Creado en: abril 19, 2021 a las 08:01 am.

Manuel Andrés Mazorra, un radialista de verde olivo

Manuel Andrés Mazorra (en el centro) en la transmisión del noticiero En vivo y directo de Radio Progreso

En la personalidad de Manuel Andrés Mazorra no menguan los bríos de insurrecto. Su irremediable pasión por el mundo radial, lo condujo a los micrófonos, pero antes, sus hombros juveniles cargaron un fusil.

Por estos días en su mente detonan los recuerdos de la Batalla de Girón, una epopeya de la que es parte el Premio Nacional de la Radio (2012). Con sano orgullo hace una retrospección de sus pasajes en la manigua para defender la soberanía conquistada en 1959:

“Yo pertenecía al Batallón 120 de las Milicias Nacionales Revolucionarias, constituido en el año 1960. Cumplimos una serie de misiones, tanto en la custodia de las costas, como en la lucha contra bandidos en el Escambray, específicamente en la zona de Banao, en la carretera que enlaza a Trinidad con Sancti Spíritus”.

“Cuando terminé esa misión, fui para La Habana. Estaba de descanso cuando se produjo el bombardeo a los aeropuertos de Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños. La movilización se activó y estuvimos pendiente de las órdenes que se iban a dar.”

“Mi batallón participó en el homenaje a las víctimas de este ataque enemigo, y acompañamos el cortejo fúnebre hasta una cuadra antes del Cementerio de Colón, donde fueron inhumados los restos de los héroes caídos en el criminal suceso”.

“Luego nos concentramos frente a la tribuna donde Fidel se dirigía al pueblo. Allí dijo que el ataque era el preludio de la agresión de los mercenarios. Nos convocó para la Casa de los Batallones a esperar las órdenes”.

“Nos preparamos para un desembarco enemigo. Alistamos el armamento y salimos por la Carretera Central hacia Matanzas. Allí en el Central Australia estaba la Comandancia de Fidel. Los aviones se mantenían bombardeando y quedaban lanchas invasoras que no habían podido desembarcar. Las unidades navales norteamericanas estaban un poco más lejos, para supuestamente proteger el desembarco”.

“Mi batallón fue para un punto entre Playa Larga y Playa Girón. En la noche nos movieron hacia Playa Girón, pero nos detuvieron porque venían, desde Santa Clara, los tanques tripulados por el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque. Por eso no entramos directamente en el combate, estando en las puertas de Girón”.

– En las remembranzas de la Batalla de Girón, ¿qué momento se identifica como participante?

“Cuando terminaron las operaciones en Playa Girón nos dieron la orden de hacer un cerco humano en la ciénaga para la captura de los mercenarios que estaban huyendo y andaban por todos los lugares.”

“Cuando Fidel informa que la contrarrevolución fue aplastada, y que en menos de 72 horas Cuba recuperó el pedazo de tierra que intentaron usurpar, seguimos en el cerco custodiando toda la zona de Punta Perdiz. Los mercenarios tenían la moral por el suelo. Estaban diezmados. Nuestra misión consistió en capturarlos. Así lo hicimos”.

¿Qué recuerda de Fidel en aquellos días de abril de 1961?

“Fue impresionante ver al Comandante en Jefe de la Revolución Cubana dirigiendo directamente las operaciones. Hay algunas fotos, videos en los que se ve a Fidel en un tanque, pero él lo mismo se subió a un tanque, que, a un jeep, que a un camión…”.

“Se movió libremente y con total gallardía para encontrarse con los mercenarios, y sobre todo en la zona de Playa Larga, donde había barcos Houston cayados, con yanquis y con municiones. Impresionaba como el Comandante estaba ahí y participó directamente en los combates”.

“A mí en lo personal me satisfizo mucho el poder apreciarlo de cerca, aunque estas acciones son dolorosas, porque fueron hechos que trajeron luto para toda la nación”.

– ¿Qué misión le encomiendan después de Girón?

“Retorné a la Habana, porque amenazaban con desembarcar por distintos lugares. Yo fui para un punto entre el Mariel y Playa Baracoa, entre los ríos Mosquito y Guajaibón, a la espera de cualquier acontecimiento”.

“Estando allí recibí la orden de incorporarme a la Escuela de Instructores Revolucionarios Osvaldo Sánchez Cabrera que se inauguró el 4 de mayo. A mi egreso creamos distintas “radio bases” en Unidades Militares y realicé incursiones en emisoras de Matanzas y en Radio Marianao, entre otras”.

– ¿Cuándo descargó su fusil para hacer uso del micrófono?

“Me llegó la notificación que debía presentarme en el Instituto Cubano de Radiodifusión, (ICR) y me propusieron integrar sus filas. Ya yo tenía mi Título de Locutor del Ministerio de Comunicaciones, que era el que los expedía, mediante examen estatal.”

“Me incorporé en La Isla de Pinos. Allí dirigí, por ocho años, la emisora La voz de la Isla de Pinos, hoy Radio Caribe. Terminando esta misión me convocaron por el ICR para crear la Delegación Provincial de Radiodifusión de la antigua Habana”.

“Dentro de esa misión me movilizaron, militarmente, y partí hacia Etiopía. Allí tuve la tarea de crear la emisora de radio TATEK, en la región de Harar, para los combatientes cubanos. Esta emisora salió al aire el 28 de octubre de 1978, como homenaje a Camilo. Ahí dirigí programas, fui locutor y periodista”.

El Premio Nacional de la Radio (2012) junto a jóvenes periodistas de La Onda de la Alegría, durante los festejos por los 90 años de la referida emisora

 “A mi regreso, y luego de cumplir con otras responsabilidades, llegué Radio Progreso como jefe de Transmisiones. Fue entonces, cuando me designaron director de la Empresa de Artistas de la Radio y la Televisión, que tenía que ver con los elencos artísticos y otras misiones colaterales”

“Creamos, dentro de la estructura, el Centro Productor de Programas Radio Arte, que funciona todavía. Se trata de una institución que produce programas dramatizados para distribuir por todo el territorio nacional”.

“Estando en Radio Arte, me designan director de Radio Progreso, conocida como La Onda de la Alegría, la Emisora de la Familia Cubana. Eso me impactó porque ya tenía 56 años de edad, casi con edad para jubilarme. Permanecí en el cargo por 12 años”.

– ¿Qué entrañó la responsabilidad de llevar las riendas de la casa azul de la calle Infanta?

“Mucho. Corría el año 1994, en pleno Período Especial. En mis tiempos de director comenzaron las marchas y tribunas por el regreso del niño Elián González secuestrado en Estados Unidos, y una serie de actividades políticas”.

Con su jubilación, en el año 2005, Manuel Andrés Mazorra, no apagó el micrófono. Su voz siguió surcando el éter, al tiempo que se mantuvo al frente de programas como el Noticiero Estelar En vivo y directo, de la Emisora de la Familia Cubana.

Este hombre radio, quien atesora entre sus estímulos personales y profesionales el Reconocimiento como Cuadro Destacado del Estado Cubano del año 2001, y la Distinción por la Cultura Nacional, volvió a sacar sus pies del archipiélago cubano para entregar su alma de radialista en Bolivia.

Manuel Andrés Mazorra (en el centro) durante su misión en Bolivia

– ¿Cuál era la tarea asignada esta vez?

“Por solicitud del presidente Evo Morales, en 2008 partimos hacia el Estado Plurinacional de Bolivia con el fin de entrenar y asesorar a los reporteros populares y a los directores de programas de la emisora Radio Kawsachun Coca, voz de la Revolución Democrática y Cultural, que transmite desde el Trópico de Cochabamba. Fue una experiencia enriquecedora. No solo me dediqué a enseñar. También aprendí mucho”.

“A mi regreso volví a la cabina de Radio Progreso para despertar a la familia cubana, desde la Revista Informativa A primera hora, un programa de mucha audiencia, que pronto cumplirá 32 años. Pero un día los compañeros de Radio Habana Cuba me solicitaron para dirigir la Revista Informativa Cuba on line, que sale al aire por onda corta al mediodía”.

El miembro de la Asociación de Radio Cine y Televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, de La Habana, Manuel Andrés Mazorra, mantiene su actividad radial en pausa, en tiempos de pandemia; pero en casa no mueve el dial de Radio Progreso, esa emisora que se asomaba a sus sueños de adolescente, cuando en su natal Punta Brava, un micrófono, dos bocinas de trompeta y el amplificador con su tocadiscos, era suficiente para transmitir “en vivo” las presentaciones de trovadores y grupos de repentistas, dejando escuchar por los altavoces las controversias y saludos a los transeúntes de la calle central y el parque de la localidad.

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