Creado en: marzo 23, 2021 a las 08:10 am.

Oscar Zanetti: “(…) me he preocupado por emplear recursos literarios”

En el 2022 se conmemorarán 60 años de la creación de la carrera de Historia en la Universidad de La Habana. Como preámbulo de ese aniversario, la siguiente entrevista al profesor Oscar Zanetti Lecuona, donde rememora los impulsos que lo llevaron a ingresar en la Institución, en el tercer curso de aquella especialidad de las Ciencias Sociales. Sus muchas investigaciones y publicaciones, la originalidad de las ideas y su participación en la formación de historiadores lo han hecho un sinónimo de la excelencia en los estudios del pasado.

-¿Cuándo nació y sus padres en qué trabajaban?

Nacíen La Habana, en 1946. Mi padre era médico; vinculado a la lucha contra Batista en el Movimiento 26 de Julio[1], después del Triunfo de la Revolución se hizo médico militar. Cuando ya yo había crecido un poco e iba al colegio, mi madre comenzó a trabajar como operadora de IBM en unos equipos de tarjetas perforadas, que de cierto modo fueron antecedente de la actual tecnología digital.

-¿Motivaciones de usted para estudiar Historia?. Me interesaría una valoración sobre lo que fue la carrera que se inició en 1962.

En otra ocasión he contado que tanto mi padre como mi abuelo materno eran amantes de la Historia y grandes lectores, Yo empecé desde temprano a leer la literatura infantil y juvenil de la época: Salgari, Dumas…, y como sus novelas tenían base histórica, sobre todo mi padre  me alentó a buscar detrás de ellas; así fui leyendo libros de historia y sintiéndome atraído por esa disciplina. Claro que en aquella época la Historia no era una profesión, quienes la escribían se ganaban la vida en otras actividades. Eran abogados, profesores, periodistas…, por lo cual no se me ocurría pensar que pudiera hacerme historiador.

Tras el Triunfo de la Revolución la situación cambió y se creó una carrera universitaria de Historia[2]. Así todo, yo me sentía más inclinado a la Economía, pero como no era bueno en Matemáticas opté finalmente por estudiar Historia. Ingresé en el tercer curso de esa carrera a principios de 1963. Era una carrera nueva con un amplio abanico de profesores de muy disímiles características; predominaban antiguos profesores de Instituto (Bachillerato), como Hortensia Pichardo, Estrella Rey, Aleida Plasencia o el propio Sergio Aguirre, director de la Escuela, pero había intelectuales de otras características como Manuel Galich, Pelegrín Torras y hasta Alejo Carpentier que impartió un par de cursos de Historia de la Literatura.

También algunas jóvenes profesoras recién graduadas de Filosofía y Letras. El currículo era de notable amplitud cultural, pero cojeaba en lo relativo a la formación profesional, al desarrollo de las habilidades del oficio, casi limitado a la asignatura Técnicas de la Investigación Histórica que impartía la Dra. Pichardo.

-¿Por qué en un periodo tan rico en la historia militar, de la Revolución de Independencia, de la lucha contra Batista, se especializó en Historia económica? ¿Qué preparación le dio la universidad en ese sentido?  ¿Cómo se formó usted como historiador de la Economía?

Los temas que apuntas son sin dudas los más tradicionales dentro de la historiografía cubana; el grueso de las obras publicadas durante algo más de un siglo se han dedicado a esos asuntos. Cuando inicié mi formación universitaria en la década de 1960, estaba sobre el tapete la necesidad de una reelaboración de nuestro discurso histórico nacional desde una perspectiva marxista, lo cual no podía resolverse con una simple relectura de la historiografía tradicional aderezada con los conceptos del materialismo histórico. Obras entonces pioneras como las de Julio Le Riverend y Manuel Moreno Fraginals hacían patente la necesidad de una profunda indagación sobre problemas económicos y sociales de nuestro pasado que apenas se habían estudiado.

La preparación universitaria en ese sentido resultaba bastante deficiente, pues apenas consistía en cursos de Economía Política, cuyo acercamiento a los problemas económicos era generalmente abstracto y hasta dogmático. Más adelante se introdujeron cursos de Estadística y Demografía, pero quienes la impartían no solían aplicarla a situaciones históricas. Así, los métodos y otros recursos apropiados para estudio de fenómenos económicos se adquirían principalmente en la propia práctica de la investigación.

Cuando leemos  lo publicado en los sesenta, setenta y parte de los ochenta nos encontramos con una historia heroica pese a que el marxismo debía de incentivar el estudio de la Economía. ¿Usted cree que ha faltado un impulso a los estudios de historia económica?

Creo que esa historia heroica, trabajada desde una perspectiva nacionalista, se ha cultivado siempre no solo en esas décadas- y se ha visto estimulada en la medida en que ha contribuido al afianzamiento de la conciencia nacional. Sin embargo, creo que algunas de las obras más relevantes y reconocidas internacionalmente de nuestra historiografía en la segunda mitad del siglo pasado corresponden a la historia económica. O mejor socioeconómica, pues esa especialidad entre nosotros ha sido más cercana a los paradigmas marxista y de la escuela de los Annales que a la historiografía más estrictamente económica, de inspiración neoclásica, que se fue imponiendo a escala mundial durante las últimas décadas.

Creo que es precisamente en los pasados veinte años que la historiografía económica ha perdido impulso en nuestro país, aunque no le falten obras sobresalientes. Los factores de esa declinación son diversos; han estado ausentes las contribuciones de nuestros economistas, poco atraídos por el análisis histórico -incluso de épocas recientes-, que son los mejor preparados para el trabajo con estadísticas y otros aspectos deficitarios en nuestra historia económica. Por el lado de los historiadores, ha sido sobre todo la inclinación hacia los problemas socio culturales y otros temas en boga a escala mundial lo que ha restado adeptos a la historiografía económica. Claro que dicha situación es también reflejo de la paupérrima cultura económica de los cubanos en las últimas generaciones.

Tengo entendido que usted es un gran lector de ficción; ¿para su formación como historiador de la economía le ha reportado algo útil en el sentido académico?

Sí, soy un lector asiduo, tanto de la narrativa como de la ensayística. Además de investigar principalmente temas económicos y sociales, también trabajo la historiografía. Como docente impartí por mucho tiempo Metodología de la Investigación Histórica, materias todas poco atractivas para el alumnado y el público general. Por ello para lograr captar la atención del auditorio en clase, así como ganar lectores, siempre me he preocupado por emplear recursos literarios y de otro tipo- que faciliten la comunicación, algo que lamentablemente descuidan colegas que cultivan temas más potables.

-¿Cómo se acercó a los estudios del azúcar, alguna lectura de un texto sobre el tema le impresionó mucho. La investigación de la United Fruit influyó en su decisión de dedicarse a ese tema de la historia del azúcar? ¿Ya lo había decidido?

El azúcar ha sido durante dos siglos la base de la actividad económica en el país; si se quiere entender la economía cubana, su formación y sus problemas hay que entrar por ella. Por otra parte en los años en que estudié y me gradué, los que rodearon a la famosa zafra de los diez millones[3], el azúcar era el centro de la vida social; hasta la música, el deporte y la literatura aunque no fuesen dulces estaban azucarados. De hecho, antes de la experiencia sin duda decisiva- de la investigación sobre la United Fruit, durante la zafra de 1970 había participado con un nutrido grupo de estudiantes de la Escuela de Historia de la Universidad de La Habana, en una investigación-tournee que durante varios meses recorrió centrales por todo el país, combinando el corte de caña con el acopio de manera un tanto pintoresca- de información sobre la historia azucarera.

Una vez graduado, la Yunai, fue una suerte de replanteo en serio de aquel proyecto y su realización me abrió la mente a una comprensión bastante más profunda de los problemas del azúcar y de la economía cubana.


[1] Movimiento clandestino fundado en 1955 que combatía a la dictadura de Batista.

[2] La carrera de Historia se inició en la Universidad de La Habana en 1962.

[3] Zafra azucarera iniciada el 14 de julio de 1969, pretendía alcanzar 10 000 000 de toneladas. No se alcanzó esa cifra.

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