Creado en: julio 8, 2022 a las 08:41 am.

Siempre mucho, nunca poco (+ Video)

Guillén junto al Comandante en Jefe Fidel Castro, en ocasión de recibir la Orden José Martí. / Foto: Liborio Noval

Nicolás Guillén es parte de la atmósfera y del subsuelo de la nación. Vida y obra, legado actual y proyección de futuro. A 120 años de su nacimiento, el 10 de julio de 1902, en Camagüey, el poeta que dio voz a los que no tenían voz, que reivindicó a negros y mulatos preteridos y marginados en la neocolonia, que proclamó enraizadas convicciones antimperialistas, que defendió la República española ante la arremetida del fascismo, que integró las filas del Partido Comunista, que exaltó la memoria de Jesús Menéndez, que se apropió y trascendió el son, que saludó el advenimiento de la Revolución, que  dio la bienvenida a Fidel en lo alto del Turquino, que trabajó desde la Uneac por la unidad del movimiento intelectual y artístico en favor de la transformación revolucionaria de la sociedad, que cantó al amor y a la esperanza, inspira y acompaña.

Para él, de acuerdo con el juicio de una de sus más acuciosas exégetas, Nancy Morejón, «el ejercicio de la poesía fue un acto esencialmente vital (…) con el que supo fundar la imagen del alma nacional creando una poética de la que son legítimos pilares el verde y el azul antillanos, la guitarra, la palma, las maderas preciosas del monte, el lagarto, el rosal, la pajarita de papel».

Cuba entera lo celebra y canta, pero de modo muy especial su tierra natal, a la que vuelve este fin de semana con la celebración el XIII Coloquio y Festival que lleva su nombre. La Fundación Nicolás Guillén, junto al Ministerio de Cultura, la Uneac, las autoridades políticas y las instituciones culturales de la ciudad, llevan adelante un programa conmemorativo intenso y de notable irradiación social. Allá se llevan tatuados en la memoria los versos de su Elegía camagüeyana, aunque la ciudad ya no sea «comarca de pastores y sombreros», porque lo que vale es la rotunda palabra del poeta cuando dijo: «vengo de andar y aquí me quedo con mi pueblo».

Desde los primeros compases del coloquio, el acento se halla puesto en la dimensión antillana, descolonizadora, del poeta, examinado por la doctora en Ciencias Margarita Mateo en la conferencia La isla cercana y desconocida: Haití en las crónicas de Nicolás Guillén, tema que será revisitado desde otro ángulo más adelante por el investigador Emilio Jorge Rodríguez.

En el Centro de Convenciones Santa Cecilia transcurren las presentaciones de ponencias y debates con un amplísimo temario que abarca desde el pensamiento antirracista guilleniano hasta la vigencia de su permanente renovación poética, como la que registró medio siglo atrás con la publicación de La rueda dentada y El diario que a diario.

Al bardo lo arropan otras expresiones artísticas: el Ballet de Camagüey y el Ballet Folclórico de Camagüey con funciones especiales, exposiciones de artes plásticas y conciertos de música popular, como el que ofrecerá en el recinto ferial, este sábado en la noche, el trovador Tony Ávila.

También está en el recuerdo la impronta del recién desaparecido José Luis Cortés, históricamente por la promoción del Coloquio y Festival, así como el lanzamiento de una obra discográfica de autores e intérpretes camagüeyanos. La sede de la Fundación Nicolás Guillén, en la casa natal del poeta, en la calle Hermanos Agüero, quedará debidamente reinstalada y se emplazará el domingo una escultura del autor de El son entero, realizada por la artista Marta Jiménez, en la Plaza de la Merced.

Poco antes de la inauguración de la jornada conmemorativa, Nicolás Hernández Guillén, presidente de la Fundación, llamó la atención sobre la extraordinaria lucidez y absoluta pertinencia de los versos que dan título al poemario La rueda dentada, con relación a los tiempos actuales: «Cuando leemos no hay rueda dentada sin dientes que ande / ni rueda que ande con diente que falle; / si empieza una vuelta se detiene a poco / bien si el diente falla, o bien si está roto, no podemos dejar de  pensar en una sugerente metáfora en torno a la unidad concertada y coherente para salir adelante. Como también, con el poeta hacemos nuestro el reclamo al final del poema: siempre mucho mucho / nunca poco poco». 

(Tomado de Granma)

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