Creado en: octubre 23, 2022 a las 12:16 pm.

Como distintas felicidades oprimiéndose

El libro en el que hoy me detengo llegó a mis manos con la siguiente dedicatoria: “Para Rito y Caridad, poetas de siempre, este libro de Acontecimientos”. Ese último término, empleado para aludir a un poemario, me llenó de curiosidad hasta que, leyéndolo, recordé lo que dice Bernard Nöel, que en un poema se está sobre un territorio que ha recogido las huellas de un acontecimiento, y que es como un acontecimiento natural, que provoca una fuerza natural, como una tormenta, y que el exergo del libro hace suponer que el autor expone hechos de carácter evocativo o autobiográfico: (“Enredar una memoria y luego desenredarla”. Apuntes 1992 – 1993. Elías Canetti), o que “aun cuando su sujeto lírico, casi siempre impersonal, objetivo, se centra en experiencias individuales, ellas son expuestas mediante una elaboración fabuladora, por donde su poesía continúa denunciando una como soterrada vocación narrativa.” [1]

Una cabeza patea un pie, [2] nuevo libro de Efraín Rodríguez Santana, da testimonio de “una cabeza hundida que será símbolo de lo que se vende”,[3] que está alejada de su razón de ser: pensar recto para actuar, no dejarse ganar por engaños, que resume al mundo contemporáneo y nos recuerda la tremenda frase de Martí donde se afirma que la mitad de los hombres pasó dormida sobre la faz de la tierra: comieron y bebieron, pero no supieron de sí. Y es que este libro versa sobre la manipulación mediática que sufre el individuo, como fenómeno omnipotente en la sociedad, las falacias que anulan al ciudadano, que tienen la apariencia y provocan el mismo alborozo que la fantasía, y que será y se mantendrá aún en lo que está por levantarse y ser. El poeta nos entrega un aliento que persigue la autenticidad. En tal sentido entra y sale de territorios específicos donde lo mueve un gran afán civilista, pero que también se manifiesta en textos que pueden ser considerados como de poética:

                                  logrero

  1. E. declara que no se convertirá en un logrero

con un tono como de invocación a la virgen

puso de su parte y al fin dejó algo inexplicable

difícil de saber por qué lo hizo siendo nadie

encima de la mesa ese paquete llamado poesía

completa

así que gracias a dios no palparemos su triunfo

con las manos lisiadas qué te parece

poesía póstuma ese paquete de la sangre

ese enigma del linaje de la raza dice su amigo

Julio Pino.[4]

Así enarbola una razón, un fundamento de la escritura, de la literatura: vivir de las limitaciones, crear a partir de ellas:

LIMITACIONES

Mi buen amigo no es Wittgenstein,

detesta la polémica y la lógica del conflicto

que se narra.

Me pregunto cómo era posible que alguien

que olvida las cosas pueda escribir una novela.

No supe qué contestarle,

después recordé que en una libreta gruesa

apunto mis impresiones,

de allí saltan los hechos y estos se asocian al drama

de los personajes,

siento a veces cómo caminan ellos, qué dicen,

cuánto callan,

entran a espacios que ya antes intuí.

En un capítulo de La cinta métrica Ángel

y sus hermanos

Higinio y Ladislao matan brutalmente al padre

y eso es pura invención, asunto escrito, indoloro

como la locura,

el deseo de venganza del autor se instala en la novela,

es así como se vive de las limitaciones.

Pero el poeta mira al mundo con desgano e ironía, y el desarraigo es algo que aflora en una criatura que no deja de moverse, como un animal apestado e inocente, aflora el desarraigo: Un “viaje en primera clase en un crucero/ preferiría no viajar en estas condiciones / pero ya me pusieron estos grilletes / Circularé como cualquiera de los otros […] “aunque cambien los sonidos cada cierto tiempo / la idea es la felicidad cuando pasas un territorio. (“Esculturas en el mar”, p. 58). Los poemas unitarios están mejor logrados que los poemas seriados,[5] en este libro de claras intenciones civilistas, sobre todo aquellos textos que refieren experiencias familiares, y que son eso que el autor expresa: “acontecimientos”, donde “los poemas se imponen porque dramatizan preguntas”[6]:

UNA ESTERA[7]

Sobre una estera descansa la cabeza de mi hijo,

está limpia, sonríe.

Mi hijo me mira a mí

y a lo lejos su mirada se pierde en el futuro,

el futuro puede tener veinte, treinta, cuarenta años,

un tiempo imposible de vivir.

Un hijo con un largo futuro.

El tiempo pasa y su cabeza crece,

una cabeza patea un pie.

Este poema, que bien pudiera ser el centro dimanador del libro es una especie de representación plástica del hijo frente al padre, y del padre frente al hijo. Y revela cómo los semas de guarda, protección y autoridad que acompañan o debieran acompañar al padre están trastocados, no por falta de intención del padre, sino por la ¿inconsciente? violencia manifestada del hijo, implícita en su naturaleza. El hijo no puede sustraerse del mandato genético de superar al padre, lo que ocurre no sólo en el tiempo, y que se vuelve una metáfora que cristaliza impíamente en todas las relaciones que se establecen entre ellos. En el libro tal metáfora se extrapola a su escenario general, pues se ha escogido ese último verso del poema como título del cuaderno, y en el mismo se representa el bregar del pensamiento recto, liberador y civilista contra estructuras y acciones sociales opresoras y erguidas. Dicho en otras palabras, la relación padre e hijo es un reflejo de la relación hombre y sociedad, y de los lazos entre pueblo y gobierno, y viceversa. Por eso los poemas cuestionan el sentido de la heroicidad, y la procedencia de los valores sociales en las lacras torcidas del poder, y se ha puesto en tela de juicio con lenguaje parabólico una sociedad en la que triunfa quien se ha impuesto como un perro de pelea[8]. En ese universo de relaciones aviesas o torcidas que el poemario describe se incluyen también las relaciones convulsas entre el maestro y el discípulo en el mundo del arte, en lo literario, que se multiplican en el tiempo y avanzan desde una temida y natural atrofia, reflejada en el efectivo y entre absurdo y surrealista poema “Picoloro”[9].O las relaciones madre e hijo, los absurdos de la existencia cobrando formas abruptas o anheladas que reflejan toda la vida al lado de una madre con filosas líneas, toda una biografía en ese excelente poema que es “Tiempo perdido”[10]:

El registro de libros ocupa un estante blanco,

países, géneros, autores, tamaños, colores,

La madre preguntó por qué semejante tarea

de idiotas,

dijo más, culpó al hijo de leer a destiempo

en busca del tiempo perdido: ¿qué puede significar

ahora para ti

esas letras que desfiguran el deseo?

Lo que se desea mejor es la tiranía de la madre.

Muchas pastillas depositadas en la boca reseca

de la enferma

no poder hablar bien, no saber quién es quién,

o saberlo,

extender la mano para acariciar el cuello del hijo.

Algo más que dijo antes de morir, mencionó

el nombre de una mujer,

la gobernadora allanando los espacios del desierto.

Y así se imponen estos “sucesos” en un ambiente de resolución kafkiano donde olas humanas se mueven gracias a olas inhumanas y viceversa, como distintas felicidades oprimiéndose – consúltese el poema “El abogado”[11] -. El vigor de los hechos construyendo el poema, la resistencia del acontecimiento, como en el texto “Cementerio”, y otros “en los que late una ostensible irrupción confesional, un soterrado desgarramiento existencial, un descendimiento órfico – poético, un profundo vitalismo”.[12] Este libro se propone acaso una tarea imposible: reaccionar, denunciar y enjuiciar todo lo injusto que somete al hombre en los avatares del mundo y conectar, según Adrianne Rich, con estados que de por sí nos privarían del lenguaje y nos reducirían a un sufrimiento pasivo donde una mano llega a acariciar una cabeza.


[1] – Jorge Luis Arcos. “La segunda generación poética revolucionaria (II)”, Historia de la Literatura Cubana. La Revolución. (1959 – 1988), Tomo III, Instituto de Literatura y Lingüística y Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2008, p. 143.

[2]-Efraín Rodríguez Santana. Una cabeza patea un pie. Ediciones Matanzas, Matanzas, 2020.Destaco la hermosa portada del cuaderno, realizada por Johan Trujillo.

[3]– Efraín Rodríguez Santana. Ob. cit, “Cubeta”, p. 9                                       

[4] -Efraín Rodríguez Santana. Ob. cit, “País de Vaca”, p. 14.

[5] – Son la excepción, y quizá porque muestran su carácter independiente, y en cierto modo autobiográfico “logrero” y “país de vaca”. Este último poema es como una especie de síntesis de las cuitas en cierto modo malditas del hijo y un retrato amargo y absurdo de la vida familiar:

De nada hay que arrepentirse y se debe saber

que la historia aniquila a los arrepentidos                                                                            

y todo padre por naturaleza tiraniza y toda madre

puede llegar a ser una Medea de su casa

en esa sucesión lo que importa es no dejar huella

y nada escrito y orejas sordas a la súplica

de la sangre

la sangre no es más que el camino de Medea

el padre tiraniza lo que está vivo en porciones

que dan para vivir una vida entera.

[6] – Louise Glück. “Contra la sinceridad”. Hablar de poesía, n. 40, Buenos Aires, 2019, p. 13.

[7] – Efraín Rodríguez Santana. Ob. cit, p. 60.

[8] – Véase el poema “El estilo”, p. 41.

[9]– E.R.S: Ob cit., pp. 51- 52.

[10] -E.R.S. Ob. cit., p. 55.Este poema está relacionado con “país de vaca”, texto ya aquí citado. Hablando del libro como suma de acontecimientos, se destacan aquí dos personajes: fuerte y definitivo el de la madre, y el del poeta Ángel Escobar- Véanse los poemas “Pérfida agua”, “logrero” y “Limitaciones”.

“[11] -E. R.S. Ob. cit, p. 59.

[12] – Jorge Luis Arcos. Ob. cit, p. 143.

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