Creado en: septiembre 30, 2021 a las 07:48 am.

Mujeres de la guerra: colérica contestó «no jamás»

Una gran cantidad de mujeres al iniciarse la guerra de 1868 marcharon con sus hombres a los campamentos insurrectos. Se convirtieron en soporte espiritual de aquella multitud de desarrapados. El mambí se sentía acompañado por la esposa, la amante, la madre, la hermana. No eran hombres solitarios si no que los acompañaba el calor de la familia y el sexo de la amante. Los españoles comprendieron el relevante papel de las familias para los insurrectos y las convirtieron en un objetivo militar. Hay diversos ejemplos de esta obsesión por perseguir a las familias. En Las Villas el destacamento español llamado de la Sierra, el 4 de febrero de 1870, hace una: “Salida de 30 hombres con objeto de sorprender dos familias que según confidencia estaban en los montes procsimos a la Horqueta”. [1]

Mientras el 1 de enero de 1870 la columna de Placetas, también en Las Villas, informa que:

 “[…] salio parte de la Columna al mando del Capitan graduado teniente de Tarragona D Antonio Soriano en combinación con el Comandante de Voluntarios D Emeterio Sanchez con dirección al Seborucal de Gueiva donde se encontraron varias familias y hubo algun tiroteo sin resultado pernoctando en el sitio Adela propiedad de D José Vergara.” [2]

La misma columna informaba el 4 de enero de 1870 que: “Se procedio a reconocer las Cebrucales de Guani y Tetuan siempre con algún fuego pero sin resultado se recogieron 19 individuos de familias pernoctando en el potrero Ceiba.” [3] La referida unidad el 13 de enero de 1870:

 “Se dirigió por los Cebrucales contiguos á Remedios, donde recogió 11 individuos de familia que estaban viviendo en los montes los cuales fueron puesto á disposición del Sor Comandante Militar de Remedios pernoctando la columna en el ingenio Mugica.”[4]

Muchas aceptaron los riesgos de la insurrección y continuaron viviendo en los bosques. En Camagüey un mambí describe el estado en que encontró a una mambisa:

“[…] solamente hallamos en este a una pobre patriota sumamente extenuada, la que tenía en una cama de cujes a un niño como de 3 o 4 años de edad; convertido en un esqueleto con vida. Al preguntarle el general Diaz de Villegas, ¿que tenía el niño? Le contesto: […] se muere de necesidad”, hace pocos días se me murió uno de año y medio (…) Al aconsejarle que se presentara; colérica contesto: no jamas […].” [5]

El general Federico Cavada en una carta atrapaba esta realidad terrible en que vivían las mujeres mambisas: “Escondidas en lo más oscuro de los bosques, sufriendo hambre, desnudes y enfermedades, expuesta a la cólera brutal de la soldadesca inhumana que las persigue sin tregua (…) Con alguna razón se ha dicho que esta es la guerra de las mujeres”. [6]

El poeta mambí Fernando Figueredo Socarrás, nos acerca a la fuerza de la familia para los mambises que iban al combate. Al referirse en una poesía al combate de Báguanos librado en junio de 1872, refleja la presencia de la madre, símbolo esencial de la familia para aquellos hombres. Los españoles atacaron el campamento mambí.

Ya dentro del campamento
Se introducen los soldados:
Fuego se oye a todos lados,
Que no cesa ni un momento:
Mientras sus pliegues al viento
Suelta la enseña estrellada
A bayoneta calada
Nos atacan fieramente…
¡Y en tanto, siempre en mi mente
Te llevo, madre adorada!

Nosotros, machete en mano,
Atacamos con destreza,
Humillando la fiereza
De los siervos del tirano:
Ya el corneta del hispano
Nos anuncia retirada,
Ya en fuga precipitada
Se declaran al instante:
Y al gritar ¡Fuego!, ¡Adelante!,
Pienso en ti, ¡madre adorada![7]

El recuerdo de la madre no solo se llevaba al combate sino su protección se convertía en una constante para estos hombres. La familia era un recuerdo permanente también para los cubanos en el destierro. Un poeta independentista que la persecución colonial había llevado a lejanas playas escribía:

¡Oh, qué triste, que triste es mi vida,

El pensar me quebranta y agobia:

Sólo pienso en la tierra querida

Dónde tengo mi hogar y mi novia! [8]

1– Servicio Histórico Militar, Madrid, España, Royo 2, Ponencia 8, Leg 4, Armario 2, Tabla 1.

 2–Idem.

 3–Idem.

 4–Idem.

5 — Francisco de Arredondo. Recuerdos de las Guerras de Cuba (Diario de Campaña 1868 1871), Introducción y Notas por Aleida Plasencia. Biblioteca Nacional Jose Martí, La Habana, 1963, p 111. 

6– Mary Ruiz de Zarate. El general Candela: Biografía de una guerrilla. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974, p 220.

7–Fernando Figueredo Socarrás. El combate de Báguanos. El bosque de los Símbolos: Patria y poesía en Cuba, Tomo I, Siglo XIX, Selección, prólogo y comentarios de Roberto Manzano Letras Cubanas, La Habana, 2010 pp. 495, 496, 497. En el anexo reproducimos la poesía completa.

8– Carlos Alberto Boissier. En el destierro. El Bosque de los símbolos. Patria y poesía en Cuba, Tomo I, siglo XIX, Selección, prólogo y comentarios de Roberto Manzano. Instituto Cubano del Libro, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2010, P 503. En el anexo reproducimos la poesía completa.   

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