Creado en: enero 12, 2023 a las 08:54 am.
Trova sinfónica para un premio necesario
Por Oni Acosta
Recientemente, la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba nos regaló un concierto de homenaje a la Nueva Trova, con la mirada puesta en todas sus etapas como movimiento musical y filosófico. Desde Sindo hasta Silvio, desde Corona hasta Pablo, porque la Trova no muere.
Allí se reunieron diversos estilos y maneras de trovar y multiplicar la música, en todas las formas posibles. El guitarrista Luis Manuel Molina, César López, Miguel Núñez, el Coro Nacional Infantil, Millet Padrón y Zuleida Suárez (guitarristas), Karina Hechavarría (viola), el cantautor Mauricio Figueiral y la cantante Annie Garcés asumieron difíciles retos compositivos e interpretativos edificados desde diversos epicentros trovadorescos, desbordando guiños hacia y desde el sincero respeto, además de homenajear a quienes ya no están, pero continúan siendo sostenes indiscutibles de nuestra música.
Pertenecen ellos a diversas generaciones y modos etéreos, los que empiezan y los que, a golpe de voz y guitarra, se han forjado un camino sincero y propio. Son, a su vez, una estirpe inextinguible de tozudez meridiana que nos hace ver la necesaria actualidad de la trova.
Con aportaciones instrumentales y con riqueza de voces, este homenaje sonoro fluyó con el sinfonismo excelso que aportaron cada arreglo y cada tema, para brindarnos infinitas sonoridades y la destreza de cada invitado, marcado por el talento y el desenfado.
El lirismo de cada tema, así como la seriedad de la orquesta e invitados, nos fueron guiando por un laberinto de canciones de todos los tiempos y que, aunque sabemos que hay más, fueron una elipsis conceptual y espiritual brotada de autores como Leo, Grenet, Silvio, Pablo, Eduardo Martín, Noel, Sindo, Vicente o Amaury.
También este concierto fue oportuno escenario para entregar el Premio Nacional de Música a uno de los más importantes guitarristas y pedagogos cubanos: el maestro Jesús Ortega.
Esta figura imprescindible del instrumento en nuestro país no solo ha sido un paciente y accesible maestro, sino que también ha contribuido, desde su sapiencia, a develar los secretos guitarrísticos que muchos trovadores de hoy pudieran definir como claves exactas: porque trova y guitarra han de ir de la mano. Así ha sido siempre, y así seguirá siendo.
Ortega es el hombre pletórico de música, ya sea desde los balcones de la trova, el bolero, el feeling y más. En él se resumen años de aprendizajes y experiencias, de técnica y virtuosismo, de cientos de alumnos y la extraordinaria labor de consolidación guitarrística de una tradición que, comenzando desde Tárrega hasta llegar a Isaac Nicola, luego transitaría por Leo y por él, de manera natural y sólida, hasta conformar los horcones definitivos del instrumento en Cuba.
Sin duda, esta celebración sinfónica por los 50 años de la Nueva Trova, y el homenaje a Jesús Ortega, fue magia resumida en la utilidad de la virtud, como nos enseñara Martí.
(Tomado de Granma)