Creado en: enero 25, 2022 a las 08:46 am.
La poesía en el otro lado de la colina
Es larga la nómina de los poetas mambises o de los que, en el clandestinaje en las ciudades cubanas o el exilio, reflejaron en su obra el heroísmo de los cubanos para obtener la independencia. No pocos de ellos pagaron con su vida la fidelidad a sus ideas. Murieron en combate como Céspedes o capturados fueron ejecutados. Pero también en el bando contrario creció la poesía antindependentista; asunto olvidado. Al parecer su calidad está cercana a la mediocridad. Pero es necesario tenerla en cuenta al estudiar el pasado de la isla.
Hemos tomado como ejemplo el texto publicado, en 1870, por Eduardo Zamora y Caballero, en Madrid, en la Imprenta de Pascual Conesa con el título de El rebuzno de Yara. Romancero Histórico, el autor refleja con acierto la forma de pensar de quienes defendían el colonialismo. Acerquémosno a sus versos, que nos explican las muchas furias de los enemigos de Céspedes y la independencia.
Indignado contra los que han seguido a Céspedes nos dice que:
en donde quiera que han puesto
el cobarde pié, han mostrado
no ser más que bandoleros;
honrados en demasía
quedarán según yo pienso
si un español se rebaja
hasta insultarles en verso,
cuando no merecen más
que el látigo y el desprecio.
Y por eso el que esto escribe,
la repugnancia venciendo
que le inspira esa canalla
quiere relatar sus hechos,
en romances populares,
que son la lengua del pueblo,
para que nunca se olviden
y puedan ser con el tiempo
baldón de eterna ignominia
de infames filibusteros.[1]
Aunque la descripción no es fiel a la realidad de los hechos. Él sitúa que la conspiración se inició:
En una casa de campo
no muy lejos de la Habana,
están varios patriotas
celebrando junta magna.
Contra el dominio español
pretenden alzarse en armas.[2]
Se refiere a que el organizador de la conspiración fue Carlos Manuel de Céspedes. Es lógico pues no se conocía en detalles en la época como se inició esta ni el papel de otros patriotas. La conspiración se organizó en el oriente de la isla. Aunque en La Habana se conspiró, pero Céspedes no participó en el complot en la capital. No es una obra histórica y siempre el arte tiene licencia para variar la realidad.
Preside á los congregados
un perdido que se llama
Céspedes,[…………] [3]
El autor descalifica por entero a los independentistas cuando uno de ellos exclama:
……………………………
en valor nos ganarán
tal vez los hijos de España,
pero á traidores y arteros
nadie en el mando nos gana. [4]
Pone en boca de Céspedes que:
De nuestra parte estarán
todos los bribones que haya
en la Isla, y no son pocos,
los que estén llenos de trampas,
los negociantes quebrados,
los que viven de la estafa,
y en fin, todos los perdidos
que por caudillo me aclaman.[5]
Respecto al gobierno de la República de Cuba y su Cámara la describe en estos términos:
Y para que fuera aún
más risible la comedia,
convocaron un Congreso
de la inmunda patulea
y sin elección ninguna,
sin la menor apariencia
de legalidad, algunos
de los de menos vergüenza,
de dar á su patria leyes
emprendieron la tarea.
Y constituido asi
aquel gobierno de pega,
que ha tenido que andar siempre
huyendo de ceca en meca.[6]
Hace una interesante descripción de la guerra de guerrillas que fue fuandamental para enfrantar la avalancha del ejército colonial:
“Para cantar las hañazas
de esa legión de perversos,
que sin combatir jamás,
y constantemente huyendo
pasean por toda Cuba
la matanza y el incendio,
no hace falta que el poeta
sea Virgilio ni Homero
ni Calderón ni Cervantes,
pues basta Perico el Ciego,”[7]
No escapa al autor la emigración revolucionaria que desde otras playas, en medio de grandes sacrificios sufragaba el envío de expediciones a la manigua insurrecta. De ellos dijo:
LOS LABORANTES
Infames son los rebeldes
que á los nuestros asesinan
y nunca enseñan la cara
ni arriesgan jamás la vida ,
pero hay otros cien mil veces
más infames todavía
y son los que con el nombre
de laborantes designan,
cuantos suelen ocuparse
de esa lucha vil é inicua.
Estos ni siquiera osan
esconderse en la manigua
para malar á mansalva
y huir vilmente enseguida,
buscan en el extranjero
seguro para sus vidas
y combaten desde allí
con ultrajes y mentiras
calumnias, dificultades
que á núestra patria suscitan,
valiéndose para ello
del amaño y de la intriga.
No solo en las capitales
de las naciones amigas
los laborantes esconden
su traidora cobardía,
que se albergan á docenas
dentro de la España misma
y hasta á Madrid hacen campo
de su desleal malicia. [8]
Respecto a las expediciones afirma el autor :
Y ellos han formado juntas
que de vez en cuando envian,
un centenar de fusiles
y alguna gente perdida,
que si combatir no logra
por lo menos justifica
la inversión de fondos que es
lo que todos necesitan. [9]
Respecto a la posibilidad de la venta de la isla a Estados Unidos, asunto muy comentado en la época nos dice el bardo:
Cuba no se vende, nó
si hay quien quiera conquistarla,
que lo intente y si lo logra
no será sin que la patria
agote antes en la lucha
raudales de sangre hidalga
y no le quede ni un hombre
para manejar las armas,
ni un girón de su bandera,
ni un maravedí en sus arcas.
Esta es la noble respuesta
que dio la opinión de España
y los que ya de vencerla
no tenían esperanza,
vieron perdidos con ella
sus proyectos de comprarla.[10]
Aunque el poeta con ese sentido, que tienen los propietarios de tal don, parece vislumbrar el futuro al pregonizar la ruina de la metrópoli en su intento de sostener su colonia. Estas obras consideradas como asunto menor han sido olvidadas por todos; pero, en esencia, guarden en sus versos el sentir y la acción de una parte significativa de los vecinos de la isla: los integristas, como se les llamaba a los defensores del imperio español en Cuba. Es necesario tenerlos en cuenta para estudiar la mentalidad de la época, pero los historiadores las han olvidado, quizás por la poca calidad literaria de la mayoría de estas obras o la simpleza y pasiones de sus argumentos. Pero reflejan una época y forman parte de la historia de Cuba y de la poesía querámoslo o no.
Notas
[1]–Eduardo Zamora y Caballero, El rebuzno de Yara Romancero Histórico, Madrid, Imprenta de Pascual Conesa, Madrid, 1870. p. 7.
[2]– Ibidem, p. 8.
[3]– Ibidem, p. 8.
[4]– Ibidem, p. 10.
[5]– Ibidem, pp.11, 12.
[6]– Ibidem, pp.15, 16.
[7]– Ibidem, p. 5.
[8]– Ibidem, pp. 20, 21.
[9]– Ibidem, pp. 20, 21
[10]–Ibidem, pp. 20, 21.