Creado en: junio 2, 2021 a las 06:16 am.

El punto es cubano y avileño

Donación de instrumentos musicales por parte de Musicavila

No por tener una armonía cíclica, intuitiva, es canción fácil. Por tener una rítmica hipnótica, no se le debería considerar un canto ritual. Tiene una letra con estructura más bien cerrada, y no habría de ser un problema para quien la crea o escucha.

En franca comunión entre Forma y Contenido, comunica y llega. Transmite sensaciones y no deja de ser canción.

Aunque se acompañe, también, con laúd, no es legítima del período barroco. Emplea machetes y otros instrumentos de trabajo para sacar música, y no es folclor afro, antillano, caribeño.

La percusión que acompaña no siempre es rítmica. En los guateques, por ejemplo, a veces el bongo cumple una función melódica porque sique el punteo del tres y tiene que acortar sus frases, o alargarlas, con tal de llenar todo el compás.

El punto cubano recoge la cotidianidad, como buen cronista de su época, y no es trova. Es contestatario, también, y zalamero, lúdico, aglutinador y, en ocasiones, para nada intimista.

Es tradicional en decadencia, como dicen algunos que ven con ojos desdeñosos hacia todo lo que suena a pasado, porque ya “se ha desgastado” su enseñanza de una generación a otra.

Y pareciera cierto. Es más fácil ver hoy a un niño o adolescente enseñarle a su abuelo la manipulación de un teléfono móvil, que a un adulto mayor encaminando a sus nietos por la práctica del laúd, el tres o la composición de décimas al vuelo.

Es, a grandes rasgos, mi definición del punto cubano. Pero es más que eso, porque desde el 2017 la Unesco lo consideró Patrimonio inmaterial de la humanidad. Es motivo de orgullo, alabanza.

Armando Andrés López Rondón (Director Casa de la décima Raúl Rondón): Existen referencias a que ya a finales del siglo XIX, en el teatro Principal, se reunían y cantaban figuras como el Indio Naborí, Raúl Rondón y una pléyade de artistas del género, donde se abarrotaba el teatro en los conciertos organizados allí por “María la Matancera”.

Mucho más para acá en el tiempo y hablo ya de los años noventa, se organizan en la ciudad las bienales de música campesina, “Las ferias de arte popular”, a las que asistían figuras relevantes de la tv nacional. Ciego de Ávila tenía una fuerte estructura cultural en este apartado. Y múltiples espacios llamados peñas campesinas, como el “Rincón campesino” de la calle Estrada, que se hizo un foco de cultura tradicional con un impacto muy positivo en la comunidad enclavada en esa vía, entre Abraham Delgado y Narciso López; en los carnavales siempre hubo presencia del Punto Cubano, y recordemos el famoso “Platanal de Bartolo”, en la calle Maceo, esquina Serafín Sánchez, que en otras ocasiones se hacía en la calle Chicho Torres, siempre con público más que suficiente aplaudiendo y disfrutando de nuestro arte tradicional. De esta manera también los visitantes de otros lugares de la provincia y el País, de paso o llegados a disfrutar de nuestras fiestas carnavalescas participaban de ellas.

En Islas Canarias se hizo práctica habitual tocar el punto en fiestas y clubes desde el siglo XVII. Nosotros la cultivamos un poco después, pero ya para contaminarla con todo lo que somos, guarachas, son, parrandas, fiestas populares, sudor y alegrías.

Se ha convertido en paño de lágrimas para amigos y amantes, hombres de la tierra y de pueblo adentro. Motivo de encuentro y desencuentros, hasta de riñas familiares. Más de un Romeo conquistó a su Julieta con décimas y tonadas; más de una Penélope se quedó esperando la respuesta a su controversia.

Gilfredo Boan Pina (Escritor e investigador): Desde que di con el mundo de la décima y las parrandas encaminé mi trabajo precisamente a la recopilación de las tonadas y de las décimas de tradición oral que cantaban en las parrandas. El punto de parranda avileño ya lo era desde antes de 1976, porque esta era la parte occidental de Camagüey. Entonces, el punto como se conoce en los libros es como “Punto camagüeyano”. Al producirse la división política administrativa del 76, sus manifestaciones se quedaron en la parte de Ciego de Ávila. La parranda que cultivamos aquí es una fiesta campesina por excelencia. Por siglos, ha sido en los hogares campesinos de aquí, la fiesta más importante. Los motivos son variados, desde un cumpleaños hasta el puro placer de parrandear, por uno o varios días.

Para algunos incrédulos, hijos de la modernidad, es un arte “falseado” porque “nadie puede improvisar coplas” así, “de la nada”. Pero lo cierto es que el verso octosílabo, ese que tiene ocho sílabas métricas, es casi orgánico en el ser humano. Muchos no se dan cuenta, pero si llevaran la métrica de cómo hablan a diario, se darían cuenta de que muchas veces emplean el octosílabo. “Dime, cómo va la cosa”.

Lo demás es pura agilidad mental. Es ingenio, respuesta del imaginario personal y popular. Gracia del ser que no entiende de fronteras culturales ni educativas. Belleza en la palabra y soltura de la lengua.

AALR: La labor que se hace, no solo en Ciego de Ávila, sino en Cuba toda a través de los talleres de Repentismo Infantil, y también en los talleres de acompañamiento musical, es sumamente importante. Están convocadas a mantener viva la llama de la tradición. Se obtienen resultados que hacen pensar que sí, que la tradición se salva, aun cuando hayan obstáculos sobre todo de carácter humano, que con intención o no, con desdén o desconocimiento, se interpongan en el camino. Como resultado de este tipo de enseñanza, Ciego de Ávila tiene en su haber, al “Campeón mundial de pie forzado Reiber Nodal, quién es además el único poeta en Cuba, que ostenta todos los títulos puestos en disputa dentro del arte del Repentismo. Tiene a una ganadora del Saborí en Palmas y cañas, Claudia Nerid. Se ha presentado en Panamá y México, con sus niños, los mismos que son reclamados para las actividades políticas dentro de la provincia, todo esto producto de un trabajo ininterrumpido de más de 20 años de entrega, aún sin la Casa de la décima, ya en ella logramos formar el primer grupo infantil de la historia cultural de la provincia.   

Niños estudian laúd desde los talleres de repentismo en la casa de la décima avileña

Pero el punto cubano no es solo la expresión del habla, el repentismo o la controversia. Como otros géneros musicales, trae consigo una actitud ante la vida. ¿Acaso no tienen algo en común los amantes y cultores de esta música?

Un brillo en los ojos, picardía, gracia, jovialidad, desenfado. Parecieran niños eternos aferrados al olor de la tierra y a la belleza del paisaje. No hay que tener exquisito poder de observación para detectarlos de entre tanta gente.

Y es mucho más, también. Es la manera en la que mano derecha puntea la guitarra, el laúd, el tres. Y cada región geográfica tiene su estilo, su punteo. Por eso se caracterizan.

Aunque hay una manera de tocarse para cada punto, es cierto que no todos los cultores lo hacen de la misma manera. Es bastante habitual escuchar variaciones de un “palmarito” o el “espirituano”, a veces diferenciados por detalles, pausas o deslices.

Resulta que el verdadero hablante es el alma de cada cultor, y no siempre las cuerdas de metal. En ese sonido se van mezclados las aspiraciones personales, los sueños y las angustias. Un amasijo de todo con todo que da, como resultado, la experiencia de lo vivido.

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