Interesantes narraciones contiene el libro Mitología Cubana, del escritor, poeta, artista de la plástica, difusor y promotor cultural Samuel Feijóo[1] (1914- 1992), publicado por Editorial Letras Cubanas en 2003. Resalta en esa obra, entre otros textos, la leyenda La Maldición del Hechicero Africano, mito que forma parte del imaginario popular de habitantes de la ciudad de Nuevitas, al norte de la provincia de Camagüey.

Feijóo, también multifacético investigador y editor de revistas como Signos e Islas, de la Universidad central de las Villa, narra que en «la bahía de Nuevitas se encuentran tres islotes, conocidos geográficamente con el nombre de Los Tres Ballenatos».

Refiere en la leyenda: «A principios del siglo XIX, existía un criadero natural de ostras, el cual era conocido con el nombre de Banco de las Perlas. Se cuenta que llegó a la bahía un barco negrero y que un terrateniente de Puerto Príncipe depositó en el Ballenato mayor a los esclavos».

Precisa Feijóo en su fábula que «después de tenerlos varios días en ese lugar, decidió que los mejores esclavos fueran llevados al Ballenato del medio, para ser entrenados como buzos para el Banco de Perlas».

Cuenta que: «Entre los esclavos que se habían escogido se encontraba el hijo de un rey africano. Al ver tanta crueldad, un hechicero que también venía como esclavo, echó una maldición. Ésta era que el criadero de ostras desapareciera del bajo».

«A tal maldición el negrero, que de cierta forma temía a la maldición de los africanos, amarró a éste con una gruesa cadena a un árbol al pie de la playa, y lo puso a pan y agua. Pero el hechicero se adentró en la mar con sus cadenas y cuando el negrero fue a llevarle el pan y el agua se encontró que había desaparecido, y la cadena se encontraba dentro de la mar.

«Pero su asombro fue más grande cuando el dueño de los esclavos llegó gritando al cayo:

«–¡Las ostras han desaparecido, ya no se encuentran en el bajo!

«Y desde entonces el criadero de ostras se encuentra en el canal que existe entre el Ballenato mayor y el del medio, por lo que aún en nuestros días no es factible su explotación».

Samuel Feijóo, quien ha dejado un interesante legado para las nuevas generaciones de escritores, poetas e investigadores no solo en Cuba sino en Hispanoamérica, es merecedor de importantes reconocimientos en el Verde Caimán, especialmente la Orden Por la Cultura Nacional, en 1981; la Medalla Alejo Carpentier, en 1982; Medalla Félix Elmuza, 1984 Medalla Raúl Gómez García, Medalla del XXX Aniversario del levantamiento del 5 de septiembre, Cienfuegos, 1989 y la Orden Félix Varela del Consejo de Estado de la República de Cuba, en 1990.

Resalta el escritor Alejo Carpentier que «Samuel Feijóo nos ha revelado cuán honda, universal, ecuménica, puede ser en ciertos casos, la sabiduría de nuestro pueblo /…/ pero más allá del documento, de la anécdota, de la evocación de una conseja, surge algo que nos deja admirados y suspensos. Y es la remota ejemplaridad de conceptos, de ideas, de situaciones, revelados en textos que, mostrando el caudal de sus herencias, se remonta a las fuentes más antiguas de la literatura folklórica de todos los tiempos».[2]

Hasta en su poesía había fábula, anécdota y leyenda. Fabula, anécdota y leyenda poéticas que hechizan al lector:

«Caminé mil caminos buscando, / y buscando. / Ya no puedo caminar. / Encontré la belleza. / Pero yo buscaba otra cosa. / No sé lo que buscaba. / No regresé con las manos vacías. / Pero lo que traje / ¿quién lo desea? / Busqué lo que pocos buscan. /Y por ello pocos vienen a tenerlo…»

«Caminé», Samuel Feijóo


[1] San Juan de los Yeras, Las Villas en el año 1914.

[2] Fragmento de contracubierta del libro Mitología Cubana.

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