Creado en: febrero 26, 2021 a las 06:21 am.

Patria: la de Martí

Dicen que para gustos se han hecho los colores y para escoger las flores. Yo creo que ninguna preferencia musical puede convencernos de aplaudir ante la nueva producción que, desde las redes sociales, espacio de constante y agresivo enfrentamiento contra Cuba en los últimos tiempos, intenta negar un concepto, una filosofía tan arraigada como la convicción de Patria o Muerte, que los cubanos aprendimos de Fidel.

De la gramática española aprendemos que la conjunción “o” expresa diferencia, separación o alternativa entre dos o más personas, cosas o ideas. En la frase Patria o Muerte se evidencia la clara decisión de servir a la Patria o morir por ella. Es por eso que los asalariados del capital no comprenden lo que quiere decir esta frase. No pueden entenderlo porque la sola idea de entregarse a una causa es inconcebible en su concepción del mundo.

No sé en qué escuela o con qué metodología estudiaron a José Martí los artífices de la farsa. Tampoco negaré el talento de algunos, aunque se ensucie tanto que es apenas perceptible detrás de la montaña de mediocridad que se empeñan en defender con su canción.

El apóstol nos enseñó que Para la patria nos levantamos. Es un crimen levantarse sobre ella. Creo que crimen peor es hacerlo cuando la Patria se utiliza sin sentir por ella verdadero respeto. Cuando es solo un pretexto para cantar al son de una partitura orquestada en otro idioma y por la que se aspira a recibir jugosos dividendos.

También dijo Martí, justo instrumento para medir a los “artistas” que blasfeman sobre lo sagrado, que La patria necesita sacrificios. Es ara y no pedestal. Se le sirve, pero no se la toma para servirse de ella. Quizás por eso no caben en la idea de Patria que defendemos la inmensa mayoría de los cubanos. Es probable que sus aspiraciones personales se vieran limitadas con el servicio a la justicia, a la vergüenza, a la dignidad. Por eso traicionaron su legado y cambiaron su ruta, lo que me parece un derecho legítimo. Solo molesta que invoquen en su discurso un concepto en el que no creen, porque Martí nos alertó que Quien piensa en sí no ama a la Patria.

Patria o Muerte seguirá siendo la decisión de Cuba, porque la vida no sirve de nada cuando se vive con el yugo. El que a la estrella sin temor se ciñe, como que crea crece. No hay gloria en esa fanfarronería apologética de un sistema que ha demostrado su inestabilidad, su desapego al ser humano. ¿De qué Patria puede hablar un hombre que mancilla su bandera e invoca como presidente al que arremete contra los suyos con saña y desprecio?

Ante esta burda agresión No hay silencio posible. Vuelvo a Martí: Para rendir tributo, ninguna voz es débil; para ensalzar a la patria, entre hombres fuertes y leales, son oportunos todos los momentos.

Este es el momento de los que sabemos el valor de los principios. No nos entendemos ni nos entenderemos con aquellos que aspiran a una Patria con amos, a una Patria con sangre, a una patria para unos pocos que la puedan pagar para ser adorados y granjearse pasarelas, lentejuela y brillo. Ya lo dijo el poeta de la rosa blanca que La patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie.

Repito. No sé dónde estudiaron a Martí. ¿Cómo osan siquiera pronunciarse en su nombre? ¿De qué vida hablan esos acomodados en la fila enemiga si el Maestro declaró que Para mí la Patria nunca será triunfo, sino agonía y deber?

A ese deber nos ceñimos quienes sabemos que La idea se abre paso y deja en el ara de la Patria un libro inmortal. Quienes proclamamos que Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más cerca, y en que nos tocó nacer. Con ese ideario avanzamos los seguidores de Martí, los seguidores del invicto que lo citó también en el Moncada.

No puedo aplaudir el irrespeto, la desvergüenza. Martí alertó que De una patria, como de una madre, nacen los hombres, y el amor a esa Patria debe ser entonces como el amor a una progenitora.

El tema de marras habla de un dominó que se tranca y habría que ver por dónde. Habría que analizar quién complicó la data desde el principio. Quién es el responsable del Maine, del bloqueo, de la introducción del dengue, de la ley de ajuste, de la cacería comercial, de la difamación a toda costa y el boicot sostenido contra nuestra decisión política por la sencilla razón de ser diferente a la suya.

De algo estoy convencido. De nada valen las canciones, los cantos de sirena, la irreverencia contra Cuba y el desconocimiento de su obra grande. De nada valen las lanzas envenenadas porque el escudo de nuestra nación es la cultura y esa cultura comienza por el conocimiento real de la esencia martiana.

Concluyo entonces con el hombre de la Edad de Oro. No podría ser de otra manera. El tiempo falta, el deber es mucho, son hábiles y vigilantes los egoístas y ambiciosos, pues vigilemos nosotros y digamos a la Patria que ya nos unimos y estamos decididos a salvarla.

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