Creado en: marzo 11, 2024 a las 10:05 am.

Una página reveladora con Juanito en la feria artemiseña

Las Ferias del Libro en Cuba son eventos llenos de sorpresas. Uno puede escuchar poemas excelentes escritos por una niña de ocho años, disfrutar de unos abuelos que bailan danzón y luego verlos sentarse a compartir un texto de beisbol como Escribas en el estadio, de Miguel Terry Valdespino o ver a un grupo de jóvenes de uniforme, cada uno con su ejemplar de Fidel, de Katiuska Blanco. Ese es el fruto de la educación sembrada en este pueblo en más de sesenta años de Revolución.

Por esa razón a estas alturas mi capacidad de asombro en estas fiestas de la literatura es enorme e impresionarme algo difícil. Sin embargo, encontrar en las calles de Artemisa, compartiendo con el pueblo, al presidente del Instituto Cubano del Libro fue demasiado tentador para este periodista. Juan Rodríguez Cabrera estuvo en la entrega de reconocimientos de la Uneac a los homenajeados de la provincia Olga Montes Barrios y Oscar Rodríguez Díaz. Lo encontré en el lobby del Cine Teatro Juárez riendo con los pequeños ganadores del Martín Colorín. Lo ví atento al panel de la Filial artemiseña de la Unión de Historiadores. Era una obligación para este periodista conversar con Juanito, como lo conocen en el mundo editorial, y hacerlo en la biblioteca Provincial Ciro Redondo García tuvo incluso una suerte de connotación simbólica.

Nuestro país vive una situación económica compleja y aún así la Feria se hace en su versión internacional y se lleva a las provincias. ¿Cuántos retos implica para el Instituto Cubano del Libro hacer realidad esta voluntad estatal?

―Es difícil. El mundo tiene una situación parecida a la nuestra con los precios de los insumos del libro físico que se han disparado. Estudios demuestran que hoy los precios de todos los insumos, comenzando por el papel y la cartulina, se multiplicaron dos y tres veces con respecto a cinco años atrás. Si a eso le sumamos un país bloqueado, donde el papel no viene por vía directa y tiene costos adicionales, para Cuba es muy compleja la compra de esos materiales. No obstante, el esfuerzo extraordinario de los gobiernos del país y cada una de las provincias hicieron posible que, en medio de estas condiciones, Cuba ha presentado más de 200 novedades editoriales en papel, tanto del Sistema de Ediciones Territoriales (SET) como los que pudimos imprimir en la industria con esos recursos que el Estado pudo adquirir. A eso le sumamos los libros que teníamos en inventarios, que rondan los tres millones y que se distribuyeron a lo largo del país.

―En este escenario, ¿el libro digital es una alternativa, una vía de escape para que no se detenga la producción literaria?

―Este año, especial por la situación que tenemos con los recursos y el bloqueo, le hemos dado un impulso al libro digital. No solo por los problemas para acceder a los materiales que necesita el libro físico, sino porque también en el mundo el libro digital ha ido ocupando su propio espacio. Cuba lleva doce años preparando a su personal, a sus editores, a sus diseñadores, para lograr un libro digital interactivo, que tenga mucha información. Poco a poco hemos aprendido a hacer ese tipo de libros a preparar las condiciones para que ese libro se abra paso, que se entienda como un libro más. Aspiramos a que las personas puedan descargarlo, a que podamos enseñar a nuestros lectores cómo se descarga.

Ya el Instituto Cubano del Libro ha creado su tienda virtual con el nombre librocubano.enzona.net, acompañada de una promoción coherente. Eso ha rendido sus primeros frutos en la etapa internacional de la feria donde más de 1500 ebook fueron adquiridos por los lectores a través de esta vía. En el caso de los libros físicos se vendieron 725 000 ejemplares a un precio promedio de 23 pesos cubanos, lo que en medio de la inflación actual evidencia un subsidio considerable.

Hoy el país hace un gran esfuerzo para esta actividad y ya se prepara la edición 33 de la Feria Internacional del Libro, que tendrá lugar del 13 al 23 de febrero de 2025.

― ¿No le parece optimista tanta seguridad?

―Lo digo con esa seguridad porque el acompañamiento que tenemos de nuestros escritores, de nuestros editores, del sistema editorial cubano, de todos los ministerios, de todos los institutos y consejos del Ministerio de Cultura, hacen posible que hagamos la feria y que la hagamos con lo que tenemos.

Nuestra principal fortaleza son los creadores, escritores, editores y promotores. Se trata de personas valiosas, capaces de ir a los barrios más complejos, menos favorecidos; de llegar a los lugares más intrincados de la montaña, de viajar en lo que tengamos y de sumarse a la gran batalla porque no descuidemos la cultura que nos ha traído hasta aquí.

No podemos descuidar la formación de valores en la gente. No podemos abandonar nuestro Programa Nacional por la Lectura donde el papel del Instituto Cubano del Libro puede calificarse de importante, pero es pequeño comparado con el papel que tienen que desempeñar la familia, la escuela, nuestros maestros, que para enseñar tienen que tener un nivel y una preparación.

Todos tenemos la responsabilidad de lograr que la lectura siga siendo, además de un acto de placer, una fuente de conocimientos, porque una persona con conocimientos, con valores y preparación puede enfrentar la vida de una mejor forma. Tenemos que recordar a Fidel cuando nos declaraba: “No te decimos cree, te decimos lee”, para que la formación llegue a ti y puedas desempeñar un rol activo y consciente en el desarrollo de nuestra sociedad desde el papel humilde que nos corresponde a cada uno.

―Casi veinticinco años del Sistema de Ediciones Territoriales también es una fortaleza de nuestro país

―El Sistema de Ediciones Territoriales lo creó el Comandante en Jefe a partir de una reunión de Directores Municipales de Cultura, en Expocuba, en febrero del año 2000. Allí un director municipal de cultura de la región oriental del país planteó la necesidad de que cualquier creador pudiera presentar su libro, su obra para que se evaluara y fuera posible su publicación.

Eran tiempos en los que el escritor tenía que trasladarse hasta la Habana a una editorial nacional o a las que existían en algunas provincias. La creación del SET unió el esfuerzo de 22 instituciones creadas que cierran el ciclo. O sea, en ellas se recibe el libro, se evalúa, entra al proceso si tiene las condiciones, se edita, se diseña, se prepara y también se imprime en las pequeñas impresoras Rizo que hace dos años se entregaron a cada provincia en un esfuerzo enorme del Estado. Este equipamiento nuevo permite seguir sustentando el sistema.

―Esas pequeñas editoriales provinciales han ganado mucho prestigio en el país. ¿Podría decirse que superaron las expectativas iniciales?

―El principio fundador de una editorial del SET es promover la obra de los autores que comienzan. Sin embargo, estos 24 años de desarrollo del sistema que se cumplirán el 13 de agosto, nos llevaron a que esas editoriales, además de hacer libros de autores principiantes también hacen libros de autores establecidos, de Premios Nacionales de Literatura y de autores extranjeros que ceden sus derechos para hacer sus libros en Cuba. Quiere decir que poco a poco esas editoriales, sin perder su esencia que tiene que seguir siendo visibilizar a los autores noveles, ampliaron su perfil.

― ¿Considera que el libro digital llegó para quedarse o es una solución del momento que se ajusta a nuestra realidad?

El libro digital ayuda a que la obra de un autor que comienza no se quede en la provincia sino que viaje por el país y por el mundo. Claro que hay costos para hacer un ebook y hay que pagar derechos de autor. Considero que el libro digital está echo para todos los países pero para Cuba tiene un sentido especial. Somos un país bloqueado, que no puede competir en las grandes plataformas internacionales donde hay que tener mucho dinero y donde hay que penetrar sabiendo que el bloqueo también funciona para que el libro nuestro no llegue por esa vía. Pero hoy los dos mil títulos digitales que tiene Cuba están ubicados en más de cien plataformas en el mundo y las ventas comienzan a tener un significado. Lo primero que hicimos fue preparar, no solo a las editoriales para hacer los libros, sino tambien a sus receptores que son los ciudadanos. La carga informativa que hicimos para preparar la feria incluye muchos spots, entrevistas y materiales para que las personas conozcan cómo acceder, comprar, disfrutar un libro digital. Más de cincuenta editoriales del país hacen libros digitales, pero aspiramos a que las 186 editoriales de nuestro país, que puede ser un número para un país grande y desarrollado, se sumen. Y no solo libros, queremos que se produzcan revistas, boletines y otros materiales digitales que la población necesita. Ya tenemos los primeros frutos. Por ejemplo, en La Cabaña vendimos casi dos mil libros digitales.

―Hay personas, escritores y lectores, que rechazan el libro digital. Pero los datos que usted ofrece hablan de un resultado concreto. A fin de cuentas se trata de más libros y de más lectores.

―Es un gran reto. Aún teniendo papel el libro digital tiene su destinatario. Tiene que jugar su rol porque nos sirve muy bien como país bloqueado. Es la forma que tenemos para que nuestros libros lleguen a otras latitudes y se conozcan no solo las obras sino a nuestros escritores y la realidad de este país. Que se conozca por qué luchamos y por qué nos mantenemos defendiendo los principios históricos de esta Revolución.

― Con todos los elementos que me ha compartido no tengo dudas de que usted es un hombre muy ocupado. ¿Por qué venir a la Feria del Libro de Artemisa?

―He venido a Artemisa porque esta editorial maravillosa que es Unicornio posee un hermoso historial de aportes a la cultura. Aprovecho para recordar a nuestro querido Orlando Chávez, que físicamente no nos acompaña pero está presente en el espíritu de estas ferias. Su recuerdo inspira y hace posible que en tiempos difíciles el libro en Artemisa siga vivo y tenga autores importantes no solo para esta provincia sino para el país. Por eso es importante estar en la feria con los artemiseños y apoyar el gran esfuerzo que hacen. Queremos que su editorial siga estando entre las mejores del país, que siga viva y cumpliendo su función principal que es atender a sus escritores y a las personas que hacen feliz a un escritor cuando el libro se edita bien, se diseña bien y se promueve bien.

No podemos darnos el lujo de hacer libros para los almacenes. No podemos darnos el lujo de repetir errores del pasado. Ese es un compromiso que tenemos con el libro físico, con el libro digital, con nuestros escritores, con nuestra cultura y con la memoria de Fidel. Él sigue siendo el gran inspirador de la cultura para las masas, del libro para el conocimiento humano, del libro para desarrollar al ser consciente que pueda tener un papel activo en la construcción de esta sociedad inédita por la que apostamos contra todas las dificultades.

Los tiempos son difíciles pero el esfuerzo es grande y también la voluntad. No solo del Instituto Cubano del Libro. Somos un minúsculo representante de todo lo que se hace. Si estuviéramos solos sería imposible dar a conocer a lo largo del país la maravilla que hace una provincia como Artemisa. Solos sería más difícil decirle al mundo que seguimos vivos, seguimos en batalla y no nos vamos a entregar.

Con Juan Rodríguez Cabrera converso unos minutos más, compartimos un café, me habla de planes, de estrategias, de escollos en el camino. No parece apurado y se nota seguridad en cada una de sus palabras. Me siento en el parque Libertad a meditar sobre nuestra conversación y sobre las complejidades que implica un cambio como este hasta que alguien me saca de mis pensamientos. En pocos minutos se presentan las novedades editoriales de Unicornio. Son libros digitales y son excelentes. Ya me he leído algunos y no me puedo perder ese acontecimiento.

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