Creado en: diciembre 25, 2022 a las 11:00 am.

La fiebre Rossini en La Habana

Gioacchino Rossini, en su plenitud

Los más conspicuos historiadores y críticos  del género operático coinciden en calificar de “fiebre” lo ocurrido con Gioachino Rossini en los teatros de su época, tanto en Europa como en las Américas.

Como he referido en alguna entrega anterior, la primera ópera que se cantó en La Habana fue Dido abandonnata, en 1776, sobre libreto de Metastasio, quizás con la música de Nicoló Piccinni. En la última década del llamado Siglo de las Luces y en la primera del novecientos hubo algunos acercamientos a este género. Solo a partir de 1811, a raíz del arribo a Cuba de actores-cantantes con señalada participación en los elencos operáticos de Madrid, Barcelona y Cádiz, comenzaría el púbico habanero a cultivar con asiduidad este género y se actualizó durante más de un lustro con compositores como Cimarosa, Méhul, Grétry, Paisiello, Boïeldieu, Dalayrac, Isouard, Cherubini, Della Maria …

Es en noviembre de 1817 cuando debuta en nuestros escenarios el joven Gioachinno Rossini –tiene solo 25 años-, cuando la excelente soprano Mariana Galino escoge para su beneficio La italiana en Argel, ópera bufa en dos actos, con libreto de Angelo Anèlli, que se había estrenado solo cuatro años atrás en Italia.

Dados los intérpretes que señala el periódico, el reparto pudo realizarse aproximadamente así: 

Isabela, mezzo                                        Mariana Galino

Elvira, mezzo                                         Isabel Gamborino

Zulema, contralto                                   Manuela Franco

Lindoro, tenor                                        Nicolás Garcias Reyes

Mustafá, barítono                                   Juan López Estremera

Alí, bajo                                                   Joaquín González

Tadeo, bufo                                              Rafael Palomera

Aclaro que Rossini compuso algunos de sus grandes roles femeninos para mezzos, pero las dicicultades vocales que proponía y la moda de la época hizo que muchos directores y maestros de música europeos los arreglaran para sopranos; lo que sucedió en el Principal habanero,  en el caso de Galino.

También, las cuerdas de los intérpretes de aquella compañía no se correspondían con las exigencias de esta y otras obras. Las limitaciones del elenco obligaban a arreglar muchas óperas. El violonista y director negro Ulpiano Estrada anota en su palmarés haber estrenado esta ópera en Cuba.

Un año después, vuelve a ser Mariana Galino la responsable de la expansión del culto a Rossini, cuando selecciona para su beneficio Tancredo y bandos de Siracusa, “célebre ópera nueva en dos actos (…).El vivo interés que inspira su argumento es mayor que el de casi todas las de su clase, viéndose en él, por una fatal equivocación, oprimida la inocencia de la princesa, hasta que Tancredo en un desafío en que vence al acusador la deja triunfante, precediendo a este glorioso resultado escenas muy interesantes…”

Se trata de una de las primeras óperas de Rossini. El libreto, calificado en su estreno mundial en Venecia, en 1813, como “melodrama heroico”, es de Gaetano Rossi: la traducción pudiera ser la que hizo el peninsular Manuel Bernardino García Suelto en 1817, o de la mano de uno de los residentes en la capital de la colonia de Cuba, Wenceslao de Villaurritutias o Pablo Boloix. Dio al meos treinta y cnco funciones hasta 1825.

La Galino debe de haber interpretado el personaje de Armenaida, compuesto para soprano. Los papeles principales para tenor son Tancredo y Argirio, casi con toda seguridad interpretados por Nicolás Garcias Reyes y Juan Pau, en ese orden. Isaura está compuesto para mezzo –quizás Isabel Gamborino- y hay un papel para bajo, Orbizzano –adecuado para Rafael Palomera, o un arreglo para un barítono como Estremera. Ruggero es para otro tenor, con menos participación. Los arreglos y orquestación estuvieron de nuevo a cargo del destacado Ulpiano Estrada.

En diciembre 1820 se estrena El engaño feliz o Siempre triunfa la inocencia en el beneficio de Nicolás Garcias de los Reyes. Rossini la había estrenado en 1812. El libreto es una traducción de Fernando de Cagigal sobre el original de Giuseppe Foppa. Se había hecho por primera vez en español, en Madrid, solo nueve meses antes de su  presentacion en Cuba. Junto al beneficiado, encabeza el elenco la insustituible Galino.

En temporadas subsiguientes se estrenaron En lo que viene a parar el odio hacia las mujeres, en un acto, embrión de la gran ópera que luego fue Corradino o Matilde de Sabrand, con libreto de Jacoppo Ferreti; la ópera bufa   La piedra de toque, con libreto de Luigi Romanelli  y El turco en Italia.

La más famosa obra de este ilustre hijo de Pesaro, El barbero de Sevilla, con libreto de Cesare Sterbini, inspirado en la famosa comedia de Beaumarchais, subió a la escena del Principal el 13 de noviembre de 1823, en versión del joven criollo Manuel González del Valle. En solos tres temporadas dio trece funciones. Esta ópera, estrenada en 1816 en Roma, sufrió el rechazo del público y la crítica en Europa, hasta que  años después la reivindicó otro genio, Giuseppe Verdi. Superó cualitativamente las versiones de Giovanni Paisiello, Nicola Zingarelli, Saverio Mercadante y Ferdinando Paër. Hoy es representada en todo el planeta. En Madrid se estrenó en italiano en 1821 y en español en 1824, o sea, que la ópera se cantó en nuestro idioma en La Habana antes que en la capital del reino.

La escogió para su beneficio Nicolás Garcias  Reyes. En los roles principales: Galino (Rosina, soprano), Petita Flores (Berta, soprano), Garcias Reyes (Fígaro, tenor), Andrés del Castillo (Conde de Almaviva, tenor), Manuel García (Bartolo, bajo cómico o bufo), Estremera (bajo). Quedan Fiorello (tenor) y Oficial (bajo), alguno de los cuales pudo ser interpretado por Rafael Palomera. José Serrano hizo unas variaciones a la música, quizás para adaptar algunos temas a las voces de que disponía. Dirige la orquesta Manuel Antonio Coccó. El libreto de González del Valle se imprimió en La Habana en 1828, cuando ya era un brillante abogado y profesor de filosofía.

La fiebre Rossini continuó en La Habana con decenas de reposiciones de estas obras y estrenos de la opereta Carolina o El cuadro -1824-,una  selección de sus temas; El Conde de Ory o El hábito no hace al monje, versión francesa de  Eugéne Scribe y Charles-Gaspar Delestre-Poirson -1824-; Isabel de Inglaterra, libreto de Giovanni Schmidt -1824-; Corradino o Matilde de Sabrand , con texto de  Jacoppo Ferreti -1826- y su conocida La Cenicienta,  o La virtud recompensada, también con texto de Ferreti, en 1827.  

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