Creado en: mayo 19, 2021 a las 07:37 am.

Las imágenes en Versos libres

Obra del artista de la plástica Ernesto García Peña. Foto tomada de Internet

A veces en Versos libres José Martí no usa símiles para el desborde analógico, sino otros recursos, tales como epítetos, que semejan comparaciones mutiladas. En resumen, los símiles en Versos libres son como ceñidos mundos que se abren luego de la primera impresión de caos sintáctico, o microcosmos perdidos dentro de otros mundos, como transparentes barreras que al tiempo que vuelven difícil el paso lo elevan, convirtiendo constantemente lo horizontal en vertical y esto a su vez en lo concéntrico.

Si la formulación del pensamiento de Martí en Versos sencillos es más depurada en relación con Versos libres, en este último poemario los recursos expresivos muestran una mayor riqueza y variedad con respecto al libro publicado en 1891. El estudio detallado de los diversos procedimientos estilísticos, empleados en los endecasílabos hirsutos pueden dar cabida a interesantes y novedosos acercamientos. Sirva el presente ensayo como una aproximación a dichos procedimientos que saltan y se encadenan en el libro magnífico.

Están aquí en todo su esplendor las imágenes recurrentes de lo propio en lo propio, las imágenes de reforzamiento expresivo e intensificación, de reincidencia interna, de preferencia por los movimientos íntimos, cáusticos, que muestran los afanes autodestructivos del yo lírico, sus inevitables y autofágicos menesteres que evidencian el carácter fructificante del sufrimiento (alimentarse de su propio dolor), idea capital de su poética. Antes de ejemplificar queremos dejar dicho que este tipo de imágenes tiene una larga lista de ejemplos que le anteceden en la poesía de formación del autor.
“… el proscripto
De sus entrañas propias se alimenta”
“Hierro”, P.C, T. I, p.68.
“Mis ojos sólo, los mis caros ojos,
Que me revelan mi disfraz, son míos.”
“Homagno”, P.C, T. I, p. 82.
“Y yo, pobre de mí!, preso en mi jaula,
La gran batalla de los hombres miro!” –
“Media noche” P.C, T. I, p. 81
“Me recojo del suelo: alzo y amaso
Los restos de mí mismo; […]”
“[No música tenaz, me hables del cielo]”, P.C, T. I, p. 169

Hay también ejemplos de corte expresionista:
“[…] con sangre de sus mismas
Heridas, tiñe el miserable rostro”
“[Yo sacaré lo que en el pecho tengo]”, P.C, T. I, p.173.
A continuación referiremos algunos otros casos donde se prueba que no sólo estas imágenes le sirvan para describir lo desgarrador e intenso del dolor propio, sino cómo las mismas pueden convertirse en efectivos recursos para expresar su enjuiciamiento ético del mundo y la manifestación del ciclo de la culpa y el ciclo del castigo:
“[…] En maderos
Clavaron a Jesús: sobre sí mismos
Los hombres de estos tiempos van clavados”
“[Yo sacaré lo que en el pecho tengo]”, p. 172
“[…] El que es traidor a sus deberes,
Muere como un traidor, del golpe propio
De su arma ociosa el pecho atravesado”
“Canto de Otoño”, P.C, T. I, p. 71.

Obra Tu transparencia tangible 2003, del artista Raúl Santo Serpa. Foto tomada de Internet.

Estas imágenes que abundan mucho en el poemario, siempre con destellos augustos, amén de darle un giro muy inusual a su lírica, vienen a ser como ensanchamientos en su visión y concepto del dolor, para él madre del verso, pues en esto creía como Isidore Ducasse, Conde de Lautreámont, que debe trasmitirse a aquellos que “os leen sólo la experiencia que se desprende del dolor, que ya no es el dolor mismo. No lloréis en público”.

En la obra de Martí es casi una constante la presencia de la lucha entre la angustia de vivir y la profunda y pura esperanza que a todo corazón llama a la vida. En tal sentido es bastante llamativa la coincidencia de fragmentos de sus escritos en prosa y verso. El tema anteriormente referido halla en Versos libres una forma esencial de manifestarse a través de las imágenes de opresión, que revelan a un tiempo la desazón y la batalla del hombre contemporáneo:

“[…]esta cansada veste
Que me encinta y engrilla con sus miembros
Como con sierpes[…]
“[Flores del cielo]” P.C, T. I, p. 77
“[…] una armadura
Del hierro montaraz del siglo octavo,
Menos, sí, menos que mi rostro pesa”
“He vivido: me he muerto”, P.C, T. I, p.91
“Con la coraza entera
Ha de morir el hombre: me lastima
Ya la coraza!”
“[Todo soy canas ya…]” P.C, T. I, p.143
“Estas carnes y formas, estas barbas
Y rostro, estas memorias de la bestia,
Que como silla a lomo de caballo
Sobre el alma oprimida echan y ajustan,”
“Homagno” P.C, T. I, p. 82
Para él la imagen del caballo y sus arreos le resulta muy familiar y efectiva.
Y junto a cada cuna una invisible
Panoplia al hombre aguarda, donde lucen
Cual daga cruel que hiere al que la blande,
Los vicios, y cual límpidos escudos
Las virtudes
“Pollice Verso”
Este tipo de imagen le permite realizaciones tan hermosas como la siguiente:” Y como reina que se sienta, brilla / La majestad del hombre acorralada”(“[La noche es la propicia]”).
El rastreo entre prosa y verso nos ha permitido descubrir que en “Águila blanca” se refieren varias de las imágenes de opresión que también aparecen en su importante ensayo “El poema del Niágara”, publicado en 1882:

De pie, cada mañana,
Ju7nto a mi áspero lecho está el verdugo. _
[…]
Y mi águila infeliz, mi águila blanca
Que cada noche en mi alma se renueva.
P.C., T. I, p.88

Dirá en el ensayo, donde usa la misma imagen referida al poeta, y si nos fijamos bien, el mismo tema: “…pobres poetas! Es su natural oficio sacarse del pecho las águilas que en él les nacen sin cesar, _ como brota perfumes una rosa, y da conchas la mar y luz el sol, _ y sentarse, a par que con sonidos misteriosos acompañan en su lira a los viajeros, a ver volar las águilas: -:- pero ahora el poeta ha mudado de labor, y anda ahogando águilas”. En el poema “Estrofa nueva” aparecerán de nuevo coincidencias en relación con “El poema del Niágara” que vienen a ser como el fundamento de todas las imágenes de opresión en el poemario, y una especie de razonamiento filosófico de los males que atajan al hombre contemporáneo, abiertamente comentados en el ensayo referido:
“Estrofa Nueva”

La vida echa sus riendas en la cuna!
Si las tuerce o revuelve, y si tropieza
Y da en atolladero, a sí se culpe
Y del incendio o del zarzal redima
La destrozada brida: sin que al noble
Sol y […] vida desafíe.

“El Poema del Niágara”

¡Mas, cuánto trabajo cuesta hallarse a sí mismo! El hombre apenas entra en el goce de la razón que desde su cuna le oscurecen, tiene que deshacerse para entrar verdaderamente en sí. Es un braceo hercúleo contra los obstáculos que le alza al paso su propia naturaleza y los que amontonan las ideas convencionales de que es, en hora menguada, y por impío consejo, y arrogancia culpable, _ alimentada. Ni hay más difícil faena que esta de distinguir en nuestra existencia la vida pegadiza y postadquirida, de la espontánea y prenatural; lo que viene con el hombre, de lo que le añaden con sus lecciones, legados y ordenanzas, los que antes de él han venido. So pretexto de completar al ser humano, lo interrumpen. No bien nace, ya están en pie, junto a su cuna con grandes y fuertes vendas preparadas en las manos, las filosofías, las religiones, las pasiones de los padres, los sistemas políticos. Y lo atan; y lo enfajan, y el hombre es ya, por toda su vida en la tierra, un caballo embridado. (El subrayado es mío)

Entre las excelencias estilísticas del libro llaman nuestra atención las enumeraciones, con su gran gama de variedad sintáctica. El poeta no utiliza solamente alguna de las partes de la oración, es decir, sustantivos, adjetivos o verbos solos, sino que los mezcla- En ocasiones repite verbos, pero cambian los adjetivos que lo acompañan, y a veces une de una mención a estos últimos:
“¡Ve, bravo! Ve, gigante! Ve amoroso
Loco!…
“El Padre Suizo” P.C, T. I, p. 74
En su afán analógico los símiles serán también enumeraciones y singulares arranques heredianos:
Los viles, los cobardes, los vencidos,
Como serpientes, como gozques, como
Cocodrilos de doble dentadura.
“[Contra el verso retórico y ornado]”, P.C, T. I, P. 121

Fijémonos como la enumeración con símiles viene precedida de otra enumeración, “encrespándose” así a cada paso la expresión del poemario. Y no sólo motivo de sus ensanchamientos serán los símiles, también hay enumeraciones logradas a través de comparaciones estrictamente gramaticales:

Mas que el mar, mas que el cielo, mas que el ruido
De los volcanes, mas que la tremenda
Convulsión de la tierra, tu hermosura
Sobre la tierra la rodilla encorva.
“[La noche es la propicia]”, P.C, T. I, p. 124

A veces la enumeración va acompañada de signos de puntuación inusuales dentro de ella, por ejemplo:
“Ya le alcanza: ya le hinca: ya estremece”
“[Cuentan que antaño…]” P.C, p. 167, T. I

Con lo que demuestra el profundo grado de imbricación y consecuencia entre las acciones que enlaza, y crea una tensión sintáctica y emotiva muy peculiar. En “Canto de Otoño” asistimos a un caso de enumeración enramada por excelencia: la enunciación con apóstrofe exclamativo, dos puntos, y otro arranque herediano encabalgado:
“Oh, duelos con la sombra: oh pobladores
Ocultos del espacio: oh, formidables
Gigantes que a los vivos espantados
Mueven, dirigen, postran precipitan!”
P.C, T. I, p. 70
Como hemos visto antes y veremos a continuación las enumeraciones también le permiten el despliegue emotivo en medio del apóstrofe exclamativo:

[…] escondeos, oh caros amigos,
Hijo del corazón, padres muy caros!

Obra de la artista de la pástica Gloria González. Foto tomada de Internet.

En ocasiones el despliegue habitual de adjetivos en la enumeración asume un sustantivo enclítico:

“[…] pardo el vientre, craso inmundo”
“[Contra el verso retórico y ornado]”P.C, T. I, p. 121
O concibe enumeraciones en gradación, que son ya sintéticas oraciones y tienen su más visible antecedente en los arranques heredianos:
A solas, a caballo
Vi el alba, salve el riesgo, anduve el monte
“Árabe”, P.C, T. I, p. 123

FOTO JOSÉ MARTÍ VERSOS LIBRES (Pie: Foto tomada de Internet)

Por momentos asistimos a osadas y copiosas enumeraciones, mostradas como complementos que aquí preceden al verbo, todos en función de lograr un gigantesco hipérbaton:
¿Qué al mar, qué a los pilares de alabastro
Que sustentan la tierra, qué a las cumbres
Que echan el hombre al cielo, qué a la mole
Azul que enrubia el sol, qué al orbe puro
Donde se extingue en pensamiento el hombre
Y el mundo acaba, acrisolado, en ala,
Qué al festín de los astros doler puede.
“[Por Dios que cansa]” P.C, T. I, p. 137.

Martí en Versos libres, en el total dominio del recurso utiliza yuxtaposiciones de parejas de sustantivos unidos por la coordinación, creando un complejo y vibrante paisaje enumerativo:
[…] piqueta
Y pilón, astro y llama, y obelisco
De fuego, y guía al Sol, el verso sea!
“[Por Dios que cansa]”, P.C., T. I, p. 137

Cerremos este acápite de las enumeraciones con el siguiente ejemplo, digno de admiración, dentro del amplio espectro expresivo que recorren los arranques heredianos y las peculiaridades enumerativas en el verso martiano:
[…]Aquella virgen
Trémula que antes a la muerte daba
La mano pura que a ignorado mozo;
El goce de temer; aquel salirse
Del pecho el corazón; el inefable
Placer de merecer, el grato susto
De caminar de prisa en derechura
Del hogar de la amada, y a sus puertas
Como un niño feliz romper en llanto;
Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego,
Irse tiñendo de calor las rosas, –
¡Ea, que son patrañas!
“Amor de Ciudad Grande”, P.C., T. I, p. 89

Reparemos en la dilatada enumeración, ya de oraciones, en muchos casos con subordinación interna, conformando un gigantesco predicado nominal, anunciadora de las grandes transgresiones que este recurso sufriría en la poesía del siglo XX. En esa acumulación de realidades y complementos a un tiempo, hallamos “una forma tropológica que desborda ciertos esquemas al uso del tropo, porque en términos semánticos no constituye una forma de predicación, sino de coordinación”[…] Adviértase – aún en el ejemplo citado – “que la enumeración implica una inconsecuencia coordinativa pero al nivel intraoracional […] Una oración conduce a otra que resulta una desviación de sentido, una inconsecuencia”.Este significativo despliegue que ejecuta Martí a partir de un solo recurso, esta imbricación gramatical, esa concepción del mismo como inusuales tejidos son lógicas manifestaciones de su poderoso talento literario, que, a mi modo de ver, nunca se subraya bastante. En tal sentido los razonamientos anteriores dan fe de las potencialidades de dicho recurso dentro de la poesía moderna, de la cual Versos libres es muestra primigenia.

Las imágenes del cierre del ciclo de la interrelación de la vida y la muerte en la poesía de Martí tienen en este libro ejemplos memorables, a las que el mismo debe no poco de su fuerza expresiva, constituyéndose en curiosos oxímoron. En ellas se llega a establecer una relación armónica, gracias a los nexos de causalidad, donde un concepto se convierte en el otro, donde un concepto es el otro, ahora en todo su esplendor:
Oh, vida, adiós! : quien va a morir, va muerto.
“Canto de Otoño”
Grato es morir: horrible, vivir muerto.
“Hierro”, P.C, T. I, p.67
He vivido: me he muerto: y en mi andante
Fosa sigo viviendo[…]
“He vivido: Me he muerto”
Que yo voy muerto, es claro: a nadie importa
Y ni siquiera a mí: pero por bella,
Ignea, varia, inmortal amo la vida.
“Odio el mar” P.C, T. I, p.104
[…] ¡Yo sé del triste
[…]
[…] y del que lleva
Un muerto en las entrañas!
“[Sólo el Afán…]”, P.C, T. I, p. 131.
Citemos también la imagen tremenda, transgresora, del poema “[No, Música tenaz, me hables del cielo!]”:
¡Venid a ver, venid a ver por dentro!
¡Toda fue flor la aterradora tumba!
P.C, T. I, p. 169.

En ella se sugiere un sentido que en su enunciación ha sido invertido, realzado por una violenta elipsis entre ambos versos: su interior, lo más hermoso de su alma y de su ser ha sido corroído por la muerte, es la vida que se vive como muerto, imagen cumbre dentro del ciclo aquí aludido.

Otras imágenes que hallan emblemáticas maneras de cierre son las relacionadas con el verso como fruto del dolor y alivio a él, aquellas relacionadas con el poder fecundante del dolor:
[…] La dicha es una prenda
De compasión de la fortuna al triste
Que no sabe domarla: a sus mejores
Hijos desgracias da Naturaleza
Fecunda el hierro al llano, el golpe al hierro!

“Hierro”
Aún aquí y de forma magistral, el poder fecundante del dolor, la transformación, el dolor labrando en lo fuerte como la más íntima epopeya universal. El dolor y la poesía son concebidos como formas de salvación:
Vuelvo a ti, pluma fiel. De la desdicha
Más que de la ventura nace el verso.
“Marzo” P.C, T. I, p. 132.

Martí sabe que “el cráneo / En fiesta y confusión aguarda el verso” y lleva “ un rebelde dolor que el verso rompe”. El engrandecimiento, el ennoblecimiento del alma a través del dolor es principio capital no sólo de la poética martiana, sino también de su pensamiento. En el poema “Marzo”, ya aquí citado, continúa dando la medida de su idea acerca de él:
El dolor es la fuerza: la hermosura
Perfecta es el dolor: como de un crimen
Se sufre de gozar: […]
[…]
[…] abre el espanto
Claridades magníficas, el gozo
Corrompe el alma, – y el dolor la eleva!

En este último fragmento citado hallamos una imagen novedosa, potente, transgresora: el espanto (uno de los grados del asombro) es concebido como algo positivo – recordar el prólogo a Ismaelillo: “Espantado de todo, me refugio en ti” – como semilla manifiesta de virtud, como signo que revela la grandeza del alma.

La utilización y transgresión a un tiempo de mitos tradicionales es una característica que ya habíamos visto en nuestro estudio sobre la poesía de formación martiana. En Versos libres vuelve a ocurrir, dando la medida en su poesía de la permanencia de rasgos románticos mezclados con elementos superadores. Se presenta ahora en el poema “Águila Blanca”:
De pie, cada mañana,
Junto a mi áspero lecho está el verdugo, –
Brilla el sol, nace el mundo, el aire ahuyenta
Del cráneo la malicia, –
Y mi águila infeliz, mi águila blanca
Que cada noche en mi alma se renueva,
Al alba universal las alas tiende
Y camino del sol emprende el vuelo.
Y silencioso el bárbaro verdugo
De un nuevo golpe de puñal le quiebra
El fuerte corazón cada mañana.
P.C, T. I, p.88
Como habíamos dicho antes, se subvierte nuevamente y de manera más drástica y elaborada el mito de Prometeo. Si en el poema “[Dolor, dolor, eterna vida mía]”, de 1871, “la última imagen del poema compone y descompone – recompone, crea – un mito clásico, y su identidad oscila entre los elementos del mito: el buitre y el titán, con lo que dinamita una mentalidad después de hacer usa de ella” […] “el buitre, símbolo negativo del castigo divino se equipara a la deidad que representa la grandeza del sacrificio en pro de los hombres”, en “Aguila blanca” la subversión es mayor: el yo lírico viene a ser una especie de nuevo Prometeo con un águila dentro de su alma, a la que quiebra el corazón un verdugo, pero se renueva cada noche. El mito es simple base para encarnar la batalla constante del hombre, pero contrariamente aquí el águila encarna las fuerzas del bien y la virtud, y un personaje que Martí crea – el verdugo – la maldad humana. El águila es la que es devorada por el verdugo. Como vemos aquí se invierten los roles, y hay un uso creativo de los mitemas.

La dicotomía sombra- luz, una de las peculiaridades expresivas del estilo poético martiano, tiene inusuales manifestaciones en este poemario, y consiste en abiertos contrastes que se establecen en medio de la imagen entre espacios sutilmente iluminados y otros sombríos, locaciones siempre augustas donde se debate y crece el yo lírico, lo que proporciona a la expresión una fuerza y un giro peculiar:
Oh noche, sol del triste
“Aguila Blanca”
Así logra una imagen efectiva a través de un epíteto antitético.
Mas si frente a la luz me fuese dado
Como en la sombra do[nde] duermo, al polvo
Mis disfraces echar, viérase súbito
Un cuerpo sin calor venir a tierra.
“He vivido: me he muerto”, P.C. T. I, p. 91.

En el ejemplo anterior la dicotomía sombra – luz toma la forma de un símil, donde el aparente contraste subraya aún más la armonía. Una especial y amplia proyección de dicha dicotomía ocurre en el poema “vino de Chianti”, donde las enumeraciones confieren una extraña velocidad de irrupción a la imagen:
Loco es mi amor, y, como el sol; revienta
En luz, pinta la nube, alegra la onda
[…]
Doma la sombra, y pálido difunde
Su beldad estelar en las negruzcas
Sirtes, tremendas abras, alevosos
Despeñaderos, donde el lobo atisba,
Arropado en la noche, al que la espanta
Con el fulgor de su alba vestidura.
P.C, T. I, p.122
Se distinguen entre todas, estas dos imágenes donde el yo lírico siente una especia de encarnación divina:
Yo, pálido de amor, de pie en las sombras,
Envuelto en gigantesca vestidura
De lumbre astral, en mi jardín, el cielo,
Un ramo haré magnífico de estrellas:
¡No temblará la luz de asir mi mano! :
“Flores del cielo”, P.C., T. I, p. 77.
La estrella como un manto, en luz lo envuelve,
Se enciende, como a fiesta, el aire claro,
Y el vivo que a vivir no tuvo miedo,
Se oye que un paso más sube en la sombra.
“Yugo y Estrella”, P.C, T. I, p. 84.

Foto tomada de Internet

Queda un último ejemplo de esta imagen donde sus elementos conformadores se encuentran al mismo nivel, es decir, no se oponen, como en los otros fragmentos aquí referidos, sino que se contienen:

Un pétalo de luz: esos florones
De fuego inmaculado, en la armoniosa
Sombra, la marcha mística del cielo
Con sus llamas dolientes iluminan.
“Marzo”. P.C, T. I, p.133

Nos cautivan imágenes expresionistas e irrepetibles como estas, que a primera vista enmascaran su condición de ser recurrentes de lo propio en lo propio:

Y en medio de la noche, palpitante,
Con mis voraces ojos en el cráneo
Y en sus órbitas anchas encendidos
[…] espero
“Homagno”
Así también este efectivo apóstrofe:
…¡oh patria amada!
Como mi corazón, mi cuerpo es tuyo!
¡Que los gusanos que me coman sean
Los que tu suelo mísero fabrican.
“Lluvia de junio”, P.C, T. I, p. 140

O esa imagen en vilo de “Canto Religioso” que encierra unos versos sobrecogedores que alcanzan una independencia – ¿momentánea? – del resto del poema:
Los muertos son, los muertos son, devueltos
A la luz maternal: los muertos pasan.
P.C, T. I, p.168.

Dichos versos recuerdan algunas imágenes del poema 45 de Versos sencillos. Aquellos héroes de mármol que de pie reposan son también “muertos que pasan” y “”son devueltos a la luz maternal”, que mucho se asemeja a “la luz del alma”. Y recuerdan también los versos de “El Padre Suizo”: ”Parecía que la tierra iluminaba / Luz de héroe, y que el reino de la sombra / La muerte de un gigante estremecía!, ejemplo excelso asimismo de la dicotomía sombra – luz.

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