Creado en: agosto 21, 2022 a las 09:53 am.

De las Grandes Ligas al Salón de la Fama del Arte

Tanto en las Grandes Ligas, cómo en la primera división de fútbol o en los clubes de boxeo profesional, existen jugadores estrellas, deportistas indispensables para un equipo e incluso para la propia Liga. Pero también existen deportistas mediocres, de bajo nivel, que no corresponden a la primera división, pero que por su contrato, no pretenden salir de la entidad. Aspiran a seguir raspando la mayor cantidad de tiempo y dinero posible a sus equipos, sin importar el daño que les hagan. En los carteles más importantes de boxeo, existen también boxeadores sin nivel que su función es recibir golpes, vender entradas y cobrar por la victoria del otro.

Como en el deporte, existen artistas parásitos, que sin obra ni oficio, rapiñan toda una vida para sobrevivir. Sin conocer el verdadero sentido del arte, sin tener un mínimo de conciencia de qué es la creación en sí, presumen de un puesto en esas Ligas. Aluden a la edad como sinónimo de experiencia y agrupan a los jóvenes en una supuesta Liga Menor o de Desarrollo.

El arte no tiene edad, no tiene rostro, el arte no es una época, es una continuidad histórica. Si en el Renacimiento no hubieran dado paso a los jóvenes quizás Da Vinci no hubiera hecho tanto, quizás la Capilla Sixtina fuera solamente una hermosa construcción y nada más, tal vez nunca hubiéramos llegado ni al Manierismo. La renovación es parte del ciclo de la vida, pero el proceso ha de ser natural, jóvenes y maestros se deben aunar y ayudar para que el futuro sea distinto a lo que se vive hoy. Si continuamos la analogía con el deporte, el FC Barcelona por ejemplo, llegó a lo más alto porque tenía jugadores veteranos con muchísima experiencia pero a la vez tenía jugadores jóvenes con muchísimo talento. Este club dejó de renovarse, y cuando la plantilla estaba plagada de veteranos, tocó fondo. La juventud y el talento también son factores importantes en el arte, y se deben tener en cuenta.

El concepto de arte joven es tan abundante que permite dar lugar a estudios, paneles o a toda una serie de tesis o maestrías que permitan llevar por un mejor camino la cultura en Las Tunas. Si se continúa a este ritmo, dentro de unos años el arte joven estará prácticamente devaluado o arrinconado. Y es que por estos lares hay un vacío ¨”remediable¨” entre los viejos maestros y los nuevos talentos, así como en la vital articulación que se necesita entre los directivos, las instituciones y los artistas para desarrollar proyectos que salvaguarden la calidad de los productos artísticos.

Urge continuar aportando contenidos estéticos y artísticos que se conviertan en paradigmas para las futuras generaciones. Apura una conciencia institucional, que distingan los errores y trabajen en remediarlos. Se necesita aprovechar todas las potencialidades con las que se cuenta para ser más eficientes y poder hablar de verdaderas Grandes Ligas en el arte tunero.

Si se lleva a la praxis todas las teorías, todas las ideas, todas las ¨ganas de hacer¨ que se dice reunión tras reunión, discurso tras discurso, entonces estas palabras no tendrían sentido. Sería otro movimiento cultural el que se viviría en esta entristecida ciudad. Rescatar la alegría, la vida de las galerías, los salones y concursos, debería ser una prioridad.

La culpa, la maldita culpa de este entristecimiento no la tiene la AHS por ser tan exigente en sus crecimientos. No es culpa de que ya no exista la Academia de Artes Plásticas que tantos resultados tenía. Quizás tampoco sea culpa de que el Fondo en su tienda de materiales solo tenga para ofrecer metros de telaraña o que no apoye a los artistas o eventos que se organizan fuera de su llamada ¨Vanguardia artística¨. La culpa no es de la UNEAC por pensar que sus miembros solo son los grandes maestros que en algún momento fueron jóvenes pupilos y no darse cuenta que las nuevas generaciones serán sus miembros del futuro. El error no está en que cada institución ale para su lado, en que vivan un constante fuego cruzado en vez de buscar soluciones. No hay culpa en que no se usen correctamente los espacios y talleres en función de un desarrollo artístico. Que el Centro de Desarrollo de las Artes no haga honor a su nombre y que permanezca cerrado tampoco es un error.

El problema está en que no hay interés, en que cada cual está cómodo en su pedacito, en que buscar una solución conlleva salir de ese confort, gastar tiempo y esfuerzo. Hay temor a ser reemplazado, a perder un ¨estatus¨, a dar paso al alumno que formaron. El bloqueo es mental, el miedo es mental. Los verdaderos Grandes Ligas no serán reemplazados, con el tiempo habrán renovaciones, pero los nombres quedarán grabados en el Salón de la Fama, y a este solo entran los verdaderos, los que tienen una obra y un talento digno de este puesto, no los arrogantes que no dan el nivel ni en esta Liga ni en la de Desarrollo. La arrogancia no lleva a ninguna parte más que al fracaso. Pensar y decir es una cosa, pero ser y estar, querer y hacer, son cosas distintas.

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