Creado en: junio 4, 2023 a las 11:22 am.

Los infames rodando se encuentran

No es obra del azar el intento por erosionar el sólido prestigio intelectual de Nancy Morejón que derivó en que los organizadores del Mercado de la Poesía 2023, programado este verano en París, retiraran a la notable creadora cubana la Presidencia de Honor de la cita.

Se conoce paso a paso la trama. Un expatriado, escritor y profesor universitario, emplazó el 24 de mayo a los directivos del encuentro de poetas, editores y promotores literarios, pactado como cada año en la Plaza San Sulpice, para que dieran marcha atrás a la justa investidura. Ni un solo argumento pudo esgrimir contra la obra de Nancy, ampliamente conocida y reconocida en los predios poéticos y los medios intelectuales franceses y del ámbito de la francofonía. El sujeto ignoró olímpicamente que el Estado francés honró a la poeta cubana en 2013 con el grado de Oficial de las Artes y las Letras. Lo suyo era aterrorizar –hay que dar su lugar a este verbo y luego veremos por qué- a los organizadores por haber avalado a una poeta culpable de ser “cómplice y propagandista del régimen castrista”, con lo cual el Mercado de la Poesía arruinaría “su reputación y su imagen”.

En su afán descalificador, buscó aliados en el Pen Club francés. El presidente de la entidad, Antoine Spire, le cayó encima a los promotores del Mercado conminándolos a implicarse en la descalificación. En uno de los párrafos de la carta acusan a Nancy de “estigmatizar a muchos de los que, en nombre de la libertad de expresión, tomaron partido contra el gobierno cubano”. No es difícil saber realmente quién estigmatiza a quién con una andanada desprovista de la más elemental ética.

Al consumarse la perversa petición, el incitador de la campaña de odio terminó por despojarse de cualquier veladura. En su cuenta de Facebook creyó cantar victoria con estas palabras: “Adiós, Nancy Morejón. Que sepa esa señora que su apoyo a la dictadura castrista imperante en Cuba la invalida para volcar su propaganda ‘poética’ en Francia, país democrático”.

Ni él, ni sus acólitos del Pen Club francés, ni los del espurio autodenominado “Pen Club cubano en el exilio”, ni los medios anticubanos subvencionados por Washington y Miami –los infames rodando se encuentran-  calcularon la reacción en la isla y otras partes del mundo de voces muy diversas, coincidentes en solidarizarse con la poeta y repudiar las acciones contra ella. Tan mal les salió la jugada que a última hora, en un intento desesperado por hallar respaldo, están tratando de coleccionar unas cuantas firmas de escaso relieve intelectual y moral.

Una somera radiografía al incitador de la campaña lo retrata de cuerpo entero. Jacobo Machover, residente en Francia desde 1963, ha dedicado sus energías a la rescritura de la historia cubana de los últimos setenta años. Sus más delirantes, pérfidos e inútiles empeños han tenido por objeto denostar la extraordinaria dimensión simbólica universal del legado del comandante Ernesto Che Guevara. En 2007 publicó La cara oculta del Che, libelo en el que presenta al revolucionario internacionalista como un criminal sin escrúpulos y se pregunta cómo es posible que su ejemplo perdure en el tiempo y conquiste a tanta gente. Llega a la ridiculez de subvertir la historia de la foto tomada por Korda en el sepelio de las víctimas del sabotaje al buque La Coubre como si se tratara de una burda manipulación propagandística, invectiva que se estrella contra la verdad contada y mil veces difundida por el propio autor de la imagen.

La Coubre ha sido otra de sus obsesiones. Sin el más mínimo pudor ha afirmado que la tesis del sabotaje fue un invento de Fidel Castro, con lo cual subestima la inteligencia de sus posibles lectores, quienes pueden acceder en dominio público a documentos y testimonios que prueban con elocuencia la naturaleza criminal del suceso.

En esa misma línea se inscribe su libro Los últimos días de Batista: contra-historia de la Revolución castrista (2018). La presentación editorial, que reproduzco en toda su extensión, se explica por sí misma: “En marzo de 2017 se encontraron en Madrid el autor y Roberto (Bobby) Batista, hijo del que fuera un humilde mestizo de origen campesino de la entonces provincia de Oriente, obrero ferroviario, luego sargento taquígrafo del Ejército, cabecilla de la “revolución de los sargentos” en 1933, convertido en general y jefe del Ejército en un turbulento período republicano que culminaría con la convocatoria de una plural Convención Constitucional, cuyo resultado fue uno de los textos más progresistas de América, la Constitución de 1940. Ese mismo año, Batista fue elegido democráticamente Presidente por un período de cuatro años y en 1944 dio paso al ganador de las elecciones, Ramón Grau San Martín. El 10 de marzo de 1952, Batista dio un golpe de Estado para deponer al gobierno de Carlos Prío Socarrás, electo democráticamente en 1948. En enero de 1959, Fidel Castro lo expulsó del poder, iniciando una revolución aún vigente. Al primer encuentro entre Jacobo Machover y Bobby Batista siguieron otros. En todos, ambos singulares exiliados, confrontaron sus experiencias y sus ideas en torno a la compleja valoración histórica de la polémica figura de Fulgencio Batista –el sargento revolucionario, el constitucionalista, el presidente democrático, el dictador… Y cómo su imagen, paradójica sin duda, ha sido convertida en una grotesca caricatura por sus enemigos. Sus diálogos necesariamente se ampliaron para evaluar y juzgar el período político iniciado por Fidel Castro, pronto convertido en un régimen totalitario amparado bajo una identidad comunista”.

¿Será necesario destacar lo que es obvio, el intento por limpiar la imagen de uno de los personajes más nefastos de la historia cubana? ¿Podrá la gente decente permanecer impávida ante la siguiente diatriba de Machover, nacida del odio y la frustración más viscerales?  Lean sus palabras: “Fulgencio Batista murió en 1973. Fidel Castro se fue en noviembre de 2016. Raúl Castro, quien tomó su sucesión en 2006, abandona el poder a una edad venerable: ochenta y seis años. La revolución cubana se va apagando por falta de combatientes. El periodo prerrevolucionario, por su parte, desapareció de la memoria. O fue deformado, simplificado hasta el extremo, sepultado bajo montones de calumnias y de improperios. El régimen instaurado por Batista el 10 de marzo de 1952 no había sido un modelo de democracia, al contrario de lo que él mismo proclamaba, pero tampoco un sistema totalitario destinado a orientar todos los pormenores del modo de vivir y de pensar de sus conciudadanos”. ¿Cómo digerir la frase de que Batista “no fue la encarnación del Mal”? ¿Se puede apostar impunemente por la falsedad y la desmemoria?

Ecce homo. El mismo que en vísperas del 26 de julio de 2021 publicó en su muro de Facebook: “La organización del exilio cubano en Europa denominada Asociación Europea Cuba Libre expresó su solidaridad con la acción con cócteles molotov contra la Embajada de Cuba en París, e indicó que no se trató de un ‘ataque terrorista’ llevado bajo los auspicios del ‘imperialismo americano’, sino de un acto de protesta de ciudadanos libres que reclaman la liberación de todos los presos políticos y el restablecimiento de la democracia y de la libertad en Cuba”. A lo que añadió: “La fecha no es casual: es la de la fiesta nacional cubana, que conmemora el asalto en 1953 por los hermanos Fidel y Raúl Castro del cuartel Moncada, que provocó decenas de víctimas entre los soldados sorprendidos en su sueño y los atacantes engañados”.

¿Acaso no revela esto la desembozada filiación terrorista de Machover? ¿Cómo respetar no ya en el plano intelectual, sino humano, la catadura de un individuo que ni por asomo puede compararse con lo que representa nuestra Nancy Morejón?

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