Creado en: noviembre 7, 2021 a las 09:07 am.

Un crimen pasional

Al Teatro Principal de La Habana pertenecían los implicados en la Historia. /Foto tomada de Internet

En la noche del 8 de agosto de 1811, el actor y director del teatro Principal José Alfaro hiere de gravedad a su esposa Mariana Galino y luego se suicida. Copio al historiador y crítico Rine Leal, en La selva oscura:

… el gran escándalo, el primero de nuestra historia, se dará el 9 de agosto de 1811, cuando los celos ciertos o no de un esposo estarán a punto de liquidar la carrera — y la vida— de la gran figura de la compañía habanera. Mariana Galino, casada con José Alfaro, vivía en una casa contigua al Teatro Principal, en Luz nº 1 [según Manuel Pérez Beato el nº 19 de principios del siglo xx. Nota de R. Leal]. Ya se comentaba en los corrillos que esta excelente cantante y atractiva mujer era objeto de amores por parte de Antonio Rosal, a los que correspondía con delicioso fuego tropical. La noche del 8 al 9 de agosto, Alfaro la apuñaló como un Otelo cualquiera y, creyéndola muerta, se abrió las venas, interpretando tal vez un Romeo insular. El pobre marido murió, pero la Galino salvó la vida.

Más adelante Leal abunda: “El asesinato frustrado provocó un largo poema de veintiséis décimas, de Mariano del Rey Aguirre: Humanos sentimientos y sublime interés”. La publicación de este poema es citada por Antonio Bachiller y Morales en Apuntes para la historia de las letras y de la instrucción pública de la Isla de Cuba. La acreditada revista El Curioso Americano reproduce un anuncio del Diario de la Habana del 25 de enero de 1812, que advierte sobre la publicación de una “obra en verso sobre la catástrofe del suicidio de D. José Alfaro, actor que fue del teatro de esta ciudad, [imprenta de] Palmer, 1812”.

Y el diario Tertulia de las Damas, el 11 de febrero de 1812, publica el siguiente suelto:

Imprenta de D. Juan de Pablo, 8 de febrero. Los que llegan al barrio de San Felipe aseguran como cosa positiva que será forzado hacer la operación cesariana al autor de los Humanos sentimientos y sublime interésal mayor provecho que es el bien del alma sobre el trágico suceso del actor Alfaro; pues de otro modo no saldrá a la luz el fenómeno que debe asustar a sus apologistas.

Estas noticias acerca de la vida íntima de los actores y su repercusión pública revelan que casi nada ha cambiado al respecto en la sociedad contemporánea. Como hoy en la TV, la radio y la prensa escrita -con excepciones, como en Cuba-, los medios de publicidad de aquella época magnificaban los sucesos protagonizados por artistas: escaramuzas con la ley, adulterios, multas, encarcelamientos, riñas y algún otro acontecimiento considerado crímen, y los convertían en pasto de las lenguas que se cebaban -y hoy se ceban- en las ocurrencias de la vida privada de los artistas que con su trabajo alimentan la sana y culta recreación de su pueblo y el resto de la humanidad.

Les refiero algunos antecedentes: En los últimos días de la Cuaresma de 1811 arriban a La Habana, procedentes de la península española, la soprano Mariana Galino, su esposo José Alfaro, Rafael y Carlos Palomera, Ana Valdés, Antonio Rosal, Isabel Gamborino y su hija Manuela García Gamborino, y el coreógrafo y bailarín Joaquín González. Todos contratados para integrar el elenco del teatro Principal.

Mariana Galino, según el investigador español Emilio Cotarelo, era “una oficiala de guantera, que por su bonita voz había entrado en 1799 de cuarta de cantado en la compañía del Teatro de la Cruz, pero la despacharon en mayo y entró en los Caños, donde también ahora [1801] quedó con 18,000 reales”.

Lo cierto es que esta soprano hizo las temporadas 1800-1801 y 1801-1802 en la compañía de Melchor Ronzi, como segunda dama de cantado, sólo detrás de la ponderada Carlota Michelet y compartiendo roles con el actor-cantante Juan Muñoz, quien también emigró después a Cuba en 1810.
En septiembre de 1802, cuando se incendia el Teatro del Príncipe de Madrid, Mariana Galino pasa al elenco del Teatro de la Cruz, donde conoce a José Alfaro, con quien contraerá matrimonio al poco tiempo. La Galino desaparece de los escenarios madrileños en 1803, cuando se marcha al Teatro de Granada con su esposo. De allí ambos pasan a Cádiz antes de viajar a Cuba, según hace constar la prensa habanera.

De José Alfaro encontré que es traído de Granada al Teatro de la Cruz de Madrid en septiembre de 1802 para trabajar como sobresaliente –primer sustituto- de galanes. Y, cumplida esa temporada, se vuelve a Granada, ya dije que con su flamante esposa. En Cádiz, antes de su venida a Cuba, llega a ser primer galán.

De Antonio Rosal sé que pertenecía en 1804 a la compañía profesional de Cádiz; es llamado en 1805 a Madrid, para actuar en el Teatro de los Caños del Peral como segundo galán, detrás del gran Isidoro Máiquez, y no llega. Todo indica que se mantiene en Cádiz varios años como primer galán y director.

A raíz de los trágicos sucesos de la calle Luz, la Galino estuvo hospitalizada durante largo tiempo por la gravedad de sus heridas. Pero el 8 de octubre de ese mismo año vuelve a las tablas con su mayor éxito, la ópera La Isabela.

El público, Reproduzco lo que se publicó en un Aditamento a la Tertulia de las Damas:
ARIA
Al restablecimiento de la señora Mariana Galino.

Alégrate, Habana,
porque has revivido
con gozo aplaudido
un ángel divino.
La nueva existencia
de esta cantatriz
es toda feliz,
Mariana Galino.
El cielo bendiga
tus habilidades
y especialidades
de un carácter fino.
Por tanto se advierte
que eres una diosa,
feliz y dichosa
Mariana Galino.

El amante de la música.

La tragedia se convirtió en melodrama y aunque no poco contribuyeron aquellos sucesos a su fama, es justo señalar que en toda la prensa de los más de veinte años de su quehacer escénico en Cuba se refleja que Mariana Galino impuso una calidad interpretativa que la señala como una de las más altas figuras del teatro cubano en el siglo XIX.

Desde la temporada siguiente y hasta su retiro a principios de los años treinta exigiría los más altos sueldos de la compañía y protagonizó, en ese sentido, algunos otros escándalos. Pero estas minucias se las contaré en otra entrega.

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