Creado en: agosto 17, 2022 a las 10:21 am.

La Colmenita: sinónimo de amor multiplicado

Para Tin Cremata, un niño con canas, La Colmenita es sinónimo de amor, lo dice con una amplia sonrisa diáfana y pícara, como si le saliera la idea del corazón.

Llegan a Granma proveniente de Santiago de Cuba, a consumar una doble función, ritmo de trabajo al que no están acostumbrados, más los chicos y el equipo de apoyo lo asumen con muchísima alegría, sobretodo, provocada por la inmensidad de público que cubre casi la mitad de la plaza pública ubicada en la calle 16 del reparto Rosa La Bayamesa de la Ciudad Monumento Nacional.

Allí aplauden, cantan, rien y bailan todos: padres, madres, abuelos, autoridades y muchos niños, unos cargados en hombros, otros enjorquetados en sus hermanos mayores, con disciplina y ánimo de compartir y disfrutar de lo lindo hora y media del espectáculo La cucarachita Martina. Pleno de historias, personajes de la fábula archiconocida y otros añadidos, sazonado con música cubana de diversos ritmos, es oportunidad para ver a niños y niñas asumir con profesionalidad los personajes y sus vaivenes con todo el rigor que tamaña empresa exige de ellos.

La gira por Granma los lleva hasta Campechuela y Manzanillo, dónde los inquietos artistas visitan el altar de la Patria en La Demajagua y el periplo concluye el miércoles en el Teatro Bayamo.

Pasión por el arte es para Tin La Colmenita, fundada el 14 de febrero en 1990, cuando  pensó trabajar solo con  20 niños pero el proyecto creció hasta cien y comenzaron a multiplicar la colmena en los municipios Alamar, Plaza, en otras provincias de Cuba y allende los mares. Dice que sido como un fenómeno natural en el que se multiplican las posibilidades de los colmeneros, tal como sucede en la naturaleza.

La Colmenita sigue cultivando la facultad de acoger la diversidad. Convencido de que no hay niños discapacitados sino dotados de capacidades especiales, los ayuda a crecer con el arte, y del valor que tiene para el equipo el compartir con esos seres especiales.

Cuenta que la heroína de este viaje es María Karla, una chica con altas dotes histriónicas que porta el Síndrome de Down, en esta gira la mamá de María Karla Sánchez, que es el todo para ella, enfermó y requirió ingreso hospitalario en Santiago de  Cuba, sin embargo la pequeña asumió su responsabilidad en el escenario con total entereza, para Tin es la confirmación Martiana del tamaño del alma de la pequeña fogueada en las lides artísticas, cómo la llama con cariño: nuestra abeja reina, por cómo ha crecido en lo humano, lo artístico,  desde que llegó y les ha hecho crecer a todos.

El sello del elenco artístico lo resumen los pequeños encima del escenario: amor multiplicado a pesar de las huellas y cicatrices que pudieron dañar a unos y otros en el camino. Multiplicar el amor, es la enseñanza que de su padre extrajo Tin Cremata y es lo que hace y hará mientras viva.

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