Creado en: febrero 20, 2022 a las 09:33 am.

Cartelera habanera de 200 años, febrero de 1822

Las temporadas o años cómicos en España y sus colonias solían cumplir un calendario que se regía por los cánones de la religión católica. En consecuencia, no se ofrecían funciones de teatro durante el período de Cuaresma –fecha por demás móvil, según la liturgia. El año cómico comenzaba el Domingo de Pascua de Resurrección y finalizaba el segundo martes de Carnestolendas –carnavales-, día anterior al denominado Miércoles de Ceniza. Por esa causa, es frecuente encontrar que las carteleras se suspenden algún día de febrero o marzo y recomienzan casi siete semanas después, generalmente en abril. Este es el caso de la programación teatral de febrero de 1822, harto reducida porque finaliza el martes 19, segundo de Carnestolendas, además de que no encontré en bibliotecas y archivos los periódicos del 2 al 5 y del 8 al 16, un total de trece.

Esta relación cronológica se rige por unas pocas pautas

           Los seudónimos y títulos en cursivas.

           En las obras musicales se consigna primero al compositor y luego al libretista.

s/   “sobre”, es decir, versión, refundición o traducción de un original anterior.

Int: Intérpretes -siempre en negritas-, que pueden ser actores, cantantes, bailarines o músicos.

Mús: Música

Dir. y prot: dirige y protagoniza

Sd: seudónimo

S/f: sin fecha, pero ser representó en ese mes

Todas las funciones en el Teatro Principal salvo indicación expresa. No se consignan los días en que no se anuncia cartelera o por la inexistencia en nuestros archivos del número correspondiente a los órganos de prensa de la época. La información de este mes fue extraída del Diario del Gobierno Constitucional de la Habana, y de las papeletas manuscritas por el sabio bibliógrafo matancero José Augusto Escoto, quien a principios del siglo XX consultó miles de números de los periódicos cubanos de la centuria anterior.

Viernes 1º: Fiesta patriótica por los voluntarios nacionales. Recreo bailable. Estreno. Coreografía: Andrés Pautret.

Miércoles 6: La virtud perseguida por la superstición y el fanatismo. Pieza jocosa. Estreno. Juan López Estremera. Beneficio de Manuel Antonio Coccó. Int: J. L. Estremera; Los seis caracteres. Opereta jocosa unipersonal. Bernard de Bury y J. L. Estremera. Int: J. L. Estremera.

Jueves 7: La estrella de Sevilla o Sancho Ortiz de las Roelas. Tragedia. Cándido María de Trigueros s/Andrés de Claramonte; El cochero y Monsieur Corneta. Sainete. Ramón de la Cruz.

Domingo 17: El imperio de la verdad o Ilustre sepulturero. Drama. Estremera y Dionisio Solís. Int: J. L. Estremera; El sacristán santo. Sainete. Int: Isabel Gamborino, Francisco Covarrubias, Manuel García, J. L. Estremera.

Martes 19: Se repite la función del domingo 17.

S/f: Juan de Padilla y los comuneros o El héroe Padilla en Villalar. Tragedia. Estreno. José Maqueda. Dir. y prot.:  Diego María Garay. Otro int:  J. L. Estremera.

En esta programación resalta la presencia de Juan López Estremera, peninsular de acentuada versatilidad: actor, cantante, bailarín, director  y dramaturgo, amante del riesgo y defensor de las técnicas escénicas más avanzadas de su tiempo. Había sido contratado en el cenit de una pujante carrera por la compañía habanera en 1815, después de haberse fogueado en Madrid, Buenos Aires y Montevideo. Entre 1819 y 1820 probó suerte en el Principal de la capital mexicana y regresó a La Habana. De aquella aventura selecciono este comentario del libro El actor en el siglo XVIII, entre el Coliseo y el Principal, de  la investigadora Maya Ramos Smith:

La presencia de López Estremera marcó efectivamente un cambio, tanto en estilo como en repertorio. Poco después de su llegada obtuvo grandes éxitos con su traducción de Inés de Castro y sus montajes de La esposa persa, Pelayo y Orestes y –se dijo- su influencia sobre la compañía se manifestó en “ mejoras en la etiqueta, propiedad en los trajes, emulación entre los actores, y adelantos considerables del señor Aragón, a quien únicamente faltaba un buen maestro.” (Periódico El noticioso general de México, 1° de diciembre de 1819).  Su estilo, sin embargo, encantando a unos y disgustando a los conservadores, provocó controversias, no solamente por su realismo y sus violentos arrebatos pasionales sino por su nuevo repertorio en el que se destacaban los melodramas románticos como Aradín Barbarroja o Los piratas en el bosque de los sepulcros –que en la década siguiente harían furor-.

Hasta este febrero de 1822, había estrenado al menos seis obras, todas representadas en Cuba. Ahora entregaba La virtud perseguida por la superstición y el fanatismo, anunciada para el 31 de enero, pero se suspendió por lluvia. Es muy probable que haya sido escrita en Cuba; incluso fue publicada este mismo año en La Habana. En el folleto que afortunadamente se conserva en la Biblioteca Nacional José Martí, se relacionan los personajes:

Hortensia, joven

El obispo de Mallorca, Inquisidor mayor

Fray Judas, Inquisidor

Don Anastasio, Fiscal del Santo Oficio

Don Cándido, secretario del Santo Oficio

Bárbara, carcelera de mujeres en la Casa de la Inquisición

Juan Marté, labrador, padre de Hortensia

Babú y Mas-Arali, arraes argelinos

Soldados argelinos

Jueces y familiares del Santo Oficio

Su drama Imperio de la verdad e ilustre sepulturero, en colaboración con el interesante dramaturgo Dionisio Solís  (seudónimo de Dionisio de Villanueva) había sido estrenado en el Teatro de la Cruz en 1806 y en el Principal habanero en 1818. En este mismo coliseo dio a conocer, quizás por primera vez, la opereta jocosa Los seis caracteres, en junio de 1821. Está basada en la composición operática Los caracteres del francés Bernard de Bury. En ocasión de aquella primera presentación, el periódico describe:

[…] el Sr. Estremera desempeñará varios caracteres vistiéndose para la metamorfosis de éstos con una ligereza admirable: las piezas de música vocal son de los más acreditados compositores y que cantará el citado actor, confiado en la indulgente tolerancia con que este benigno público premió su desempeño en el monólogo del Caín;  en la misma pieza, como propios de su argumento se jugarán los fuegos ilíricos.

Otros dos estrenos fueron el recreo bailable de Andrés Pautret, prolífico artista danzario del que ya he citado algunos ballets; y la tragedia Juan de Padilla y los comuneros, de un humilde apuntador del teatro madrileño del Príncipe, José Maqueda, quien antes había dado a conocer alguna comedía y unos sainetes. El tema y el argumento eran demasiado atractivos para la vocación liberal del actor y director Diego María Garay, por lo que no titubeó en estrenarla. En las fuentes consultadas no he encontrado el estreno de esta tragedia en la península. Sobre Garay, uno de los teatristas españoles más interesantes de este primer tercio del s. XIX, les prometo más información en otra entrega.

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