Creado en: noviembre 12, 2023 a las 12:52 pm.

Gabriel Cisneros al margen de las convenciones

Obra Nostalgia, de Gabriel Cisneros.

Más de una sorpresa e interrogante se planteará el espectador que penetre en la galería Servando, de El Vedado habanero, para admirar la exposición El prestidigitador, del artista Gabriel Cisneros, creador que ha ido ganando méritos y reputación en el campo escultórico de nuestro país.

De lejos parecería que Cisneros (Las Tunas, 1990) despliega sus piezas para confirmar códigos largamente asentados en la escultórica occidental, desde las civilizaciones grecolatinas hasta los días que corren.

Figuración, realismo, reflejo lo más fiel posible de los modelos humanos representados; podría hablarse del peso de la tradición, en especial de la neoclásica, ejercida a partir de una rigurosa y sabiamente práctica académica. Cisneros dedicó sus años de formación al dominio de los entresijos del oficio, durante sus estadías en la escuela de arte de su ciudad natal y en el Instituto Superior de Arte, y al colaborar con los proyectos monumentales públicos asumidos por el notable colega y mentor José Villa Soberón, visibles y disfrutables en plazas y sitios de Cuba y otros países, díganse el Cervantes del Colegio Universitario de San Gerónimo, el Martí en la Embajada de Cuba en Washington, el Hemingway del Floridita o la Alicia Alonso en la escalinata del Gran Teatro que lleva el nombre de la excelsa bailarina.

Mencionar esa labor viene al caso al explicar lo que Cisneros se propuso con las piezas de El prestidigitador, puesto que en la galería se verifica una operación inversa: el corrimiento de escalas de lo público a lo íntimo.

La verdadera baza está no solo en dicho desplazamiento, sino en la transgresión, cuidadosamente calculada y no exenta de ironía, del canon neoclásico. Como bien ha apuntado en las palabras del catálogo la profesora María de los Ángeles Pereira, toda una autoridad en la crítica del arte escultórico, Cisneros no apela a la profanación sino «a la discreta insinuación de una metamorfosis que es, sobre todo, mental, y que se explaya en el plano de lo especulativo, restituyendo, eso sí, no pocas ilusiones…».

Ello se advierte en Nostalgia, cuando ante el busto de una mujer, muy del siglo XIX, su reclinación sugiere una perspectiva humanizada diferente, impensable para un artista de aquella época. O cuando nos abruma con el hiperrealismo de tintes dramáticos –vocación suprema del arte de prestidigitar– con que ha dotado un Orfeo que hace trizas los límites de la indiferencia.

La exposición, con la curaduría de Arianna Covas, se complementa con un excelente catálogo, que cuenta con el diseño del experimentado Fabián Muñoz.

A fin de cuenta, Cisneros sabe cómo y dónde provocar, a la vez que arroja una vitalidad novedosa en un terreno en el que mucho puede y debe seguir diciendo en lo adelante.  

(Tomado de Granma)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *