Creado en: enero 7, 2023 a las 03:33 pm.

Tambores Batá: cubanos como las palmas

Al tambor batá dedicó su mirada el X Coloquio de Timbalaye. /Foto del autor.

Orun seco a Changó, deidad yoruba de la masculinidad. Moyugba a los ancestros, a los eggun y deidades que comprenden el eledá histórico de esta nación: desde esos africanos arrancados a la fuerza de la tierra que los vio nacer, hasta Fidel, hacedor de la obra mayor. Detrás, como brisa, cuando no viento fuerte, Iyá, Okónkolo e Itótele, el conjunto de los tambores batá llamando a la unión, la confirmación de no volver a ser esclavos y el renacer diario.

De esta manera, Ulises Mora, artífice principal del proyecto Timbalaye Promotor Internacional de la Cultura Cubana, dio inicio al X Coloquio Timbalaye Los Tambores Batá y sus sonoridades como esencia de identidad cultural. La actividad, celebrada en el Hurón Azul, espacio perteneciente a la sede nacional de la UNEAC, este 6 de enero en mañana bendecida, Día de la Identidad Cultural de Cuba, contó con la presencia del ministro de cultura, el poeta Alpidio Alonso y el realizador audiovisual y presidente de la UNEAC, Luis Morlote Rivas.

«Estos tambores son tan cubanos como las palmas reales», dijo Miguel Barnet, al centro. Junto a él Ulises Mora y Sonia V. Pérez./ Foto del autor.

Mora llamó a babalochas e iyalochas a la unión en torno al país y los momentos que vive. Recordó que los batá, «llegaron de África y parieron un hijo aquí». Abogó porque estos sean declarados Patrimonio Cultural de la Nación. «Solamente se tocan así en Cuba», dijo refiriéndose a la manera particular y emotiva que derivan del toque de estos instrumentos, así como el arraigo popular de su celebridad.

«No es solo el tambor, es algo que trasciende, es un saber de saberes. Los tambores batá son emisores del alma, van más allá del pensamiento lógico para instalarse en la función genealógica, en las esencias del hombre común. No son un instrumento musical solamente; generan además el misterio de sobrevivencia del gran pueblo cubano», concluyó Mora.

«El tambor batá salió del cuarto de santo para llegar a las universidades», comentó Alfredo O’Farrill, bailarín y jefe del Departamento del Folclor en el ISA. /Foto del autor.

El intelectual Miguel Barnet Lanza, presidente de la Fundación Fernando Ortiz, junto a Sonia Virgen Pérez Mojena, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio de Cuba, comentaron sobre la dimensión e importancia cultural de los tambores batá.

Barnet se refirió al amplio espectro y arsenal de las culturas africanas arribadas a Cuba, en especial la yoruba y el cómo pudo quedar su legado en el imaginario popular a través de los portadores. «Hay que darle un premio de patrimonio a todos esos hombres y mujeres que mantuvieron y recrearon ese arsenal tan fabuloso. Ese premio es para el pueblo de Cuba», sentenció.

Danza de Eleggua, deidad yoruba. /Foto del autor.

Según su opinión, en el batá, desde la liturgia yoruba y su toque, se «emiten mensajes que tienen que ver más con la espiritualidad que con la sensibilidad musical…Eso lo tenía muy claro Don Fernando Ortiz cuando escribió un gran ensayo sobre el tema».  

Llamó la atención sobre la satanización de la religión yoruba y a la que fueron condenados los batás en la república mediatizada: «fueron envilecidos, tenían que esconderlos para trasladarlos, fuera de la vista de la policía, hasta que llegaban a lugar del toque», aseguró. 

Por suerte, ese panorama cambió y hoy es referencia en todo el espectro de la música cubana: diferentes formatos de agrupaciones los utilizan como riqueza rítmica y patrón de identidad nacional.

Ochún, otras de las deidades del panteón yoruba que alegró el momento cultural. /Foto del autor.

«Se nutrieron del dolor de la esclavitud y la euforia de sus cantos. Hoy lo tocan manos cubanas. Estos tambores son tan cubanos como las palmas reales, se transculturaron y perdieron un elemento, pero, ganaron la cubanía, la espiritualidad; se hicieron cosmopolitas, se globalizaron gracias a Cuba», concluyó.

Por su parte, Sonia destacó la conjunción entre mantenimiento y fortaleza de la comunidad batalera en el país como portadores y continuidad de ese proceso cultural, vital para la declaratoria como patrimonio. «Se sostiene en el tiempo la tradición, constituye un legado que tenemos que defender, trabajaremos para ello. Para ello existe la comisión de salvaguarda que lo ampara», dijo.

Varios exponentes del toque de batá en Cuba comentaron acerca de su misterio rítmico que no lleva escuela, sino, corazón y sentimiento, la llamada «bomba», como expresó el bailarín y ejecutante musical de ese instrumento Alfredo O’Farrill, también profesor del ISA y jefe del Departamento de Folclor en esa academia. Aseguró que «el tambor batá salió del cuarto de santo para llegar a las universidades».

Yemayá y las olas del mar en su azul, estuvo presente también./ Foto del autor.

La agrupación folclórica Yyerosun, desplegó sobre el escenario toda la fuerza expresiva cultural del toque y la danza yorubas con varias de las deidades de su panteón ancestral, sin dejar a un lado lo que generaría esa cultura, muy cubano, autóctono, como es el riquísimo complejo musical de la rumba.

La actividad concluyó dando algunos pormenores de lo que será el XV Festival Internacional Timbalaye La Ruta de la Rumba, el cual busca generar conciencia sobre la importancia del legado africano.

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