Creado en: enero 2, 2021 a las 09:14 am.

Festeja Ballet Nacional de Cuba aniversario 62 del Triunfo de la Revolución

Gala del Ballet Nacional de Cuba en homenaje al aniversario 62 del triunfo de la Revolución, celebrada en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, Cuba, el 1 de enero de 2021. Foto: Tomada de ACN

Con un programa integrado por obras clásicas y contemporáneas de relevancia universal, el Ballet Nacional de Cuba (BNC), Patrimonio Cultural de la Nación,  que dirige la primera bailarina Viengsay Valdés, celebró, en la sala «García Lorca» del Gran Teatro de La Habana «Alicia Alonso», el triunfo de la Revolución, acaecido el 1º de enero de 1959, AÑO DE LA LIBERTAD.

El programa artístico incluyó el segundo acto de El lago de los cisnes, con versión coreográfica de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso (1920-2019), sobre la original del maestro Lev Ivanov y música del maestro Piotr Ilich Chaikovski; Adagio de la Rosa y El pájaro azul (pas de deux), ambos del ballet La bella durmiente del bosque; Celeste, coreografía contemporánea de la artista belga-colombiana Annabelle López Ochoa; y el pas de deux y la coda del ballet Tema y variaciones, creado por la fecunda inspiración del maestro ruso-estadounidense, George Balanchine, para que la eximia ballerina lo interpretara, como solo ella podía hacerlo.

Desde su estreno, dicha obra —con música de Chaikovski— contribuyó a enriquecer el repertorio de las más famosas agrupaciones danzarias del orbe. Por otra parte, el estilo —único e irrepetible de Balanchine— les exige a los bailarines un gran virtuosismo técnico y exquisita sensibilidad artística, ya que —según sus propias palabras—, coreografiaba «ballets para bailar […], no para sufrir».

Los papeles protagónicos estuvieron a cargo de los primeros bailarines Anette Delgado, Sadaise Arencibia, Grettel Morejón, Claudia García, Dani Hernández, Rafael Quenedit y Adrián Sánchez, muy bien secundados —¿cuándo no?— por el cuerpo de baile, caracterizado —fundamentalmente— por la plasticidad y ductilidad para adaptarse, tanto a los indicadores técnico-académicos e interpretativos, como al estilo de las obras llevadas al proscenio de la sala principal del vetusto Coliseo de La Habana Vieja, para recibir el advenimiento del 2021, año 63 de la Revolución.

Esas figuras insignia del BNC, con la excelencia profesional que los identifica aquí y allende los mares, convencieron al público local y foráneo, así como a los colegas de la prensa especializada, que cubrían esa función conmemorativa, que son poseedores —¿quién lo duda?— de la integralidad artística que los singulariza en cualquier escenario de los cinco continentes, donde ha actuado la emblemática compañía, cubana como las palmas.

Por otro lado, los danzantes están conscientes de que el dominio del arte de las puntas no se circunscribe —en modo alguno— a la maestría técnico-interpretativa (a la que aspira todo artista escénico)…, sino que va mucho más allá: a intelectualizar, espiritualizar y aportarles el componente básico de cubanía a la técnica académica, la interpretación teatral y la expresividad gestual, porque la danza clásica se caracteriza —precisamente— por convertir los movimientos corporales en sentimientos, emociones u otros estados subjetivos del yo, mientras que la danza contemporánea transforma esos recursos afectivo-espirituales en movimientos físicos.

No hay duda alguna de que los bailarines tuvieron muy en cuenta los requisitos mínimos indispensables, que delimitan a esos dos géneros danzarios, y a la vez, los condicionan.    

Entre otros aspectos de puntual interés, habría que destacar el hecho —percibido desde una óptica objetivo-subjetiva y estético-artística por excelencia— que la danza es una realidad poética que fluye y refluye, como las olas de un mar en calma o enfurecido, y consecuentemente, se hace movimiento corporal, vehículo expresivo de sentimientos, emociones, pensamientos, vivencias, experiencias y contradicciones, que se debaten y yacen en el mundo interior del bailarín.

O sea, sugiere una síntesis de todos esos componentes que integran las esferas cognitiva y afectivo-espiritual de la personalidad humana…, sin olvidar —nada más lejos de la realidad ni de la verdadera intención de este cronista— la función «clave» desempeñada por la esfera conativa(involucra el esquema corporal, factor determinante de los movimientos físicos, columna vertebral del arte danzario).

Los integrantes del BNC supieron afinar muy bien el acorde cuerpo-mente-alma, expresión legítima de la esencia danzaria, para festejar —cum dignitate— el cumpleaños 62 del triunfo de las armas rebeldes.   

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