Creado en: junio 8, 2024 a las 11:01 am.

Viceversa, caminos de ida y vuelta

Viceversa superó el esquema de amor idílico, en el que la mujer todo lo puede, soporta y espera. Foto: Fotograma de la novela/Tomada del Periódico Granma

Pareciera que novela cubana es, de forma inevitable, sinónimo de polémica en la Isla. Las redes sociales le han dado un nuevo impulso a ese fenómeno; memes, comentarios humorísticos, reflexiones interesantes y análisis despiadados se suceden para desgranar la de turno.

No fue excepción Viceversa, que bajo la dirección general de Loisys Inclán, terminó hace unos días su paso de 80 capítulos por la pequeña pantalla.

Si bien las primeras entregas del dramatizado fueron criticadas –por lenta progresión de las situaciones, excesivo dramatismo asociado al accidente inicial, o reacciones y ambientes poco creíbles–, a medida que la trama avanzó, logró ganar hasta su final simpatía mayoritaria.

Se debió en buena medida a la combinación, casi siempre eficaz, de las convenciones del género, con una estética más cercana a la de las series.

Al salir de los estudios, e incluso de La Habana –recuérdese el protagonismo que tuvo Viñales– la novela exhibió una visualidad fresca; a lo que se sumó la factura de la presentación y despedida, y de las transiciones temporales.

El desempeño de actrices y actores resultó, de forma general, elevado, y la combinación de figuras jóvenes con otras ya establecidas estuvo entre lo más logrado. Se agradeció, especialmente, volver a disfrutar de Diana Rosa Suárez, Mario Aguirre y Oneida Hernández.

Los guionistas de Viceversa tejieron tantas tramas y subtramas, que algunos espectadores dijeron sentirse abrumados; sin embargo, una fortaleza del producto radicó en imbricar muchas problemáticas sociales dentro de las clásicas de las novelas (amores, desamores, traiciones, etc.), y sin que supiera a panfleto.

La experiencia del Yeti, por ejemplo, demostró que la droga no es asunto de la marginalidad, que sus consecuencias son terribles e insospechadas, y que a los seres queridos del enfermo les cuesta mucho aceptar esa realidad.

La homosexualidad de un padre y el rechazo de su hijo fue otro de los puntos de tensión de Viceversa, y suscitó la reflexión sobre cómo la homofobia se agazapa en nosotros hasta que nos toca de cerca, y también que superarla no es solo cuestión de reconocerla, aunque sea el primer paso.

En la cuerda floja que suponía poner la nota cómica desde una familia en la que tanto padres como hijos tenían sobrepeso, la historia salió airosa, y defendió que los cuerpos que escapan de lo normativo son también bellos, deseables y capaces de sentir e inspirar amor.

Temas como la violencia de género, las disfunciones sexuales, el cáncer, la paternidad sin convivencia, el duelo, la salud mental, las discapacidades… fueron tratados mediante personajes verosímiles, por sus luces y sombras.

No obstante, un acápite como el del aborto dejó un mal sabor: Patricia fue culpabilizada por su doctora, y la dejó sin opciones, pese a que le quedaban días hasta el límite establecido. Falta visibilizar las maternidades no deseadas en nuestras pantallas.

Varios deslices pudieran ser mencionados, sin embargo, Viceversa ha sido una propuesta inteligente y profesional; que contribuyó a la fidelidad de los espectadores hacia el controvertido ente que es la novela cubana.

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