Creado en: junio 19, 2023 a las 03:32 pm.

Los caprichos de un sastre

A finales de 2021, Iosvani García Pérez inauguró en el Espacio galérico El Zaguán, del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) en Holguín, la exposición personal 1961. En esa muestra, dedicada al Aniversario 60 de la Campaña de Alfabetización y que nos remite al año en que Cuba se decretó Territorio Libre de Analfabetismo, Iosvani partía de la lámpara o farol –uno de los símbolos de la Campaña, quizá el más conocido, junto al lápiz y la cuartilla– como “condensador semiótico” y mediador entre la sincronía del texto (las obras de arte que la integran) y la memoria de la cultura. Unas veinte piezas, realizadas en técnica mixta, se apropiaban de un objeto utilitario para representar una parte de la historia y memoria del país.

El farol –figura que acompaña la obra de Iosvani, El Pintorcillo, desde hace unas tres décadas– es una alegoría vinculada en esta exposición al campo y a la luz de la docencia. Desde un claro matiz impresionista, con su fuerte carga expresiva, hasta la recontextualización del símbolo al apropiarse de elementos del pop y la posmodernidad, en rejuego con la historia del arte, Iosvani convirtió al farol no solo en un elemento utilitario, pues su simbología trasciende este plano, incluso el decorativo, y ancla el referente en la actualidad.

Aquellas eran piezas –advierte– más académicas, más tradicionales, donde la figura del farol era centro de sus búsquedas. Un centro, digamos, más palpable, más concreto y referencial. Pero varias de ellas lindaban, en su libertad expresiva, con la abstracción; aprovechaban trazos más libres; formas y figuras que se salían de los límites y buscaban nuevos espacios. Estas motivaron las obras de la exposición que actualmente se exhibe entre El Zaguán del FCBC y el Hotel Pernik de la ciudad de Holguín, con el título Caprichos de un sastre. En ese momento, su profesor, el artista Ramiro Ricardo Feria, le sugirió aprovechar las posibilidades de esas obras y continuar un diálogo más íntimo con ellas, estrechar esa relación más personal que había logrado y encontrar “el farol” que iluminaba dentro de sí y guiaba sus pasos.

Ramiro Ricardo falleció en 2022 y en la exposición póstuma, que había sido planeada por él para celebrar su 70 cumpleaños en enero de este año, Iosvani incluyó una pieza, pues la muestra funcionó como una especie de agradecimiento mutuo, de interacción de sentidos. Ramiro propuso varios collages, y los creadores participantes –amigos, alumnos suyos– añadieron su trabajo, su huella como rasguño en la roca. El collage fue el punto de partida de cada pieza: la incitación, la estructura base que permite –en yuxtaposición de medios y elementos que se complementan, interactúan y modifican– la interrelación de técnicas para una pluralidad de significados. Ahora en Caprichos de un sastre Iosvani continúa el homenaje a su profesor al incluir una pieza de Ramiro dedicada a él y desarrollar una suerte de relato de lo elemental, donde los faroles primigenios se deconstruyen, simplifican y ganan en eficacia.

“Las creaciones que vemos formalmente son propias de la compulsión característica de este hombre-niño que juguetea con perseverancia a explotar la forma del consabido objeto. Experimenta sin estridencia de color, como si el trabajo consecutivo fuera un estupefaciente para su excesiva energía”, escribe la también artista visual Rosa Leticia Leyva Azze en las palabras del catálogo de la muestra, con curaduría de Danilo López Garcés. “Nuestro amigo ha emprendido un camino expositivo al que no había dado uso como protagonista anteriormente. Espero este punto de partida halle buenos propósitos a su producción”, añade.

Estas piezas –como habíamos subrayado– ganan en simplicidad y concreción: las formas se abstraen y se refugian en colores terrosos: marrones, ocres, amarillos, negros y algún elemento rojo, dan forma a figuraciones ascendentes, por momentos cíclicas, en espiral, a veces añadiendo parches de un sastre caprichoso que incorpora elementos verbales, como condensación también, a través de la grafía, de las posibilidades expresivas de sus nuevos faroles.

Caprichos de un sastre de Iosvani García Pérez, El Pintorcillo, en El Zaguán y el Hotel Pernik, nos demuestra como un tema, cualquiera que sea, aunque acompañe por tiempo la obra de un artista, puede siempre ser motivo de aproximaciones y nuevas miradas, de búsquedas y enfoques hacia la simplicidad de formas. En estas piezas de Iosvani, como en aquellas de su exposición de fines de 2021 titulada 1961, brilla la esencia de la luz poderosa y sencilla del farol.

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