Creado en: septiembre 30, 2021 a las 07:53 am.

El Ambia nuestro de todos los días

El otro día le comenté a una amiga acerca de un poeta cuyos primeros poemas fueron escritos sobre pedazos de papel arrancados a los sacos de cemento mientras trabajaba como obrero en las obras de construcción del Hospital Hermanos Ameijeiras.

– ¿Y cómo se llama ese poeta? -Preguntó curiosa mi amiga.

– Se llamaba, se llama Eloy Machado Pérez le respondí, uno de los negros más auténtico y originales que he conocido en mi vida.

– – ¿¡Negro!?, pero tiene apellido de blanco.

– – ¿Y cuál es el apellido de negro? -le pregunté a mi destilada amiga.  Y entonces recordé la elegía de Nicolás y que los negros no tienen apellido propio:

– ¿Seré Yelofe?

– ¿Nicolás Yelofe. acaso?

– ¿O Nicolás Bakongo?

– ¿Tal vez Guillén Banguila?

– ¿O Kumbà?

– ¿Quizá Guillén Kumbà?

– ¿O Komguè?

– ¿Pudiera ser Guillén Konguè?

– ¡Oh, ¡quién lo sabe!

– ¡Qué enigma entre las aguas!

Si, y es que en Cuba el apellido nos viene de Iberia o de Europa, ninguno de la áfrica subsahariana, de aquellas tierras de oscuros montes y de monos equilibrista. Acaso conocéis usted querido lector a una Maritza Akinyemi o a un Eugenio Obaniye, o Moraima Olumide; Pedro Kiwakaro; Margarita Iyatunde; Emeterio Oyesakin o Raquel Kiriname; No, aquí todos somos Pérez como Jacinta la madre querida de este Eloy Machado, o Hernández, Fernández, García, Martínez, Díaz, Sánchez, Rodríguez, González…

¡Qué enigma entre las aguas!

Pues, sí señorita, el poeta del que le hablo asumió su identidad a partir de sus raíces y las raíces de sus raíces y se dijo llamar El Ambia, el de la cara de perejil y la audacia de sus versos en la corriente de su voz.

La, la, la, la, la.

“El Ambia nuestro de todos los días con tambores como ojos, risa dormida y burlesca, centrada en un corazón de niño, el que todo lo que dice se convierte en poesía.

La, la, la, la, la.

El que se crío en el barrio el Reverbero de esta Habana coqueta y que no estuvo en más escuela que la de la calle, y quién se inició en el arte tocando en escaparates, cajones, cazuelas y sillas y se convirtió en el Poeta de la Rumba por culpa de El Cimarrón de Palabras Rogelio Martínez Furé.

El Ambia, el que inventó la peña más popular de la UNEAC, la que fue atacada y vilipendiada que yo lo sé, que yo lo sé. porque era “cosa de negros”, aunque iban todos mezclados incluyendo al héroe Afígenio, comandante del pueblo, quien no escogía otro lugar para beberse un trago ron, que yo lo sé.

Si, querida amiga, el poeta de quién el maestro Cintio Vitier escribió el prólogo de su primer libro Camán lloró (Llora conmigo) y apuntó; “Pero cuando de pronto, y por la esquina más inspirada, se nos aparece el poema real con su poeta, conocido o desconocido, volvemos a saber y saborear, como la primera mañana del mundo, lo que es la poesía”.

La, la, la, la, la.

Y de El Ambia dijo más Cintio Vitier ” soldador y poeta revolucionario, con su lenguaje popular cubano, acabado de nacer, y maduro, completo desde todo su ritmo, todo su dolor, toda su alegría. Lenguaje raíz, coloquial de verdad, común de uno, inventor de sí mismo. Lenguaje pueblo”.

Un día de celebración en la Sala Martínez Villena, mi amigo el poeta, narrador y periodista Emilio Comas evocó como nuestro Poeta Nacional hablando de la obra iniciática de El Ambia dijo una frase que mucha gente no querrá recordar: ” este es el Sóngoro Cosongo de esta época”.

Él era el ambia de su ambia, el ecobio del ecobio, y el que no entienda que se vaya a la mierda con su cultura bastarda.

¿Y quiere saber algo más mi querida amiga? Eloy Machado Pérez se hizo dueño de una identidad que ni vendía, ni alquilaba ni prestaba. Era el que tenía el empegó, el tambor sagrado de la palabra., a quien esta le saltaba como si esperara la manzana roja de Shangó acabada de nacer. El que no tenía pelo en la lengua y le llamaba al pan pan y al vino vino. Tenía lengua de pimienta. Un día me dijo: “Monina, cuídate de estas caras pálidas”. Y El Ambia no era racista. Más que obrero de la construcción era obrero del verbo.

Ah…y si alguien conoce quién era Felicia “La caminante” que me lo diga, por favor.

 Ambia, mi abure, mi Olu Kumi, muchas gracias por tu dedicatoria en Okàn La Ocha un libro del cual se editó 100 ejemplares.

“Al hermano Feraudy, pensamiento puro, encanto moral sin color”

El Ambia. 22. 10.12.

Eloy Machado falleció en La Habana el 28 de enero de 2019 a los 78 años. Un cubano para no olvidar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *