Creado en: octubre 9, 2021 a las 09:12 am.

Tarasca infernal

Aconteció en 1604. Se organizó una colecta entre los taberneros de La Habana para confeccionar la estrafalaria serpiente llamada Tarasca, nunca antes representada en Cuba, y que estaría llamada a convertirse en el principal atractivo de la procesión del Corpus Christi de ese año.

Evocada usualmente como un monstruo medio sierpe medio mujer, el mito de la Tarasca tiene su origen en un bosque de la Provenza, cerca de Tarascón, en Francia. Cuenta la leyenda que en ese paraje Santa Marta triunfó, por medio de oraciones, sobre la serpiente del mal -llamada Behemoth-, tomándola prisionera con las cuerdas de su delantal. El Rey de Tarascón había atacado al monstruo con todo su ejército sin éxito. Sin embargo la bestia sucumbió al encantamiento de las plegarias de  Santa Marta, quien entró a la ciudad con la alimaña domada. Los aterrorizados habitantes, viendo inerme a aquel engendro, lo atacaron al caer la noche y la criatura murió sin ofrecer resistencia. El cuerpo fue pasto de las llamas, pero su espíritu escapó y desde entonces mora en recónditos parajes. A su arbitrio, sin temporadas ni fechas fijas, sale  para hacer daño a los seres humanos y las cosechas.

Su gran debilidad son las mujeres hermosas. Se asegura que si alguna acierta a encontrar su madriguera y tiene el valor de entrar en ella y mirar fijo a la criatura a los ojos, la hará suya: entonces la Tarasca obedecerá sus órdenes como un perrito. No obstante, también se habla de casos de brujas o mujeres malvadas que consiguieron de este modo un poderoso aliado.

Procesión de La Tarasca en Tarascón, principios del siglo XX

En la tradición sevillana,

La tarasca, ese maldito monstruo ha venido no sé de qué parte, y al que solamente Santa Marta pudo vencer en el Bosque Negro de Tarascón, cuando se le presentó después de una gran tormenta, causa por aquí muchas víctimas. En los días de grandes tempestades se ensoberbece y al cesar la tormenta sale por los campos a saciar su furia en el primero que encuentra, estrangulándolo y ahogándole después donde encuentra agua.

Si hacemos una síntesis de múltiples descripciones, se puede afirmar que se trata de  una especie de serpiente-dragón, con cabeza de león y orejas de caballo, boca abierta de la que salen tres lenguas y largos colmillos, alada, con seis cortas patas parecidas a las de un oso, un torso similar al de un buey, un caparazón de tortuga a su espalda y una escamosa cola que termina en el aguijón de un escorpión; y que está capacitada para invocar fuertes lluvias, vientos y granizo, al extremo de provocar desastres, con daños humanos muy severos.

     El orden de la Tarasca en la procesión del Corpus antecede a la Custodia del cuerpo de Cristo, lo que representa la derrota del demonio —el mal— ante Dios. Eucaristía y Tarasca conviven, pues, juntas -aunque una Real Cédula fechada el 21 de julio de 1780 prohibió  la salida de gigantes, cabezudos y la propia figura de la Tarasca, con todas sus simbologías mitológica y pagana-. Pero pronto lograría recuperarse la tradición y volvió a salir a las calles.

      También en México –y no dudo que otras ciudades de América Latina- la Tarasca tiene su leyenda y su ritual.

       Parece ser común en las ciudades de Europa y América donde se desarrollaba el Corpus, la fabricación de un carro de madera con toda suerte de facilidades y trucos: ruedas, fuego artificial que sale de la boca, hombres escondidos que lo empujan y provocan movimientos de cabeza y cola.

Una Tarasca en España, siglo XXI

   En la península española solía sacarse el maniquí de Santa Marta sobre el cuerpo de la serpiente, como conduciéndola. Pero con el transcurso del tiempo  todo parece haber cambiado: hoy, en Granada:  

Con el paso de los años la Tarasca [en realidad, se refieren al maniquí de Santa Marta, N. del A] se convirtió en un punto de referencia para el mundo de la moda en la ciudad. Cada año la Tarasca estrena un secreto modelo y Granada se convierte en pasarela del famoso maniquí. Y no faltará quien lo critique, sea como sea el vestido, da igual largo que corto, discreto o de colores vistosos, clásico o moderno, atrevido o coqueto. No hay que olvidar el famoso dicho existente en la ciudad de que «vas vestida peor que la Tarasca». A pesar de ello, para cualquier profesional granadino de la sastrería o el diseño es un privilegio ser llamado para vestir a la maniquí más famosa que existe en la ciudad. Y es que bien podemos considerar a la Tarasca como la reina de estas fiestas, ¿o no es ella la mujer más característica del Corpus? Señora de la fiesta y emperatriz de la diversión, la Tarasca cada año pasea por la ciudad sobre el lomo de un fiero dragón que parece quedar rendido a sus pies, y es que esta modelo de coquetas medidas se siente la estrella de la más afamada pasarela de la ciudad.

                   Mezcla de Tarasca, diablito y orisha Elegba en una procesión
                   del  Corpus, Panamá, siglo XXI./Foto: Tomada de Internet

   Como muestra de la evolución y riqueza diversa de las tradiciones, no tengo noticias de que en Cuba se haya utilizado el maniquí de Santa Marta, pero sí acerca de un monigote:

Durante la procesión del Corpus, en Santiago de Cuba, se hacía la presentación de diversas máscaras o figuras que representaban ángeles, diablos, gitanas, gitanos, leones, tigres y sobre todo, la gigantesca sierpe nombrada Tarasca, que era el entretenimiento favorito de los muchachos, principalmente cuando se elevaba sobre los lomos de esta fingida bestia un ridículo maniquí que nombraban El Tarrasquillo..

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