Creado en: marzo 13, 2024 a las 09:42 am.

Un espacio de convivencia entre artes, artistas y públicos

La vida es vieja ya tuvo una exitosa temporada de estreno. Foto: Facebook de Nave Oficio de Isla

Por Yeilén Delgado Calvo

La sede de la comunidad creativa Nave Oficio de Isla es un espacio amplísimo, signado por la presencia constante del mar y de la luz. Allí, en los altos de los Almacenes San José, en la habanera Avenida del Puerto, se ha labrado una manera de hacer teatro que subvierte las fronteras tradicionales del arte escénico, que bebe de todas las manifestaciones, y seduce al público de tal forma que este está dispuesto a participar sin reparos de cada nueva indagación.

Cuando no hay funciones, sigue siendo un lugar palpitante, donde en común se idea y experimenta, una y otra vez. En pleno proceso de trabajo de los espectáculos Summertime (un eterno verano), Navidad y La vida es vieja, que en ese momento se mostraban en ensayos abiertos, Osvaldo Doimeadiós, director de la Nave, dialogó con Granma sobre algunas de las pautas del proyecto, que tiene al vínculo entre producción, investigación y formación como uno de sus pilares.

En el camino hacia los cinco años de trabajo, en los que resaltan obras como Oficio de Isla, Luz y El Collar, el proyecto ha logrado conquistar a los espectadores, de una forma orgánica, en tanto los hace parte viva del hecho artístico: «Hemos creado una comunidad que asiste con mucha seguridad a nuestro espacio, y que se ha involucrado en este juego que es el teatro.

«El público pasó del asombro a la entrega. Creo que hacerlo sentir como un ente activo propició que regresara, y se convirtiera en asiduo de nuestros espectáculos; ya está avisado, viene sabiendo que se va a encontrar una manera muy peculiar de estar, no escondido en una platea apagada.

«Aquí el espectador no es anónimo, forma parte del discurso, del diseño espacial y escenográfico; es juez y parte. Los actores no se esconden; se ve a veces cómo se maquillan, se cambian o entran».

En La Nave ha tenido mucho peso, igualmente, la amplia presencia de creadores jóvenes y en roles muy significativos; un aspecto que Doimeadiós considera esencial:

«Habíamos pensado desde el principio que este fuera un lugar que no solo hospedara los anhelos y las inquietudes de los jóvenes, sino que también los hiciera viables. Por eso, hemos apostado por la plataforma Y la nave va, para promover su trabajo». Uno de los resultados de esa filosofía ha sido la puesta Asesinato en la Mansión Haversham.

«Este no es un coto cerrado, siempre se han abierto las puertas a creadores y artistas de otros ámbitos, grupos y disciplinas; y queremos que siga siendo un espacio de convivencia entre muchas artes, entre artistas y el público en sentido general».

Acerca de los ensayos abiertos, comentó que se trataba de espectáculos sin terminar por cuestiones de producción o en una fase creativa incipiente, pero no querían dejar pasar la posibilidad de que el público también participara del proceso, «mostrarlo tal cual es, un hecho vivo que se va modificando».

También, explicó, «es una estrategia para trabajar», porque en las actuales condiciones «es muy difícil poder mostrar al público una obra con toda la escenografía, el vestuario…».

No hay en la Nave, sostiene Doimeadiós, «una idea vertical de la creación»; defienden una dramaturgia colaborativa, «donde todo el mundo aporta, si funciona se queda; si no, se sigue proponiendo»; y ello es palpable en el entusiasmo y la pertenencia con que los otros artistas hablan de sus montajes.

Pero se advierte, sobre todo, en el resultado final, cuando la obra tiene lugar, y el espacio –que por su tamaño pudiera facilitar la dispersión– se convierte en un cuerpo único de gente que encuentra en el teatro su historia, ya sea haciéndolo o disfrutándolo.

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