Creado en: febrero 5, 2022 a las 11:10 am.

Y quedará la luz

Cartel tomado de El Caimán Barbudo

Por Kevin Soto Perdomo

Desde una silla del público, una pregunta estalla en un susurro accidentalmente indiscreto. Los rostros, por encima del nasobuco, revelan un esfuerzo por comprender, pero también asombro, emoción y deleite. En un momento determinado, oigo cómo atrás de mí un señor le comenta a otro: “Me disculpará Doimeadiós, pero no entiendo ni papa”. A lo que el otro muy romántico le responde: “Es que no hay nada que entender. Esta obra es como la poesía, es para ser sentida”.

El espectáculo Luz, galardonado con el premio Villanueva de la Crítica, es una exposición de sentimientos en bruto. Es caótico, anacrónico. No presenta diálogos ni personajes, en cambio, muestra arquetipos de cubanos, quienes cantan o declaman durante toda la función. La música es constante, no hay lugar para el silencio. Luz busca traducir, de la poesía a la escena, la Cuba que Sigfredo Ariel dibujó en versos.

Osvaldo Doimeadiós, actor y director de la obra, comenta que Sigfredo Ariel fue un artista que creía en la bondad del ser humano, algo en lo que deberíamos tener fe en estos tiempos más que nunca. “El espectáculo en un inicio se iba a llamar A la Luz de un bolero, pues el bolero es un género musical relacionado con Sigfredo. Pero nació en un momento muy complicado, condicionado por la pandemia, el cual nosotros interpretamos como un largo túnel oscuro donde nos encontramos avanzando, pero sin todavía ver por completo la luz al final. Entonces, esa palabra, luz, denota una necesidad de tener fe, una urgencia por buscar lo mejor del ser humano”, expresa el director.

Para la realización de la obra, la escritora Laidi Fernández de Juan realizó una selección de poemas de Ariel. Esto permitió a los actores adentrarse en su mundo poético. Los textos fueron reinterpretados y adaptados para trasladarlos a las tablas en microhistorias que se yuxtaponen e interrelacionan en la escena.

Doimeadiós comenta que el espectáculo apuesta por exaltar la libertad, la belleza, el valor de hacer arte por encima de cualquier barrera, coyuntura o circunstancia. Quiere gritar la poesía de Sigfredo, pero no con un grito ramplón, sino con un grito colmado de armonía. Motivo por lo que el ambiente está dominado por la música.

“Desde que Doime me contactó, el propósito era buscar un género musical que unificara todo el criterio”, declara Carmen Rosa López, arreglista, música y actriz en la puesta. “Estudiamos y trabajamos hasta decantarnos por el bolero, pues es un género recurrente en la obra de Ariel. Entonces queríamos partir de lo conocido a lo desconocido. Para ello no buscamos boleros específicos, sino que le pedimos a los mismos actores que nos aportaran los que ellos conocieran para así construir una estructura musical similar al público”.

Los arreglos y el trabajo con las tonalidades de las voces fueron claves para una puesta en escena limpia y fluida. Según Carmen Rosa, Luz es una obra que se expande y, en ese proceso, no puede haber frenos ni obstáculos. “Queremos revelar homogeneidad entre la música y el texto poético. Por eso nos esforzamos en hilvanar muy finamente cada una de las partes para esconder las costuras entre lo poético y lo musical. Nuestra intención es mostrar un todo colmado de lirismo. Pienso que de esa manera regalamos recuerdos y revivimos la memoria sonora de un público de edad avanzada y a su vez a los más jóvenes le mostramos algo de las melodías más próximas a nuestras raíces”, declaró la música.

Según Doimeadiós, debido a las dificultades generadas por la pandemia, hace más de un año trabajan en Luz. “Abrimos este centro en diciembre de 2020 gracias a la generosidad del Dr. Eusebio Leal Spengler. Pero con el pico pandémico nos vimos obligados a cerrar. Entonces trabajamos desde casa, sobreexplotamos el WhatsApp. Hasta que en octubre abrimos, otra vez, con Oficio de Isla, obra estrenada en 2019 y de la cual tomamos el nombre para fundar la Comunidad Creativa Nave Oficio de Isla. Y mientras pasábamos esta función, trabajábamos en Luz. Ha sido un esfuerzo titánico de todo el equipo”.

Muchos de los actores, durante el proceso de preparación, se han enfermado o han sufrido contratiempos, razón por la cual han necesitado buscar relevos para no dejar caer el espectáculo.

“Cubrí en el estreno a una actriz del elenco que no pudo estar”, declara la actriz Yaité Ruiz. “Este es mi primer trabajo con la Comunidad Creativa. Todo fue muy loco, imagínate, llegué y sin apenas ensayar salí a escena. Solo la voz fue lo que más trabajé. El día antes fue muy fuerte con la maestra Carmen Rosa, pues no soy cantante y no tengo la voz lo suficiente educada para una obra tan musical como esta. Todavía estoy improvisando un poco. Es difícil, hay muchos desplazamientos. Pero el equipo es muy bueno y hemos conectado lo suficiente para llevar a cabo la presentación con éxito”.

Yaité comenta que Luz tiene un gran significado para ella, pues confiesa haber sido una desconocedora de la obra de Sigfredo Ariel. “Esto fue un hallazgo tremendo. Me enamoré de su poesía. La encuentro tan diáfana, tan directa. Para mí es muy teatral. Entonces formar parte de un espectáculo así de libre, pero a su vez construido como una catedral para reverenciar a este poeta, me llena de felicidad porque Luz es esperanza, fe. Es valorar la belleza”, expresa la actriz.

Por su parte, Jonathan Navarro, cantante lírico y actor, comenta que el contacto con toda esa poesía es como ver el mundo desde otro ángulo. Construye otro campo que se abre y limpia el espíritu.

“El trabajo es fabuloso”, afirma Navarro. “Trabajar en esta obra con este equipo es como estar en una escuela, todos los días se aprende algo nuevo. El proceso funciona como un organismo que se expande cada vez más. Con cada ensayo, con cada presentación el espectáculo se va volviendo más grande. Creo que es una hermosa manera de simbolizar precisamente lo que es la luz”.

Según Doimeadiós, uno de los propósitos es que la presentación funcione como un ser vivo. “Cada uno de nosotros, desde los actores hasta el público, le vamos a ir aportando a la obra. Va a crecer poco a poco gracias al trabajo creativo y a la retroalimentación con el público. Se le harán aportes en la actuación, la música, la danza y en lo escénico en general. Con cada puesta buscamos romper esas burbujas que a veces nos separan en la creación, generar ligaduras entre la mayor cantidad de manifestaciones artísticas posibles y establecer un diálogo vivo con el legado de Sigfredo”, expresa el director.

El último poema lo lee Osvaldo Doimeadiós. Tras el verso final, nos paramos y comenzamos a aplaudir. La fila que forma el elenco saluda y luego, un inesperado reggaetón desata una suerte de conga que se despliega sobre todos los presentes. De esa manera, todos salimos de la sala para toparnos con una pared llena de dibujos de Sigfredo. Ahora, reunidos en un semicírculo alrededor de ese muro, volvemos a aplaudir, conscientes de que cada uno de los presentes se lleva algo distinto de la obra y seguros de que nos quedará la luz.

Tomado de El Caimán Barbudo: https://medium.com/el-caim%C3%A1n-barbudo/y-quedar%C3%A1-la-luz-7f548986c828

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