Creado en: marzo 27, 2022 a las 09:44 am.
El poder del perro y Belfast: una montaña, una ciudad, y varios conflictos
Por José Antonio Michelena
A la distancia de escasos días para la edición 94 de los Premios Óscar solo podemos especular qué pasará en el Dolby Theatre de Los Ángeles, cuáles serán las elecciones de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas. Por la cantidad de nominaciones y premios alcanzados, El poder del perro, de Jane Campion, es favorita en las categoría principales; pero Belfast, de Kenneth Branagh, también tiene buenas oportunidades. Repasaremos ambas producciones.
(Spoilers a continuación)
ÉRASE UNA VEZ UNA MONTAÑA EN FORMA DE PERRO
Uno de los enigmas de la película de Jane Campion, que flota durante durante buena parte del tiempo en el filme, está asociado a las montañas que se ven en lontananza. En los inicios, Phil Burbank, el protagonista, pregunta a los vaqueros que emplea en el rancho, qué figura ven en las montañas, pero ellos son incapaces de descifrar la imagen. Sin embargo, la respuesta de Peter, el hijo de la esposa de su hermano, es inmediata y certera. Ya para entonces se ha producido un extraño acercamiento entre el macho alfa que ha representado Phil y el joven de maneras delicadas que es Peter, la trama ha dado un giro y se encamina hacia su inesperado final.
Esas montañas que se ven desde el rancho de los Burbank no están en Montana, como expone un cartel al comienzo, sino en Nueva Zelanda, país natal de la realizadora; de manera que el escenario de filmación está enclavado en Oceanía y no en el oeste estadounidense, como cabría suponer de estepeculiar western.
Tales hechos — y otros, como la caracterización de los personajes — llevaron al actor norteamericano Sam Elliot a emitir unas declaraciones misóginas, racistas, groseras, en las que intentó descalificar a la artista neozelandeza porque, según él, es inacapaz de entender qué cosa es el Oeste. A lo cual, sin inmutarse y darle demasiada importancia, ella respondió, sabiamente, que el Oeste es un espacio simbólico.
Como espacio simbólico, el Oeste fue representado en cientos de producciones durante el siglo XX y ha dejado una profunda impronta en la historia del cine. Recientemente, en Django and Django (Luca Rea, 2021), Quentin Tarantino, Ruggero Deodato y Franco Nero comentan sobre ese hijo bastardo del oeste norteamericano, el western spaguetti. Mientras que Deodato y Nero narran sus experiencias con el director Sergio Corbucci, verdadero centro del documental, Tarantino reflexiona sobre las diferencias entre el western que hace Sergio Corbucci — a quien estudia en profundidad — y el que hace Sergio Leone.
La película de Jane Campion, adaptada de la novela homónima de Thomas Savage (1967), no está situada en ninguna de las formas descritas por Tarantino: ni es un homenaje a los clásicos, ni a la acentuada forma paródica de Leone y otros; pero igualmente es una obra creada en la postmodernidad, con lo que eso implica en cuanto a intertextualidad, ironía, parodia y pastiche genérico.
Campion monta su filme sobre el texto de Savage al tiempo que utiliza tópicos del western en un relato cargado de intriga y suspenso propios del thriller, el drama psicológico y el cine negro. El discurso narrativo avanza en forma lineal, con una estructura calculada al detalle en cada escena. Justamente, al término de la primera mitad ocurre el punto de giro.
Hasta entonces, Phil Burbank había mantenido un poder absoluto, bajo puño de hierro, a todos en el rancho: la servidumbre, su hermano George; Rose, la esposa de este, y su hijo, Peter. Pero en la mitad del filme, la cámara nos muestra una faceta desconocida de Phil: desnudo, sensual, femenino. Un momento antes, Peter había descubierto una zona oculta del vaquero que estudió Latín en Yale. Y cuando lo ve en el río, sin ropas, vulnerable por primera vez, comienza a declinar el poder de Phil. A partir de ahora la trama girará en redondo sobre su eje.
Lo que viene en la segunda parte es el empoderamiento de Peter con la paulatina pérdida de poder de Phil, quien, sin control de las acciones, recibe el golpe definitivo que no vio venir y muere temprano, como su ídolo (y probable pareja amorosa) Bronco Bill y como el padre de Peter.
El último plano de la película cierra un arco que se abrió en el primero, focalizado por Peter: el personaje dominado ahora es dominante. Jane Campion ha hecho una subversión del western, ha roto roto moldes, derribado estereotipos. Una mujer de Oceanía ha dinamitado el Oeste. John Ford, desde su tumba, no se lo puede creer.
BELFAST, LA VIOLENCIA Y LA PÉRDIDA DEL LUGAR FELIZ
Cuando el actor, guionista y director Kenneth Branagh (Belfast, 1960) tenía nueve años, estalló una ola de violencia en Irlanda del Norte y sus padres tomaron la decisión de emigrar a Inglaterra. Dejó atrás su sitio de confort en la niñez, familiares, amigos, las primeras ilusiones amorosas, y se sumó a la gigantesca diáspora irlandesa. Cincuenta y dos años después, a través de Buddy, un niño de esa misma edad, narra aquellas experiencias.
La primera escena del filme es una secuencia de imágenes a color que muestran al Belfast actual, pujante y moderno, con los símbolos de la ciudad donde fue construido el Titanic. A continuación, en blanco y negro para denotar la zambullida en el pasado, de una postal idílica en la calle donde vive Buddy, donde juega y conoce a todos, abruptamente, irrumpe una manifestación de nacionalistas católicos — que abogaban por la pertenencia de Irlanda del Norte a la República de Irlanda — y es atacada con violencia por extremistas del bando contrario: los unionistas, protestantes que defendían la unión al Reino Unido.
En un instante, la violencia escaló y los extremistas comenzaron a incendiar viviendas con el grito de que expulsaran a los católicos. Buddy está aterrorizado en medio de la multitud y su mamá lo rescata, lo lleva de vuelta al hogar, protegiéndose de los objetos volantes con el mismo escudo que el niño utilizara un momento antes para jugar.
“Belfast está en shock — dicen en la radio más tarde — . Los pocos católicos que aun viven en áreas protestantes fueron perseguidos. Atacaron y marcaron sus casas. La intimidación podría forzarlos a abandonarlas.”
Ese es el contexto donde se desarrolla la historia. En enero de 1969, una manifestación promovida por People’s Democracy fue atacada por radicales protestantes y reprimida violentamente por la policía. La violencia continuó en Belfast al punto de que el 21 de juliode 1972, el IRA hizo estallar más de una veintena de bombas que mataron a once personas. El día 31 del mismo mes asesinó a otras ocho con tres coches-bomba en el llamado “Domingo Sangriento”.
Para entonces, Kenneth Branagh ya no vivía en Irlanda del Norte. Se había marchado a Inglaterra con su familia el propio 1969, como el personaje de Buddy. Sobre esa encrucijada existencial teje un relato cinematográfico vibrante y emocional, con altas notas de excelencia en el guion, el reparto, la dirección, la música y la fotografía.
Aunque la narración se centra en los avatares de la familia de Buddy por llevar adelante sus vidas en el difícil panorama sociopolítico que envuelve la ciudad, la violencia que asoma desde el inicio se queda latente en la película. El espectador la percibe gravitando, es una tensión que subyace en la trama y, en ocasiones, adquiere mayor presencia mediante enfrentamientos propios del western y del cine negro. La gran virtud de la realización es mantener un perfecto equilibrio entre el costumbrismo con que transita la historia familiar y las otras narrativas empleadas.
Producida en medio de una crisis sanitaria que no termina, los conflictos de Belfast — la guerra civil, la diáspora como recurso extremo — adquieren resonancia ahora, con una guerra de grandes dimensiones en Europa que está ocasionando una emigración gigantesca.
Cualesquiera que sean los resultados en los Premios Óscar 2022, es altamente probable que El poder del perro y Belfast sean distinguidos en varias categorías.
