Creado en: noviembre 17, 2022 a las 10:05 am.

Nueva trova, ¿camino escabroso?

Disfrute popular en un concierto de Silvio Rodríguez. /Foto: José M. Correa

En este 2022 hemos estado celebrando y recordando los 50 años de la constitución del Movimiento de la Nueva Trova (mnt), ocurrida en Manzanillo en 1972. Ese año varios jóvenes creadores consolidaron, bajo la égida de la Unión de Jóvenes Comunistas, una institución que nuclearía a trovadores, poetas o cineastas con vasos comunicantes bien definidos: casi todos eran contemporáneos también en sus aspiraciones.

Algunos eventos anteriores a tal fecha han recogido la historia como causales directos en el nacimiento del MNT. El primer Encuentro de la Canción Protesta, convocado por Casa de las Américas en 1967, y la creación del Grupo de Experimentación Sonora del Icaic, en 1969, son quizá los más conocidos y, obviamente, los que a la larga catalizarían a un variopinto grupo de artistas en plena ebullición autoral. En una publicación por los 40 años del MNT, en su blog Segunda cita, Silvio Rodríguez resumía algunos nombres fundacionales como los de Luis Adolfo, Martín Rojas, Eduardo Ramos, Rey Montesinos, Pablo Milanés, Noel Nicola, Vicente Feliú y Belinda Romeu; toda una mezcla de antecedentes y protagonistas del movimiento del feeling junto a jóvenes cuyos objetivos estarían más orientados hacia la ruptura conceptual de lo tradicional trovadoresco. En síntesis, esa era la mistura perfecta para lo que se avecinaba.

No pretendo narrar las vicisitudes de un género nacido al calor de narrativas revolucionarias y hondos compromisos para con la Patria, sino aportar algunas impresiones sobre este aniversario que nos llegará en pocos días y que transita un sendero de polémicas y sanas discusiones.

Pienso en la permanencia y pertinencia del género, en primerísimo lugar, como defensa de lo auténticamente gestado como música cubana. Pero más allá de que hayan podido mantenerse espacios de consumo y de difusión, no sería una utopía afirmar que han existido lagunas visibles en algunas aristas de la Nueva trova. Una de ellas ha sido la poca difusión y ramificación comercial de una discreta discografía que durante años ha convivido en desventaja con otras tendencias de nuestra música, la cual en ocasiones se vio diluida por criterios desacertados.

Si bien las grabaciones no han beneficiado a todos los trovadores y trovadoras como quizá debió suceder, más desafortunado fue durante algún tiempo el rezago divulgativo que enmarcó, erróneamente, a la trova solo como arma de protesta.

La dicotomía creada por la creencia de que la finalidad de la Nueva trova era solamente la crítica, en detrimento de la lírica y su candor expresivo, le hizo perder potenciales espacios de promoción y de pronto sus cantores fueron desplazados, equívocamente, para dar paso a un sistema promocional muchas veces absurdo, sobre todo al resaltar estéticas complacientes y plagadas de facilismo musical foráneo.

Hoy, que algunos de aquellos jóvenes del 72 ya no están, que Pablo lucha aferradamente por su vida y otros no corren suertes promocionales, no puede verse a la Nueva trova como un estilo en desuso o arcaico, alejado de mecanismos y dinámicas de estos años. Divulgar aún más la obra de quienes abrazan el género debía ser una constante en nuestra rutina cultural, sin miedo a errar.

(Tomado de Granma)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *