Creado en: noviembre 21, 2022 a las 02:20 pm.

Lo primero que hay que salvar, plataforma de esencias más allá del arte

Por Yasel Toledo

En momentos de gran complejidad para el entramado sociocultural de la nación llega el libro Lo primero que hay que salvar. Intervenciones de Fidel en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, de los compiladores Elier Ramírez Cañedo y Luis Morlote Rivas. Una pieza imprescindible para analizar y comprender en mayor medida las particularidades y el pensamiento en diferentes etapas del Líder Histórico de la Revolución Cubana, quien en sus discursos trazaba líneas estratégicas en el ámbito nacional, debido al peso de sus palabras y la dimensión de las ideas.

Ambos investigadores han desempeñado roles esenciales en el panorama cultural más reciente. Foto: Tomada del perfil de Twitter de la UNEAC

Publicada por Ediciones Unión, esta obra contiene un texto introductorio escrito a cuatro manos por ambos investigadores, y otro de la autoría de Abel Prieto Jiménez. Todos han desempeñado roles esenciales en el panorama cultural más reciente: Morlote como presidente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y la UNEAC, y como director de programas de radio y del Noticiero Cultural de la Televisión Cubana; Elier como miembro de la Dirección Nacional de la AHS, subdirector del Centro Fidel Castro e integrante de la Comisión Redactora de la actual Constitución de la República, y Abel como presidente de la UNEAC (1986-1997), ministro de Cultura durante dos períodos, presidente de la Sociedad Cultural José Martí, director de la Oficina de Programas Martianos y presidente de Casa de las Américas. Los tres son diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, compartieron en varias ocasiones con Fidel y desde el quehacer cotidiano son consecuentes con una concepción de la cultura sumamente integradora, que cultiva el humanismo, la creatividad, el decoro y la defensa de la identidad como nación.

Abel Prieto participó en varios de los momentos referidos en el libro, incluido el Congreso de enero de 1988, cuando fue elegido para conducir la UNEAC; responsabilidad en la que se desempeñó hasta 1997, etapa compleja debido a la caída del Campo Socialista, crisis económicas y múltiples cambios en el país. Durante esos años Fidel estuvo muy cerca de esa organización y sus integrantes, visitaba su sede nacional y conversaba con los directivos. Esta enseñanza debe acompañarnos siempre.

Este es un libro para los escritores y artistas, para los amantes de la creación y para el pueblo en general, pero en nuestra opinión, es especialmente valioso para quienes tenemos responsabilidades de dirección o coordinamos procesos culturales y sociales. Es una útil plataforma de pensamiento para los secretarios y funcionarios del Partido, para los gobernadores e intendentes, para todos los que influimos, o podemos influir, en los diferentes procesos culturales y de la nación, que deberá defender siempre la espiritualidad como elemento vital. En momentos de urgencias económicas, siguen siendo fundamentales el arte y el alma del pueblo. Ahí radica parte insustituible de nuestra vida como país y proyecto emancipador.

Las diferentes intervenciones de Fidel deben analizarse teniendo en cuenta sus respectivos contextos y los desafíos más inmediatos que tenía el país en cada ocasión, pero también como una pieza conjunta y única que se va enriqueciendo a lo largo del tiempo. Aquí están sus ideas de junio de 1961, recordadas como “Palabras a los intelectuales”, que sirvieron de conclusiones a tres intensas jornadas de intercambios con escritores, artistas y otros integrantes de la intelectualidad cubana en la Biblioteca Nacional. Si apasionante es leer ese texto, más lo es escuchar el audio de Fidel, percibir sus tonos de voz, y escuchar los aplausos, las muestras de apoyo y la confianza construida.

En el texto introductorio de Lo primero que hay que salvar, que lleva por título “Fidel entre nosotros”, Abel refiere parte del contexto nacional e internacional que rodeaba al año 1961; período desafiante de Campaña de Alfabetización, invasión por Playa Girón, atentados terroristas, bandas armadas que asesinaban a campesinos y maestros en zonas montañosas, etc. Reinaba una hostilidad muy clara por parte de Estados Unidos hacia Cuba, así como inconformidades internas de quienes en el pasado poseían la mayor cantidad de los recursos y no compartían la declaración del carácter socialista de la Revolución.

Lo primero que hay que salvarbrinda conocimientos, argumentos y visiones que motivan el pensamiento y son de gran utilidad en la situación actual”.

Uno de los mayores encantos y elementos de mayor fuerza de “Palabras a los intelectuales” fue la concreción de mucho de lo que se proyectó en una sociedad que constantemente estaba fundando. Si no se hubiese hecho tanto y en tan poco tiempo, el simbolismo de aquella intervención de Fidel, de aquel joven de apenas 34 años, no hubiese sido tan trascendental. Por cierto, sugerimos también el libro Aquel verano del 61 (Ediciones ICAIC, 2021), de Senel Paz, que incluye intervenciones de varios de los asistentes.

Precisamente una de las consecuencias favorables de aquellos encuentros de junio fue la creación de la UNEAC en agosto de ese mismo año, en cuya clausura habló Fidel. En aquella ocasión comenzó manifestando su admiración hacia los escritores y artistas. Resaltó que allí se encontraban intelectuales que, tres años después del triunfo de la Revolución, aún permanecían en Cuba. Habló de la emigración, de los profesionales de diferentes sectores que ya no estaban aquí, y de la estrategia que se impulsaba desde el exterior para asfixiar al país, no solamente en lo económico, sino también para despojarlo de muchos de sus profesionales más valiosos.

Están aquí también sus intervenciones en los congresos de 1988, 1993 y 1998, y su mensaje a los participantes en el de 2008. En este último se le otorgó la condición de Miembro Emérito de la UNEAC, en cuya argumentación se manifestó su labor periodística, los numerosos artículos en la prensa, su oratoria, la profundidad de sus análisis en textos programáticos como “La historia me absolverá” y “Palabras a los intelectuales”, y su impulso en la creación del sistema institucional de la cultura.

“Fidel se sentía en confianza, y aprovechaba los encuentros con la intelectualidad para intercambiar, debatir, transmitir ideas y nutrirse”.
Foto: Tomada del sitio web del Partido Comunista de Cuba

Varios de los discursos y fragmentos recogidos aquí habían sido muy poco divulgados, como el de 1988; publicarlos ahora le confiere mayor valor a este libro. Resaltamos que son fuentes valiosas no solamente para acercarnos al panorama artístico o de la creación, sino a la sociedad en general. Fidel se sentía en confianza, y aprovechaba los encuentros con la intelectualidad para intercambiar, debatir, transmitir ideas y nutrirse de consideraciones relacionadas con los desafíos principales en el proyecto de país que se construía.

Uno suele sentir su lucha contra fenómenos como la corrupción o el inmovilismo, y su plena conciencia de la importancia de la cultura. Por ejemplo, en el Congreso de 1988 expresó:

Nivel de vida no es solamente toneladas de cosas materiales, hacen falta muchas toneladas de cosas espirituales. (…) Las actividades artísticas y literarias se pueden convertir en una de las más altas expresiones del nivel de vida. (…) Un museo es nivel de vida, una galería de arte es nivel de vida, y ojalá que los diez millones de habitantes de este país puedan disfrutar con placer de esos niveles de vida, que puedan disfrutar de esa riqueza.

En el Congreso de 1993 analizó la situación del país, habló de la escasez de medicamentos, las tiendas en divisa, y cómo proliferaba el individualismo. En situaciones muy complejas se trataba de salir adelante, y eso implicó numerosos cambios. “Tengo mis frustraciones, pero soy tenaz”, decía. En ese contexto expresó: “La cultura es lo primero que hay que salvar”, expresión honda que refuerza su total claridad y la significación que le concedía al tejido espiritual.

En su mensaje al Séptimo Congreso, en abril de 2008, se manifiesta una vez más su visión crítica, y la preocupación por la humanidad en general.

En sus últimas páginas el libro incluye la intervención del actual presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en la clausura del Noveno Congreso, en junio de 2019, cuando despertó aplausos y algunos de los presentes se atrevieron a decir que fue la segunda parte de “Palabras a los intelectuales”. En verdad, el mandatario analizó con precisión riesgos para Cuba como nación y retos culturales del momento que debemos superar con urgencia.

“Quienes deseen tener una visión integradora de la cultura cubana en la Revolución, sus desafíos, obstáculos y proyecciones, necesariamente deberán analizar las intervenciones recogidas aquí”.

Lo primero que hay que salvarbrinda conocimientos, argumentos y visiones que motivan el pensamiento y son de gran utilidad en la situación actual. Es un manantial de esencias que siempre necesitará sensibilidad e inteligencia más allá del arte. Quienes deseen tener una visión integradora de la cultura cubana en la Revolución, sus desafíos, obstáculos y proyecciones, necesariamente deberán analizar las intervenciones recogidas aquí, hijas de contextos diferentes dentro de un proyecto social humanista, inclusivo y artístico. Aquí late un proyecto de país que tiene a la cultura como corazón esencial, elemento de resistencia, orgullo, espiritualidad y belleza.

Puede ser interesante complementar su lectura con la del libro Fidel y la AHS, publicado por Editora Abril en 2018; una compilación realizada por Elier Ramírez de las intervenciones de Fidel en dos encuentros con los jóvenes de la Asociación: durante el Consejo Nacional (marzo de 1988) y en el primer congreso de esa organización (octubre de 2001). Fidel aprobó la publicación de esas transcripciones apenas 18 días antes de su fallecimiento, según una nota manuscrita con su caligrafía, fechada el 7 de noviembre de 2016.

Resulta indispensable tener el espíritu de estos libros en nuestras maneras de pensar y actuar, en el afán permanente de servir a la cultura y a la sociedad toda. Los desafíos cambian y se redimensionan, sobre todo en un contexto de nuevas dinámicas.

Es preciso dialogar cada vez más con los creadores, escucharlos y aprovechar la inteligencia colectiva en favor de la nación y el pueblo. No basta con hablar. Es necesario perfeccionar el funcionamiento de nuestro sistema institucional, concretar más anhelos y seguir fundando, conscientes de que el camino será complejo, lo cual exigirá constantes actualizaciones.

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