Creado en: octubre 28, 2021 a las 09:40 am.

Camilo Cienfuegos: un enamorado del arte

Gerónimo Besánguiz, estudioso de la vida del Héroe de Yaguajay, cuenta anécdotas del guerrillero a quienes visitan el Complejo Histórico comandante Camilo Cienfuegos. (Fotos de la autora)


El arte y la cultura encontraron en Camilo Cienfuegos Gorriarán a un acérrimo aliado. En su niñez le apasionaba declamar décimas. Por ello atesoró en sus manos- en varias ocasiones- diplomas de oro, que se daban en aquella época durante los estudios primarios. Así fue creciendo la sensibilidad del Héroe de Yaguajay.
«Su pasión por la escultura fue casi innata», aseguró a este sitio digital el estudioso de la vida del Señor de la Vanguardia, Gerónimo Besánguiz Legarreta, quien por varios años ha sostenido las riendas del Complejo Histórico comandante Camilo Cienfuegos, ubicado en la provincia de Sancti Spíritus, y declarado, en 2019, Monumento Nacional de la República de Cuba.
«Como autodidacta tenía un trabajo muy fuerte. Gracias a su esfuerzo personal extraordinario, matriculó en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, pero no pudo rebasar los cuatro meses porque, hasta los libros eran muy caros, lo cual imposibilitó sostener sus estudios. Abandonó la escuela y comenzó a trabajar en El Arte, un establecimiento comercial, que además era una sastrería».

  • ¿Qué piezas, de esa época de la niñez y adolescencia de Camilo, trascienden en el complejo?
    «Atesoramos el único juguete que hoy se conserva de él. Se trata de la réplica de un Winchester, el arma por excelencia del oste americano. En los años 50 se vendía aquí como un juguete. Conservamos la foto en la que él está utilizando ese juguete, imagen que es de incalculable valor».
    «De las pocas obras que se conservan de su estancia en San Alejandro, se inscriben dos vaciados que hizo en las prácticas: la cabeza de un angelito y la de un apolo. Además, hay un repujado en cuero. Eso, junto con un carboncillo que hay en el Museo de la Revolución, son las únicas piezas de su corta estancia en la mencionada academia».
    «El Museo Nacional tiene un traje confeccionado por Camilo para unos carnavales, hecho de retazos. Es a sobremedida, y da fe de su extraordinario dominio del oficio de sastrería».
    «La instalación tiene exponentes como la ametralladora Thompson empleada por él en la Batalla de Yaguajay. Hay otras pertenencias de diferentes momentos, entre ellas el teléfono que tenía cuando era jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, allá en Columbia».
    «Cuando la celebración del aniversario 60 de la creación del Frente Norte de Las Villas, los familiares del general Sergio del Valle, quien fue su capitán médico en la guerra, donaron un busto de Camilo, el primero que se hizo en este país».
  • ¿Cuál es la historia de ese busto?
    «Camilo tenía un especial interés por desarrollar el arte. Estaba organizando la primera exposición en el Museo de Bellas Artes, de Cuba, que se iba a inaugurar en diciembre del año 1959. El combatiente y escultor Osneldo García, quien conoció a Camilo aquí en Yaguajay, estaba trabajando en esa exposición».
    «El 28 de octubre de 1959 desapareció Camilo, y Osneldo hizo ese busto a partir de una foto del héroe sin sombrero. Es una talla en Sabicú, madera preciosa cubana. Luego fue laqueado. Osneldo le donó la obra al general Sergio del Valle, quien la mantuvo durante toda su vida en todos los lugares donde trabajó. Ese es el último exponente que adquirió el museo. Una verdadera obra de arte».
    «Camilo vivió 301 días de Revolución», detalló Gerónimo Besánguiz Legarreta, mientras hizo el recuento de algunas acciones acometidas por el Hombre del Sombrero Alón para desarrollar el arte y la cultura en Cuba.
    «Estamos adaptados a ver a Camilo asociado a la vida militar, pero cuando triunfó la Revolución, fue quien organizó la primera película cubana que une a varios directores de cine de aquella época. Él, junto con Alicia, sacó el ballet de los teatros y lo llevó, incluso, a la Sierra Maestra».
    Cuentan que, tras el triunfo de 1959, el guerrillero apasionado de las artes, regresó a San Alejandro para ver cómo continuaba la escuela. Allí volvió al encuentro con los profesores, quienes mostraron la admiración por aquel hombre amante de la poesía, la música, la escultura y la pintura.

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