Creado en: julio 5, 2022 a las 09:30 am.

Otra travesía con Liuba

Temas antológicos de la destacada artista fueron coreados en la sala atestada del Yara. /Foto: Tomada de la página, de facebook de Liuba

Por Guille Vilar

Hay artistas a los que necesitamos tener muy cerca para nutrirnos de su personalidad y de su arte. A pesar de todas las causas conocidas que nos han mantenido distanciados de ellos, desde hace más de dos años, tan pronto anuncian un concierto uno se percata de que sería impensable no acompañarlos, como espectadores, en el escenario.

En el caso de una convocatoria como la que realizara por estos días Liuba María Hevia, asistir a ella es como responder al llamado de la belleza en su dimensión más pura, tanto por la dulzura de su canto como por la certeza de encontrarnos con una poética de elevado lirismo. Pero si, además, se trata del concierto infantil Mi niña imaginada, que tuvo lugar en el cine Yara el domingo último, entonces todas las emociones propias en sus habituales conciertos para adultos serios como nosotros, tenemos que multiplicarlas por dos.

¿Cuánto amor tiene que sentir por sus compatriotas, especialmente por las niñas y los niños cubanos, una artista del rango de Liuba, quien ha interrumpido una gira de presentaciones por España, por el sagrado compromiso de venir a hacer este concierto? La respuesta la encontramos en la feliz jornada para este público infantil que, al repletar el cine Yara, funciona como un coro gigante para unírsele en piezas emblemáticas como El despertar, El cangrejo Alejo, Estelagranito de canela y Travesía mágica, entre tantas otras.

Es verdad que hubo problemas con el audio y con las luces en los inicios del evento, pero ninguno de ellos representó un obstáculo que atentara contra la alegría desbordada entre los niños y mayores allí reunidos. Es que, al recrear estas conocidas canciones con el corazón por delante, Liuba les añade un aliento de ternura ancestral, semejante al amor reclamado por los niños.

Para la propia cantante, esta felicidad no se puede escribir, es algo que se apodera de tus sentidos, inenarrable, y cuando esto ocurre solo hay que entregarse y disfrutar la maravilla de semejante concierto. Y si esta presentación de Liuba María Hevia es cerrada, con una canción como Dame la mano y danzaremos, de Teresita Fernández y letra de Gabriela Mistral –magistral síntesis del significado virginal de estrecharnos las manos–, tiene lugar una apoteosis multitudinaria que representa un estado de la mayor plenitud, al sentirnos conmocionados por la grandeza de poder valorar la vida desde la altura de nuestros niños y vislumbrar, entre tanto bien derrochado, la salvación por un mundo mejor.

(Tomado de Granma)

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