Creado en: abril 12, 2022 a las 09:21 am.

Conquistas y puntualizaciones

Pilar Boyero en San Remo Music Awards Cuba 2022. Foto: Ariel Cecilio Lemus

Por mucho que intentaron descalificar el evento, este salió adelante. San Remo Music Awards Cuba se hizo realidad y ninguna de las maniobras por arruinar la fiesta de la música, de la solidaridad, del hermanamiento entre las culturas de Cuba e Italia pudo opacar un hecho evidente: la resistencia creativa de una isla insumergible.

Se pueden y se deben discutir aspectos relacionados con la realización artística del concurso, con la estética de los espectáculos, con las expectativas cumplidas o no de la implicación de las industrias culturales, pero haber anticipado, como pregonaron algunos meses atrás, el naufragio de un festival, al sacar cuentas apresuradas en torno a la ruptura del compromiso por parte de algunos invitados extranjeros, fue un acto de alevosía coordinadamente fraguado por quienes no solo pretenden el apagón cultural en Cuba, sino apagarnos por completo.

Para que se tenga una idea del ensañamiento, digamos que abarcó desde sembrar dudas sobre la legitimidad de la franquicia San Remo Music Awards hasta las más brutales presiones contra los participantes. Si vas a Cuba, olvídate de Miami; si cantas al pueblo cubano, te pierdes los beneficios del mercado latino secuestrado por la industria del espectáculo que ejerce su hegemonía desde el sur de la Florida.

Un dúo y un cantante famosos –ojo, fama no es sinónimo de talento– recibieron como compensación la oportunidad de ofrecer un concierto en Miami. Lo del dúo no tiene nombre; dos años atrás se presentaron en Cuba, bajo el auspicio de instituciones culturales cubanas, y ahora se apean con que «cuando nos llaman, pensamos que es a través de un promotor, como lo hicimos la última vez, no a través del régimen (…). Lo sentimos mucho, pero no sabíamos que el régimen estaba haciendo esto». A un cantante mexicano lo conminaron a bajarse a última hora, incluso con parte de su equipo ya en La Habana. Admitamos que estos son los riesgos que se corren cuando de «famosos» se trata, cuando se apuesta por íconos mediáticos con pies de barro.

Golpe bajo también fue el de cuestionar la presencia de «glorias pasadas, poco relevantes para cualquier público menor de 30 años», según afirmó una publicación alineada con el intento de poner en solfa la realización del evento. Una aclaración personal: nunca fui devoto de la mayoría de los colectivos españoles que se escuchaban en los programas Nocturno de décadas anteriores, mientras que los cultores de la canción italiana invitados al San Remo Music Awards Cuba no clasifican entre mis favoritos. De la nómina que arribó a Cuba, mi mayor respeto lo merece la española Pilar Boyero, auténtica cultora de la copla, en la línea enaltecida por el inolvidable Carlos Cano, quien dio muestra de su jerarquía en compañía del pianista Alejandro Falcón. Pero cómo es posible echar mano a una vara que dictamine qué artista está en alza o declive para merecer o no una invitación.

San Remo Music Awards Cuba no quedó solo en el concurso de talentos interpretativos, el cual abordaremos más adelante. La intención de tejer una trama entre moda, gastronomía, oportunidades de negocios e intercambios con emprendedores vale por sí misma. Corresponde ahora balancear el saldo. También el evento se expandió hacia espacios recreativos de participación popular en el Club 500 –soy de los que prefiere seguirlo nombrando círculo José Antonio Echeverría– y a la calle Galiano (Avenida Italia). Y a una gala sinfónica de altísimos quilates en el propio Teatro Nacional.

La televisión cubana permitió que los espectáculos de la sala Avellaneda trascendieran el ámbito del Teatro Nacional. En su centro, el concurso de interpretación. Que el jurado oficial y el de la prensa no coincidieran no significa enfrentamiento ni oposición, sino divergencia de criterios valorativos, lo cual es válido y no debe crispar a nadie. El dúo Iris ganó sin hacer concesiones a su muy coherente línea de expresión armónica y melódica. Alejandro Padrón, segundo lugar, ostenta armas vocales e interpretativas que lo deben conducir a más altos empeños. Saeed Mohamed, quien compartió el tercer puesto con Dayris Álvarez, es un tenor hecho y derecho, y como tal alardeó de sus atributos técnicos. Para muchos mereció mejor fortuna. Porque, a diferencia de la mayoría, no apeló al énfasis desmedido para hacerse notar, ni a una expresividad rayana con el paroxismo. No son defectos propios de los concursantes, sino de los modelos inspiradores, consagrados por ciertos códigos estrechos e inamovibles del pop latino y reproducidos con entusiasmo y acríticamente por nuestros medios de comunicación.

La excepción, Aníbal Ramos, que puso cada nota en su lugar, cada inflexión donde venía a cuento: solfear, sentir, expresar. Mi mejor canción, de José Antonio Méndez, compuesta en 1957, en su voz parecía haber sido escrita hoy mismo.  

Cabe preguntarse cuál es el sentido de la competencia. ¿Poner de relieve los valores de la canción cubana, de su incesante y auténtica renovación, mediante intérpretes calificados que defienden esos valores, o favorecer a dos o tres compositores que no se diferencian de lo que fabrica y difunde la industria en función del mercado? ¿Cómo admitir que dos de las canciones interpretadas por los finalistas sean de un autor que forma parte del jurado? ¿Dónde está la ética? Si San Remo Music Awards Cuba quiere ser una ventana de Cuba abierta al mundo, lo que se refleje en ella tendrá que parecerse a lo que somos. En términos musicales, la singularidad casi siempre estuvo ausente, por no hablar de pretender vender la tercera noche una gala acústica que nunca fue.

El concurso estuvo arropado por los llamados momentos especiales y oberturas e intermedios danzarios. Una llamada de atención: Tropicana fuera de Tropicana dejó dudas, más cuando el cuadro seleccionado, fuera de su contexto, desnaturalizó el legado cultural africano, constriñéndolo a un folclorismo de saber colonial. Otra llamada de atención: Vivaldi en la retórica disco deja de ser Vivaldi para convertirse en una triste y ruidosa caricatura. Una tercera: hay que celebrar el homenaje a Adalberto Álvarez, y desmarcarse con el tributado a Rafaela Carrá. Fanatismos y gustos aparte, la diva italiana jamás fue vulgar.

Para que San Remo Music Awards Cuba siga haciendo historia entre nosotros –a ello no debemos renunciar– habrá que empinarse sobre los resultados y proponer cotas más altas y depuradas. El encuentro entre las culturas de Cuba e Italia lo merecen.

Tomado de: https://www.granma.cu/cultura/2022-04-11/conquistas-y-puntualizaciones-11-04-2022-21-04-52

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