Creado en: febrero 12, 2023 a las 10:40 am.
Jesús Ortega: «Definitivamente me atrapó la música»
Por Ricardo Alonso Venereo
Nunca es tarde si el motivo lo merece y el entrevistado mucho más. Desde que recibió en diciembre el Premio Nacional de Música 2022, le debía este encuentro al pedagogo, compositor, director, promotor e instrumentista, al maestro Jesús Ortega Irusta. Confieso que aunque nuestra conversación duró alrededor de dos horas, yo hubiera querido estar haciéndole preguntas por mucho más tiempo.
«Mi primer contacto con la música, en especial, con la guitarra, fue a los seis años de edad. Según me contó una tía, un día mientras ella escuchaba la radio, yo me le acerqué y le pregunté qué era aquel sonido que yo escuchaba. Ella me explicó que era el de una guitarra y tuvo aquello de llamar a la emisora y preguntar quién tocaba el instrumento. Resultó ser el guitarrista flamenco Niño Ricardo. Desde entonces no me he podido separar de estas dos pasiones: la música y la guitarra».
Hoy Ortega Irusta tiene 87 años de edad y más de 60 de vida artística, y todavía encuentra fuerzas para seguir contribuyendo al desarrollo de la Escuela Cubana de Guitarra y aportando a la cultura nacional, ya no como instrumentista, sino como profesor consultante en el ISA y director de la orquesta de guitarras Sonantas Habaneras, la cual fundó en 1995. Ese mismo año, el maestro tuvo el valor –luego de 40 años de haber ofrecido alrededor de 3 000 actuaciones, entre ellas, conciertos, emisiones de TV y Radio y otros, en Cuba y en el extranjero– de dejar de ofrecer conciertos.
La decisión la tomó durante su última gira internacional como guitarrista concertista por México y Estados Unidos, donde se dio cuenta de que ya no tenía la firmeza necesaria para ejecutar el instrumento. Por supuesto, la decisión le resultó difícil, pero no significó el fin de su carrera. Aún, se dijo, podía seguir aportando a la enseñanza del instrumento en la Isla, contribuir más en la formación de nuevos guitarristas, labor que ya venía realizando desde los primeros años del triunfo de la Revolución, y por la que recibió en 2004 el Premio Nacional de la Enseñanza Artística y en 2015 el reconocimiento Maestro de Juventudes, que le otorgó la AHS. También contribuyó a la creación de otras orquestas o conjuntos de guitarra en todas las provincias, a las que orientó y apoyó con repertorio, tanto de versiones de obras de otros compositores como de algunas propias.
Graduado del Conservatorio Municipal de Música de La Habana, en 1958, que luego pasó a llamarse Conservatorio Amadeo Roldán, donde tuvo los mejores maestros –entre ellos, al guitarrista Isaac Nicola, el que considera el verdadero «padre de la Escuela Cubana de Guitarra»; a Harold Gramatges, a Edgardo Martín y a Argeliers León, entre otros–, y de haber tenido amigos como Leo Brouwer, que lo animaron a estudiar con seriedad la guitarra, y de haber fundado, entre otros, la Banda de Música de la región oriental del Ejército Rebelde, que aún se mantiene activa con el nombre de Banda de Música del Ejército Oriental, a pedido del Comandante Camilo Cienfuegos y su hermano Osmani, Jesús Ortega es, sin duda, un baluarte en la música de concierto en Cuba.
«No sé cómo, poco a poco, me fui involucrando en múltiples tareas y empeños, quizá por los deseos que siempre tuve de trabajar, de estar haciendo algo, desde la infancia en la que me vi realizando varios tipos de trabajo para ayudar a mi familia, allá en la barriada de San Lázaro, aquí en La Habana, donde nací. Cuando no estaba trabajando como vendedor o ayudante de albañil realicé estudios de tipografía y litografía, traté de convertirme en fotógrafo, por cierto, soy fundador de la Fototeca de Cuba, pero definitivamente me atrapó la música.
«Mi primer concierto tuvo lugar en 1956. Con Leo, un año después, ya había hecho un dúo de guitarras, y al año ya tuve mi propio Quinteto Clásico de Instrumentos de Viento. En el 61 me habían nombrado jefe de Actividades de la Dirección de Bellas Artes del Municipio de La Habana. Inicié mi trabajo como docente en el Conservatorio Amadeo Roldán como profesor de Música de Cámara y práctica de Conjunto; estuve en el encuentro de Fidel con los intelectuales y artistas en la Biblioteca Nacional; publiqué mis primeras partituras de música para guitarra en la Editora de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí…
«En años sucesivos, entre otras tareas, integré la Dirección General de Música del Consejo Nacional de Cultura, como Jefe del Departamento de Conciertos, Orquesta y Coros; colaboré con mi maestro Isaac Nicola en la elaboración de los Planes y Programas para las distintas enseñanzas de la guitarra en el país; grabé mi primeros discos con la Egrem; organicé con Argeliers León el Encuentro de Guitarristas de América Latina y el Caribe, que organizó Casa de las Américas impulsado por Haydee Santamaría; ingresé en el ISA como profesor de guitarra; fui parte de la directiva de Música de la Uneac y fui vicepresidente del Comité Organizador del Primer Concurso y Festival Internacional de Guitarra de La Habana (fundado en 1982 y que presido desde 2010 hasta la fecha), sin dejar de ofrecer mis conciertos. Ya en el 95, de verdad, no tenía tiempo para estudiar la música como lo exige el instrumento. Creo que toda esa acumulación fue lo que me llevó a dejar de presentarme tanto fuera como dentro del país».
Una foto junto al Comandante en Jefe, múltiples reconocimientos recibidos durante su extensa y viva trayectoria profesional y artística, entre ellos la condición de Doctor Honoris Causa de la Universidad de las Artes, la Distinción por la Cultura Nacional, la Orden Frank País de segundo grado, la Medalla Alejo Carpentier, la réplica del machete de Máximo Gómez; obras de pintores reconocidos como Mariano, fotos, cientos de discos, entre ellos, su conocido Fanfarria de primavera –obra electroacústica del sello Colibrí, Premio Especial Cubadisco 2015–, matizan el entorno donde el maestro crea sus composiciones o realiza sus versiones de obras de compositores como Ignacio Cervantes, Ernesto Lecuona, Harold Gramatges (todos cubanos) y de Juan Sebastián Bach, Manuel de Falla, George Gershwin o de Vivaldi.
«Tengo que reconocer que no tengo una obra extensa como compositor –comenta desde su habitual sillón donde le gusta recibir a los visitantes. He escrito obras por encargo para el cine, el ballet, el teatro. Con el maestro Juan Blanco, también Premio Nacional de Música, contribuí a la creación del Laboratorio Nacional de Música Electroacústica y escribí temas como Prólogo, Picassiana No. 1, 2 y 3 o Sax-Son, entre otras. La primera de mis composiciones se llamó Danza del adolescente ingenuo, y se remonta al año 1957. En la actualidad he enfocado mi trabajo, sobre todo, hacia Sonantas Habaneras, para ella es que me esmero en mi labor».
Una gran preocupación lo embarga hoy: no logra encontrar quien lo releve. Cuando piensa que encontró entre sus alumnos la persona ideal y se ufana en prepararlo, dice que por un motivo u otro se le va. Mas asegura que no descansa en su propósito y vive muy orgulloso de los premios que varios de sus alumnos han alcanzado en algunos de los concursos de guitarras más importantes del mundo.
«Para ser un buen guitarrista no basta con ser solo un buen profesional, hay que sentir la música que haces. En mi caso si lo que compongo no me estremece primero entonces no está bien logrado. Lo principal es la inspiración. A diferencia del deporte, donde se compite por alcanzar un determinado lugar, en el arte no sucede así. En el arte puede haber cien primeros lugares, porque cada intérprete tiene su propia manera de decir y si se hace bien, es válido. Nunca me he creído ni superior ni inferior a nadie. Lo que importa es el resultado del trabajo».
Martiano y patriota, el maestro Jesús Ortega es un ejemplo vivo de nuestra cubanía. Un hombre que tiene más que merecida la distinción Por la Educación Cubana, recibida en 1998. Un artista al cual la fama jamás le interesó porque, como dice el poeta, servir siempre es mejor que brillar.
(Tomado de Granma)