Creado en: junio 21, 2021 a las 08:58 am.

Rigoberto Rodríguez Entenza: la peor condena para un pueblo es vivir sin poesía (+Podcast)

Rigoberto Rodríguez Entenza, Premio Nacional de Poesía Manuel Navarro Luna 2021, siempre en intercambio con sus lectores

Sobre el libro

las manos blancas ardiendo —reciclando

el cúmulo de las horas. Sobre el libro —otra vez

las manos blancas ardiendo —sobadas por el olor de unos girasoles

y una frase suelta en el azar —sin pretensiones. Sin siquiera

un vestigio lírico. Sin estaciones hermano sin estaciones.  (Fragmento del poema Como un clamor)

Para el escritor espirituano Rigoberto Rodríguez Entenza, Coco, la poesía se convirtió en un refugio. La sabe imprescindible en sus días, y más que eso, siente que ella le allana el camino hacia todas las direcciones, en el teatro, y como profesor.

Con el cuaderno De tales amantes tales historias, se estrenó en el arte de componer obras poéticas en versos. Hace unos días conquistó el Premio Nacional de Poesía Manuel Navarro Luna 2021, con su texto La carga, reconocimiento que suma a la lista de galardones, entre los que se inscriben Premios Rubén Martínez Villena, Fayad Jamís, Eliseo Diego, Nosside Caribe y Raúl Ferrer.

Al hablarnos de la obra premiada en el certamen con participación de bardos argentinos, mexicanos, chilenos, colombianos y peruanos, el también narrador, dramaturgo, crítico y profesor y acreedor de la Distinción por la Cultura Nacional expresó a este sitio web:

«Se trata de un libro de poesía que escribí hace algunos años, y aproveché esta época de la cuarentena para para revisar y terminar. Se titula La carga. Tiene que ver con el término en dos sentidos: uno la carga que uno lleva como ser humano, y la carga que lleva la literatura».

«Hay un numeroso grupo de poetas que, frecuentemente, habla de la carga de la palabra, de la densidad intelectual y espiritual de la palabra, y en ese sentido, es un libro que trata, un poco, lo ontológico. Revela la visión que tengo de la literatura, en sentido general, y de la poesía, en particular».

¿En qué medida crees que este premio te reafirma, mucho más, como poeta?

A mí me han favorecido un poco los premios, pero no creo que un premio haga a un poeta. Un poeta se reafirma en el oficio, y si el poeta establece un diálogo auténtico con su verdad humana y con su verdad literaria, va encontrando su camino.

Un poeta se hace por su obra y por el reconocimiento que él mismo tenga de su verdad. Lo que pasa también es que, muchas veces, necesitas que tu obra sea conocida, que se publique, y entonces el premio es una opción. Por suerte en Cuba hay un sistema de premios que permite que el escritor tenga acceso a una mejor vida como intelectual.

Por ejemplo, yo desde el año 2014 no publico libro y no tengo otra opción que tratar de consolidarme en ese diálogo que los premios literarios ofrecen, y eso es lo que he tratado de hacer.

En una entrevista anterior me confesaste que tratas de crear todos los días. ¿Qué inspiraciones encuentras para escribir poesía?

El escritor generalmente, o al menos es mi caso, va encontrando las motivaciones y va consolidando ese sentido de la motivación, que es el leitmotiv por ser redundante, de una obra literaria. En mi caso particular el motivo puede estar en cualquier elemento.

Soy un ser humano que vive constantemente pensando en el mundo que le rodea. Frecuente me hago las preguntas ¿de dónde vengo?, ¿quién soy?, ¿por qué estoy aquí ahora? Las respuestas a esas interrogantes pueden estar en el más elemental de los motivos en un pequeño suceso, a veces hasta, en una palabra.

El asunto está en que uno le rinda culto al oficio y que trabaje con esos dos sentidos: con el sentido de la vida y con el de buscar en la escritura lo que uno cree que es la belleza a la que uno puede llegar y, entonces, creo que, en ese sentido, en esa relación de verdad, hay bellezas en las que uno va buscando la motivación.

Trato de buscarla en ese sentarme a trabajar diariamente. Si la motivación no está, me la invento. En mi caso el tiempo de enseñar en el campo literario me ha dado también algunas estrategias, e incluso, cuando me veo medio perdido en mis pensamientos hago ejercicios.

Yo nunca he creído la idea de que el escritor es un elegido con un don superior. Pienso que el escritor es un fruto del oficio, de trabajar todos los días y de ser consecuente con ese trabajo, de no renunciar sobre todo a un paso más, a que la escritura siempre sea algo más que lo que fue ayer. Yo creo que, en ese sentido, el trabajo es el que dice la verdad.

¿Qué otras alegrías te ha dado la poesía en tu trayectoria como escritor?

Muchas. Yo creo que mi encuentro con la poesía me ayudó a develar incluso mi identidad. De alguna manera, los grandes poetas que he leído, me han educado en el sentido de desarrollar una sensibilidad hacia determinadas cosas, que, si no hubiese sido por la poesía, pienso que no me hubiesen acompañado. De manera que tengo en la poesía una suerte de herencia cultural y en ese sentido me ha dado muchas alegrías.

En primer lugar, la alegría de descubrir qué hay cuando uno encuentra que un simple grupo de palabras forma algo, un cuerpo que puede ser útil a otros. También mi vida literaria. Yo he vivido experiencias con amigos poetas, he recibido su fraternidad, y eso es una alegría inmensa.

Coco durante su participación en la Feria Internacional del Libro en Venezuela (Filven) 2013

¿Qué poetas te han provocado ese regocijo?

Por ejemplo, Roberto Fernández Retamar, Rafael Alcides. Poetas de mi generación como Alfredo Zaldívar, Reynaldo García Blanco, como el gran Ramón Palomares, quien tuvo la gentileza de invitarme a su casa en Venezuela, y permitirme pasar una noche junto a otros escritores de ese país como Ana María Oviedo y Leonardo Ruiz, conversando de poesía y haciéndole culto a la palabra, a la amistad, al amor.

Yo creo que eso, para cualquier ser humano, es un acto de misterio. También, en la poesía, yo me encuentro con todos mis afectos, con las personas que yo he querido en la vida, con mi familia, con mis hijos, con mi mujer…

Creo que la poesía es un acto de revelación que le provoca al ser humano lo que teóricamente en la novela se llama epifanía. Cortázar le llamaba a eso “una irrupción de luz”, y en ese sentido, la poesía me ha dado muchas alegrías.

También uno tiene que separar el acto de la poesía del descubrimiento, tiene que separarlo de la vida literaria. Como es sabido, ofrece muchas veces, algunas amarguras, pero, cuando yo saco la cuenta de las alegrías que me han dado la poesía, la literatura, lo demás son menudencias.

En tiempos de pandemia se ha hablado mucho de lo que nos salva. ¿Crees que la poesía y el arte han sido aliados de la salud espiritual?

El gran Octavio Paz decía que la poesía es salvación y éxtasis. Yo creo que la peor condena que pueda sufrir un pueblo es vivir sin poesía, porque sería vivir sin belleza. Por eso yo, a veces, también reclamo tanto que, los niños, que las personas que se abren a la vida, tengan ese acceso, ese descubrimiento, ese encuentro con la palabra.

Gianni Rodari, un escritor importantísimo de la Literatura Infantil Juvenil, en su libro Gramática de la fantasía nos recuerda que el límite del hombre es su lenguaje; y el mejor lenguaje que puede tener un ser humano es el de la poesía, el de descubrir el misterio de las cosas.

Por eso a mí me parece tan importante que comprendamos que nosotros somos primero en la palabra. La imaginación es el primer paso de la ciencia, de manera que todo eso está en la palabra. Así que descubrir esa verdad en la palabra, yo creo que es un paso esencial para el hombre. El ser humano, sin la poesía, no se podría salvar.  

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