Creado en: octubre 19, 2022 a las 08:36 am.

Palmas, cañas y las esencias que nos conforman

Foto: Felicia Hondal

Por Madeleine Sautié 

Si Carlos Gardel afirmó que 20 años no son nada, 60 sí lo son. Si no que lo diga ese programa medular de la Televisión Cubana que es Palmas y cañas, que cumple hoy esa mayoría de edad.

Seguido por muchos, inadvertido por otros, lo cierto es que todo hijo de esta Isla sabe que es allí «donde nace lo cubano». Entre su público están los fieles que desde hace seis décadas lo esperan los domingos a las siete de noche. Están los que, sin contar con tales años, lo asumen como legado heredado de padres y abuelos, y en verlo ven la fidelidad a esa música que animó la ascendencia de donde se viene; o el gusto por la tradición campesina cubana, que marca la línea de la propuesta.   

Es Palmas y cañas el programa campesino de más larga permanencia en nuestra televisión. Su música, su colorido, su ambientación tienen un sello al que contribuyen las controversias, el punto cubano (Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación y Patrimonio Inmaterial de la Humanidad), sus asiduas voces, el orgullo guajiro altamente defendido por los artistas que componen su natural elenco.

Ningún apelativo habría hecho más justicia al espacio que es remembranza de grandes figuras de la cultura cubana. Ramón Veloz y Coralia Fernández; Inocente Iznaga «El Jilguero de Cienfuegos» y Martica Morejón; Celina y Reutilio; el Conjunto Palmas y Cañas, Angelito Valiente; Jesús Orta Ruiz; Justo Vega y Adolfo Alfonso; María del Carmen Prieto; Los Compadres; el profesor Espinosa; Emiliano Sardiñas; Tomasita Quiala; María Victoria Rodríguez; Orlando Laguardia; Jesusito y Omar, Luis Paz «Papillo» y Marisol Guillama son solo unos pocos nombres de la larga lista que ha hecho del guateque de las siete un sitio de reverencia a lo mejor de la tradición de nuestros campos.

Justo es recordar en este día a su fundador José «Pepe» Ramírez Cruz, entonces presidente de la ANAP; y enaltecer los motivos que le inspiraron el proyecto: mantener vivas en nuestro pueblo las más auténticas expresiones de la música campesina.

Y más allá de recordarlo, debemos reconocer un relevo seguro en las almas e instituciones que han apostado por la salud de tanta nobleza, como lo hacen la Casa de la Décima en Güines, en Mayabeque; el Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, en La Habana; la Casa de la Décima Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, en Las Tunas, o la Casa Naborí, en Matanzas, por solo citar algunos.

El verdor de Palmas y cañas se intensifica. Nítido el tono, agradezcamos a su colectivo su calor de campiña, su fidelidad al pueblo y a las esencias que nos conforman.

(Tomado de Granma)

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