Creado en: mayo 8, 2021 a las 08:39 am.

El Son, lenguaje musical cubano por excelencia

Transcurría el año 1909 y en los alrededores del cuartel de la Guardia Permanente de La Habana, los soldados orientales tocaban esos tumbaos que a la gente le llamaba la atención. Aquel ritmo tan pegajoso venía del monte, era el sincretismo del grito cimarrón y el machete mambí. Un canto de independencia nacional que sintetizaba nuestras ansias de libertad. Poco después, una renombrada orquesta danzonera regresaría de Santiago de Cuba con una sonoridad diferente, se trataba de un danzón mezclado con montuno oriental. Aquellos compases se mezclarían en los genes cubanos, influirían en el modo de bailar, cantar, escribir y hasta comunicarnos.

¿Dónde está la ma´Teodora?

El Son cristaliza en Cuba sobre la segunda mitad de siglo XIX, producto de la integración entre diferentes grupos sociales, donde se intercambiaban elementos culturales relacionados con la música. Surge en la zona oriental porque allí, a diferencia del resto de Cuba, la economía no estaba basada en grandes plantaciones con enormes y estratificadas dotaciones de esclavos, sino en plantaciones pequeñas en que la gente tenía más posibilidad de comunicarse social y culturalmente.  

A muchas personas les suena en el oído el nombre del Son “La Mateodora” y lo tienen concebido como el primer Son cubano, pero la palabra Son significa: hacer algo al Son de otra cosa, por eso decimos: “estoy bailando al Son de lo que me tocan”. No sé si esa canción existió, pero existe el rumor de que se trata de una cantadora dominicana llamada Teodora Ginés que vino para Santiago de Cuba y luego para La Habana. Es falso que ese fuera el primer Son, explica el musicólogo, Norberto Shand.

Los primeros sones de los que se tiene noticia datan de esa época. Sabemos que hay una familia santiaguera de apellidos Varela Miranda, que fue grabada por el musicólogo Danilo Orozco. El iniciador de esa familia fue Coronel del Ejército Libertador y recordaba muchos sones que se cantaban en la manigua cubana. Esa familia mantiene esas tradiciones y dentro de los sones que grabaron hay muchos de esa etapa, así como otros que trascendieron como ese de “Castellano que bueno baila usted” o “Campana, campana sube la loma”, sones antiguos que triunfaron en la música cubana, cantados por cultores de la talla de Benny Moré.

El Son en sus primeros momentos no se parecía a lo que conocemos. Era practicado por cultores que no eran profesionales, ni tenían los instrumentos que después, durante la primera mitad del siglo XX se conocieron. Se trataba de instrumentos rudimentarios, el tres, por ejemplo, era tocado por la clase baja porque en los grandes salones lo que se tocaba era el laúd. Por tanto, es posible que los campesinos canarios que se asentaron en la zona trajeran la vihuela, considerada el antecedente del tres. La vihuela también se tocaba punteada, se afinaba por pares de cuerdas y podía tener seis u ocho pares. El tres se simplificó a tres pares de cuerdas afinadas igual y se toca haciendo lo que llamamos tumbao.

Para los campesinos y esclavos africanos ese toque punteado no era ajeno, porque sobre todo los africanos conocían instrumentos parecidos como la tumbandera: una cuerda con un arco que se enterraba en la tierra y se le ponía una yagua encima que funcionaba como caja de resonancia. La percusión era conocida también. En aquellas fiestas no había grandes instrumentos, pero lo mismo una mesa que un taburete servían para la percusión. Precisamente del taburete se originó el bongó y sobre todo los bongoes orientales que eran más grandes que los occidentales. Esos bongoes grandes son los que todavía se usan en el changüí, uno de los sones originarios.

¿De dónde son los cantantes?

Los sones antiguos se basaban en la recurrencia entre un estribillo y las coplas. De ahí que muchas veces las coplas no estaban relacionadas directamente con el estribillo, porque este podía tener relación con la actividad que se estaba haciendo o algún suceso social. Basados en ello, los cantantes improvisaban sobre lo que le pasó a fulano o si la mujer de no sé quién lo sorprendió en algo extraño.

Cuando en la primera mitad del siglo XX los trovadores comienzan a emigrar hacia La Habana, este género cambió, porque empiezan a darle la estructura de sus canciones. De manera que comenzó a tener una parte expositiva y más poética al inicio, y una segunda parte donde está la alternancia entre estribillo y coplas. No obstante, permanecieron vigentes ambas maneras de hacer Son. La forma antigua se llamó Son montuno, de ese tipo conocemos muchísimos como “El guayo de Catalina”.

Ya en el siglo XIX el Son debe haberse dado a conocer en algunas localidades del resto del país, porque entre los mambises se debía tocar. Hay quien dice que el Son llegó a occidente entre 1909 o 1910 cuando el presidente José Miguel Gómez forma el ejército y distribuye los soldados por todo el país, pero el proceso empezó mucho antes por el éxodo de orientales a occidente.

El Son comienza a popularizarse en La Habana a partir de 1916, cuando se hacen las primeras grabaciones de una agrupación sonera que, por supuesto, no se parecía a las que conocemos hoy, porque tenía un formato híbrido. Más tarde, en 1920 se crea un septeto que no tenía contrabajo, como estamos acostumbrados a ver, sino que utilizaba la marímbula o la botija, para hacer los sonidos graves. De 1927 a 1929 ya se crea el Septeto Nacional que incluía el contrabajo y una trompeta.

El lenguaje musical cubano

La música popular bailable cubana toma mucho del Son. A este género se le considera el lenguaje musical cubano por excelencia, algo que es capaz de mezclarse con otros elementos, sin perder su esencia; ya sea con la rumba o la lírica de los trovadores para dar lugar al bolero-son; o con otros géneros latinoamericanos que dan lugar a la salsa.

La timba no es un género nuevo, es la imbricación del Son con elementos de la rumba, la conga y hasta del rock. Se ha establecido como norma en las agrupaciones soneras cubanas, una sonoridad más agresiva que corresponde a la era en que el rock se adueñó del escenario mundial. Una de las primeras agrupaciones que asumió estos códigos fue “Los Van Van”.

Junto a la percusión cubana se introdujo la batería, porque era una necesidad de la época. Una agrupación de este tipo tiene además una sección de viento y un bajo. El piano sustituye a lo que era el tres aunque muchas agrupaciones también tienen un tresero, tal vez por evocación estética o tradicional. Esa es la estructura principal de las bandas cubanas, algunos tienen más instrumentos o llegan a ser hasta una Jazz Band, o una Charanga.

Según Pupy Pedroso, uno de los principales cultores de la música popular bailable cubana, la celebración del día nacional del Son es una deuda que se tenía con nuestra cultura, porque este representa muchísimo dentro de la música bailable cubana. Todo lo que emana de nuestro ritmo, de nuestra forma de bailar e interpretar es producto del Son.

“Desde hace mucho tiempo el maestro Adalberto Álvarez viene gestionando la idea de llegar a este día tan maravilloso y todos los soneros apoyándolo. El Son es el padre de la música cubana y la rumba es la madre. Me considero sonero, me viene de mis antecesores y sé que los jóvenes reconocen que el Son es la cara fundamental de la música cubana”, argumentó.

El Son ha influido en la música de otros países, tanto es así que de su mezcla con el Jazz salió el Latin Jazz, que posee otras influencias, pero sin dudas tiene una base sonera. Ese lenguaje nos identifica. El cubano puede escuchar una melodía y darse cuenta de que se trata de Son, sin que esta tenga un acompañamiento, porque lo lleva en el oído, es representativo de su cultura y su nación. Celebrar el Día del Son, es cantar a nuestras raíces, ahondar en el alma cubana y recordarle quién es, celebrar a Cuba y a su voz.

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