Creado en: junio 26, 2022 a las 01:29 pm.

Teatralidades contemporáneas en la Primavera Teatral 2022

Entrampados, del Colectivo Teatral Granma
Foto: Tomada de Internet

Por Vivian Martínez Tabares

Texto tomado del boletín digital En Conjunto n. 6, que edita la Dirección de Teatro de la Casa de las Américas, correspondiente al mes en curso. Este aparece el tercer jueves de cada mes, entre cada número de la revista Conjunto.

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El Encuentro Internacional Escénico Primavera Teatral 2022 se celebró en la ciudad de Bayamo y en algunas comunidades cercanas entre el 20 y el 24 de mayo con un intenso programa artístico. Organizada por el Consejo Provincial de las Artes Escénicas de Granma, la Primavera Teatral en su edición 21, se dedicó al 45 aniversario del Colectivo Teatral Granma, a los 30 años de la Guerrilla de Teatreros, y a homenajear a dos artistas muy cercanos al evento, fallecidos durante la pandemia de la Covid 19: el avileño Yosvany Abril, director del Guiñol Polichinela, y al actor, director y dramaturgo colombiano Fredy Bedoya, miembro de la Corporación Cultural Nuestra Gente, de Medellín.

La cartelera de espectáculos incluyó a grupos de siete provincias, en cuya selección se privilegiaron las zonas oriental y central de la Isla sin obviar cierta participación capitalina. Estuvieron las agrupaciones locales Teatro Andante y su proyecto Los Andantinos, Guiñol Pequeño Príncipe, Guerrilla de Teatreros, Teatro de Ilusiones Libres, Colectivo Teatral Granma, Teatro Alas de Cuba, además de varias tropas escénicas comunitarias. También participaron Ury Rodrígues Urgellés, del Teatro La Barca, de Guantánamo; el Estudio Teatral Macubá, de Santiago de Cuba; Teatro del Viento, de Camagüey; el Guiñol Polichinela y Caminos Teatro, ambos de Ciego de Ávila; la Compañía Teatral Mejunje, el Teatro sobre el Camino, y el Guiñol de Remedios “Fidel Galván Rivero”, todos de Santa Clara; el Teatro Viajero, de La Habana, y un elenco mixto de humoristas integrado por Kike Quiñones y Michel Pentón, de la capital y el holguinero dúo Cari Care. Además, el evento programó la exposición de caricaturas ¿Cómo se llama la obra?, del artista gráfico Jorge Sánchez Armas; una muestra de figuras célebres recreadas en papel maché titulada Retraturas, de Onelio Escalona Vargas; varios paneles sobre teatro comunitario, teatro inclusivo, un intercambio sobre la práctica cultural del grupo Nuestra Gente, de Colombia, y con los coordinadores del Proyecto Nacional Juntarte. En el segmento de superación, se impartieron talleres de crítica y de entrenamiento para la escena. Y se presentaron, además, varios libros.

Del vasto programa mencionado, quiero detenerme en el segmento de teatro para adultos, y en un grupo de obras que coincidieron en el abordaje crítico de la realidad cubana actual, a partir de recrear situaciones relacionadas con problemáticas agudas como el efecto de la pandemia en diversas esferas, la crisis económica y material, y la migración mayormente de jóvenes. Sobre esas constantes, versaron cuatro montajes que adoptaron tonos y géneros dramáticos diversos, con mayor o menor acierto para provocar en los espectadores la reflexión y movilizar ideas.

Esto no tiene nombre, del Teatro Andante
Foto: Tomada del perfil de Facebook del grupo

Esto no tiene nombre, del Teatro Andante, bajo la guía de su director, Juan González Fiffe, fue la obra elegida por el grupo para celebrar sus 30 años de vida en 2021. Concebida para representarse en espacios abiertos, dentro de la tradición del colectivo, pudo verse en la XI Jornada de Teatro de Calle, Callejero 2021, celebrada en Matanzas, y en el Festival Máscara de Caoba, en Santiago de Cuba. Cinco actrices y dos actores ataviados con conjuntos negros y capas coloridas que acompañan de delantales domésticos, actúan, danzan y ejecutan instrumentos musicales. Así recrean circunstancias dramáticas y dolorosas de la pandemia: los seres queridos que perdimos, las consecuencias materiales en la vida cotidiana y pequeñas cosas que añoramos y de las cuales no podemos disponer en este extraño período que llamamos por pura convención “nueva normalidad”, también marcado por transformaciones impactantes introducidas en las relaciones económicas y monetarias cubanas y en el contexto de una crisis a escala planetaria.

El equipo crea pasajes en los que no falta humor, a veces negro, a veces más diáfano para enfrentar la adversidad desde el empeño y el compromiso con la vida y seguir adelante, las cuales provocan momentos de auténtica emotividad, y los Andantes saben alternarlos con simpáticas referencias costumbristas que estimulan las reacciones de los espectadores. Con eficacia comunicativa y crítica, la agrupación recrea el momento actual, cuestiona procederes individuales y colectivos, institucionales y personales, exalta la creatividad con que nos hemos visto obligados a enfrentarlo, y rinde tributo a los ausentes.

Entrampados, del Colectivo Teatral Granma, bajo la dirección de Norberto Reyes, elige a cuatro personajes tipos de géneros como la farsa o la pieza para crear una situación extrema que dialoga con el absurdo. En un barco llamado Juanita ―evidente alusión a nuestra Isla―, encallado en la arena, el capitán trata de salvar la situación y de sobrevivir ahorrando las escasas provisiones y rotando a sus tres únicos subordinados en las diversas funciones posibles, sin que logre superar el estancamiento. El círculo vicioso revela la necesidad de un cambio más radical, pero en el desempeño actoral y la dinámica escénica faltan bríos, mayor ritmo y desarrollo de la trama, que languidece en un ciclo cerrado.

Y ahora qué, del Teatro del Viento
Foto: Tomada de Internet

Y ahora qué, del Teatro del Viento, escrita y llevada a la escena por Freddys Núñez Estenoz, se vale de los tonos gruesos de la farsa para exponer los problemas, y arranca en la primera escena con una situación hiperbolizada que marca, demasiado pronto, un tono que no hará sino reiterar en la mayor parte de las escenas, lo que compromete la progresión. Coloca en manos de los actores un micrófono, e impone a la palabra un tono tribunicio y exaltado que llega al paroxismo. Poco acertado a mi juicio es el tono aleccionador con que se nos hacen advertencias y se nos dan instrucciones que limitan nuestra libre capacidad como espectadores, en un prólogo al que el director da lectura, y luego en un epílogo que se enuncia desde una supuesta superioridad, a mi juicio cuestionable. Lástima que lo anterior empañe escenas mejor logradas por haber elegido procedimientos más auténticos: la de la maestra demagoga que quiere aferrarse a la enseñanza de una materia como la filosofía sin aplicarla consecuentemente a la praxis, y la estremecedora plegaria a los muertos en el Río Bravo, en la cual se evocan personas reales y cercanas con verdadero dramatismo a partir de su conexión con la realidad actual.

No importa…, de la Compañía Teatral Mejunje
Foto: Tomada del perfil de Facebook del grupo

Por último, No importa…, de la Compañía Teatral Mejunje, se vale de la fuente literaria como en otros montajes de esta agrupación liderada por Ramón Silverio ―como Una Odilea campesina, versión teatral de la novela de Francisco Chofre, o el Decamerón cubano, suerte de Bocaccio a la criolla―. Esta vez, a partir de un humor más mesurado, elige el libro de crónicas Quién le pone al cascabel al látigo, del joven periodista y profesor Rodolfo Romero Reyes, para focalizar el rencuentro después de muchos años de separación de cuatro amigos que han tomado distintos rumbos geográficos y al juntarse recuerdan buenos momentos, vistos desde la perspectiva actual de cada uno. Bajo la dirección del actor Adrián Hernández Hernández, y creada con la colaboración del equipo que también integran Lisandra Martín Martín, Leisy Domínguez Viera y Yuniesky Bermúdez Daniel, la puesta sostiene un dinamismo afín a la juventud, tanto como muchas de las claves temáticas y escénicas. En este caso la autenticidad de la reflexión crítica se sustenta en la mirada abierta a los problemas, vistos desde una genuina pertenencia a partir del valor que todos conceden a la amistad y a la unidad como una vía para enfrentarlos.

Así, la Primavera Teatral fue un termómetro para pulsar los modos en los cuales la escena cubana de hoy –en tres provincias del país– procesa las contradicciones de la realidad inmediata y construye sus ficciones.

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