Creado en: diciembre 31, 2022 a las 11:35 am.

Finlay, Villa Soberón, otra historia dentro de la Historia

Foto: Liesther Amador

Che Guevara, John Lennon, Benny Moré, El Caballero de París, Ernest Hemingway, Enriqueta Fabez… pululan en el país, también al otro lado de nuestras costas, esculturas de estas y otras tantas personalidades del panorama social, político y cultural de Cuba y el mundo, salidas de las manos del escultor José Villa Soberón.  Protagonistas de la Historia y la pasión de un creador que los trae de vuelta a la vida, o, mejor dicho, a esta otra nueva existencia real y artística impregnada por él.  

A ese renacer desde la contemplación y el goce de los sentidos, en los que desempeñan un papel importante la sensibilidad e involucración del artista con el recorrido terrenal de los finados a evocar, se suma ahora la figura del médico y científico cubano Carlos Juan Finlay y Barrés. La pieza que lo inmortaliza quedó inaugurada el 3 de diciembre de 2022, Día de la Medicina Latinoamericana, en el Instituto Finlay de Vacunas (IFV), en La Habana.

La constancia y empeño del reconocido epidemiólogo, descubridor del mosquito Aedes Aegypti, agente trasmisor de la fiebre amarilla, quedan inmortalizados en esta escultura a tamaño natural, emplazada a la entrada del IFV. Un espejo de agua, conformado por dos círculos concéntricos, soporta la figura. Lo respaldan varias palmas reales y el ondear de la enseña nacional.  

Se muestra un Finlay elegantemente ataviado, vigoroso, triunfante, blandiendo en una de sus manos –en plena aptitud de victoria— la probeta con los resultados de intensos años de trabajo e investigación que el escarnio de le época –fue llamado “el hombre de los mosquitos”— no pudo allanar. Esa victoria es también simbolismo de triunfo de la medicina cubana y del IFV, lugar donde se gestaron los ensayos clínicos de la vacuna Soberana.

Nuevamente, Villa Soberón convence. Del cómo lo hizo, complejidades y retos para llegar al resultado final en medio del auge de la pandemia, nos ofrece detalles junto a su colega y escultor Gabriel Cisneros, previa cita en la Galería Villamanuela, en la sede nacional de la Uneac.

Finlay: abordado por la escultura cubana

¿Cómo asumió la creación de la escultura desde las generales dadas por el director del IFV, Dr. Vicente Vérez sobre la figura de Carlos J. y su posterior interpretación artística?

JVS: Sí, efectivamente, es la última de estas obras por encargo que vengo realizando en mi taller, recientemente la trabajamos entre Gabriel y yo. En esta ocasión era una obra muy especial para nosotros, se trataba de una figura histórica verdaderamente relevante en las ciencias en Cuba. Un encargo muy particular, hecho en medio de la pandemia y el proceso de la creación y culminación de la vacuna Soberana.

Vérez nos encarga la escultura, a partir de ahí empezamos a trabajar en el tiempo que lleva realizar una obra como esta. Una escultura no es como un cuadro que uno puede hacer en 15, 20 días o un mes. Como mínimo transcurre, más o menos, un año de trabajo. No quiere decir que el proceso sea continuo, Gabriel puede darte detalles.

Creo que lo interesante, a mi juicio, de esta escultura no solo era la relevancia de Finlay en la ciencia cubana, sino, el constituir una de las pocas figuras importantes abordada por la escultura cubana. Existen varios monumentos en su recordación, realmente muy buenos. Hay uno en La Habana, otro en Camagüey y bustos en varios lugares de Cuba. Ha sido muy atendido por la Academia de Ciencias.

Queríamos que la escultura fuera un poco diferente a las que tradicionalmente han sido emplazadas. Las ya realizadas están hechas al hombre público, al sabio.

Vimos la coincidencia temporal de nuestro trabajo, en plena pandemia y la labor de los científicos del IFV en la creación de la vacuna. Quisimos que fuera una escultura volcada al proceso de investigación. De alguna manera era el tributo a la investigación científica. Deseamos acentuar ese proceso desde el lenguaje de la escultura. Finlay es un símbolo de la ciencia cubana.

Fue emplazada en este sitio, el IFV, un lugar especial. Es una escultura con un tributo muy contemporáneo para Finlay y la ciencia cubana. Gabriel te puede ofrecer detalles más exactos del proceso de creación.

Foto: Liesther Amador

Complejo proceso de creación para un Finlay triunfante

Gabriel, me gustaría que le añadieras a tu exposición los elementos del arte de la escultura puntualizados para realzar esa mención al quehacer científico que refiere Villa.

GC: Como te decía Villa, Finlay se ha tratado recurrentemente en la estatuaria cubana. Todo eran figuraciones. Teníamos que competir con eso porque lo íbamos hacer era figurativo. Inevitablemente tenía que hacerse una revisión de lo que se había hecho, sobre todo, aquí, en la ciudad.

Hay 3 monumentos muy bien realizados: el que está frente al Instituto Superior de Diseño, otro en el Hospital Militar y, el emplazado en la Academia de Ciencias de Cuba. Los tres tienen alegorías a las víctimas de las enfermedades y en uno de ellos Finlay tiene postura meditativa. Queríamos distanciarnos de eso. Deseábamos ponerlo en una situación más relacionada con sus investigaciones.

Normalmente tenemos en cuenta los intereses de las personas que realizan el encargo, pero, siempre tratamos de hacer valer nuestro criterio artístico. Lo primero que hicimos fue un estudio fotográfico del modelo para buscar la pose que nos interesaba.

Buscamos un actor que nos ayudara a meternos en el personaje de Finlay. Lo disfrazamos con la ropa de la época para entender mejor cómo funciona todo el movimiento de la tela, cómo se acomoda en el cuerpo. Tomamos, primeramente, varias fotos en diferentes posiciones y vimos la que más se acomoda; luego un estudio a 360 grados de la figura.

En base a estas fotos realizamos varios dibujos, de los cuales sacamos medidas que nos ayudó a construir una escultura primaria de metal, sobre la cual se modeló la figura, siempre teniendo como referencia el estudio fotográfico hecho.

Seguimos con un estudio de fotografías históricas en torno al científico, en varios momentos de su vida. Tenga en cuenta que son fotografías del siglo XIX, muy primitivas, es complejo, tienen menos detalles y es complicado extraerle información tridimensional, con la cual trabajamos. De Finlay había fotos de cuando ya era anciano, eran las que más existían, es el momento en que él ocupaba cargos en la Academia de Ciencias.

Con esta información se elaboró el rostro, una vez construido ya el resto del cuerpo. Se ultimó detalles. Vicente nos pedía que fuera un Finlay no tan viejo, correspondiera la edad al momento de su famoso descubrimiento: sobre los 50 años. Más tarde se hizo un molde en yeso a esa figura, se fundió una primera matriz en resina, a la cual se le dieron otros retoques y rectificaron errores. Ese modelo fue el que se mandó a la Fundición Caguayo.

Posteriormente se hizo otro molde en silicona, luego una nueva matriz en cera que se replicó en molde refractario y se fundió en bronce. Le hicimos retoques en el taller para luego emplazarla en el lugar escogido.

Escultura expresiva, interactuante

Se aprecia en esta escultura, como en otras realizada por Villa, una alta dosis expresiva, el expresionismo es bastante acentuado. Esa probeta alzada por Finlay es totalmente reveladora.

JVS: Quisimos concebir cómo fue el instante en que él está descubriendo el vector que propiciaba la fiebre amarilla. La escultura está alrededor de un círculo de agua, en referencia a los lugares que regularmente él localizaba los focos de mosquitos y hacía el trabajo de campo buscando la razón y el por qué en una zona estaba la enfermedad y en otra no.

Tratamos, por lo regular, que en las figuras que hacemos el espectador se aproxime mucho a ellas. Por lo tanto, tratamos que sean muy expresivas, a la medida de las posibilidades con detalles atractivos a la gente. No se trata de una interacción fría, distante, entre público y obra sea fría, sino, con la mayor comunicación visual posible, pocos elementos y en el lenguaje de la escultura.

¿Prima lo conceptual, la elipsis o la pura contemplación, tal vez un rejuego de todo esto?

GC: La estatuaria en La Habana es muy rica. La del siglo XIX y el XX, cuando más prolífera es, tenían códigos propios. El tiempo pasa y uno no puede ceñirse a esas antiguas maneras de concebir, pero, no nos alejamos demasiado de esas formas. Casi todos los intelectuales y políticos evocados en la ciudad están de pie en un pedestal, los próceres a caballo.

Pienso que en obras de este tipo uno no pueda conceptualizar tanto desde el punto de vista estético, eso es un poco más allá de los años 60. Nosotros todavía nos servimos de todos los códigos estos que dejó la estatuaria nacional.

Quiere decir esto que se trabajó en base a la pura contemplación de la obra

Cuando tu vas a hacer una obra conceptual tienes otra cosa en mente, pero, cuando hace una obra conmemorativa como esta, figurativa, además, por supuesto que tienes que revisar lo que ya se ha hecho en la estatuaria y figuración.

Una de las cosas interesantes, que es distinta, en el trabajo de Villa, es que él baja las piezas del pedestal y la ubica en una situación mucho más cercana al espectador. La interacción entre público y obra es más impactante con otro carácter distinto que si la viera en un pedestal. Una cosa es el objeto para venerar y otra para interactuar.

Lo puedes ver en la escultura del Caballero de París, siempre me ha impactado la manera en que se han desgastado los dedos. Es precisamente por el hecho de que la gente se ha creado un mito en torno a la obra, si le tomas el dedo y le pides un deseo se te va a conceder. Al final enriquece la visión que tienen las personas de estas obras. estoy convencido que esto Villa lo concibió.

La escultura de Finlay se realiza en medio de la pandemia. ¿Hubo la intención en la concepción artística de evocar también este fatídico momento a través del quehacer de Finlay y la investigación científica cubana simbolizada por él?

Eso se siente en la obra. Fue hecha en medio de la pandemia. Cada vez que visitábamos el IFV o Vérez nos iba a ver al taller, ese era el tema de conversación. Ellos sabían con claridad que la figura que mejor podía representar simbólicamente ese momento, era Finlay, el científico cubano posiblemente más conocido a nivel mundial.

Foto: Liesther Amador

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