Creado en: enero 18, 2023 a las 11:47 am.

Pedro de la Hoz: «Rolando Estévez deja sus huellas en una búsqueda estética incesante»

«Rolando Estévez, pintor, poeta, escenógrafo, editor matancero, fallecido este martes 17 de enero de 2023, deja sus huellas en una búsqueda estética incesante»; dijo el vicepresidente de la UNEAC y presidente de la Comisión Aponte de lucha Contra el Racismo y la Discriminación, Pedro de la Hoz, también escritor, periodista y crítico de arte, tras conocer el fallecimiento del Premio Nacional de Diseño del Libro por la obra de la vida 2010.

Hace apenas unas horas, durante la Jornada Villanueva del Teatro Cubano, Rolando Estévez Jordán (Matanzas, 1 de diciembre de 1953), con motivo de arribar este año a su cumpleaños 70, recibió un cálido homenaje en La Casa de la Memoria Escénica, de la Atenas de Cuba, donde fue inaugurada una exposición de carteles de su autoría, concebidos para diferentes agrupaciones escénicas de esa provincia.

Además del dibujo, la instalación y el performance; amén de su memorable impronta como diseñador principal de Ediciones Vigía —donde trabajó durante casi 30 años— y fundador de la editorial El Fortín, única en el país independiente y manufacturada, la carrera artística de Estévez abarca una prolífica trayectoria como poeta. Sobre esté género, expresó al colega Guillermo Carmona Rodríguez, en una entrevista publicada en febrero de 2019 en el periódico digital Cubahora: «yo siempre me centraré en la poesía, porque no tengo otros ojos y mis ojos solo son para ella; aunque también interviene el fenómeno de los poetas en Matanzas algo increíblemente estrepitoso: se mueren tres y nacen diez, se van cuatro y aparecen cinco; es como un manantial que crece y crece».

Con motivo de la última edición de la Feria Internacional del Libro en Matanzas, en mayo del último año, a su obra se dedicaron varios coloquios y homenajes que le definieron como un artista imprescindible de nuestra escena cultural. «(…) al presentar su libro más reciente Oráculo en bandeja de aluminio, expresó que no concibe el arte sin la poesía. La poesía que entiende más allá del género literario, se trata de una magnitud humana que trasciende los versos», tal expresó en un diálogo publicado en el rotativo Girón por el periodista Arnaldo Mirabal Hernández.

«Esta ciudad no sería la misma sin la figura de Estévez» dijo este redactor en el título de su texto, frase que hoy adquiere elevados quilates; en tanto lo calificó como «una especie de creador renacentista, durante su vida ha explorado infinidad de manifestaciones del arte para expresar sus inquietudes como autor…».

En el estreno de Teatro Icarón de la multi-representada pieza La señorita Julia, tragedia naturalista escrita en 1888 por el sueco August Strindberg (Estocolmo,1849-1912), bajo la dirección artística de su hija Lucre Estévez Muñoz —quien igualmente asumió el rol protagónico—, en ese mismo mes, el connotado maestro fue ampliamente elogiado por los diseños de escenografía, vestuarios y luces, en los que expresó un fresco ideario que, con un sentido eminentemente minimalista, captó la esencia de este espectáculo. En ese momento recibió el Premio Brene, conferido por la filial matancera de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) por la obra creadora de la vida; lauro instituido en el año 2009 en evocación del reconocido dramaturgo José Ramón Brene (Cárdenas, 1927-La Habana, 1990).

Durante mis recurrentes viajes a la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA), de Matanzas, solía casi siempre encontrarme a Rolando Estévez en sus magistrales talleres de diseño. Respetado y querido por sus alumnos, las matrículas para esos encuentros eran difíciles por la cantidad de aspirantes que concurrían a las convocatorias, signadas por el prestigio de quien inició su carrera artística muy joven y asimismo trabajó y colaboró en varios grupos de teatro y danza en Matanzas, como Icarón, El Mirón Cubano, Danza Espiral y D´Sur.

Consolidado mediante una formación prácticamente autodidacta, este sencillo y amigable creador profesaba un singular amor hacia su familia, la patria y el arte, el cual, afirmaba, lo colmó espiritualmente. De igual manera amaba a su ciudad natal, sobre cuyo nombre discrepaba rotundamente, según le comentó a Cubahora: «Primero, el nombre de Matanzas me parece, sencillamente, aborrecible por sanguinario e injusto; al final matanzas de españoles hubo en toda América; por ello, para mí, se llama Bellamar o Yucayo o Guanima. ¿No suena mejor el gentilicio bellamarino que matancero?  Por otra parte, esta es la ciudad más espiritual de la Isla…». Luego agregó: «Hay una canción de Marta Valdés que dice que al mundo le faltaba una ciudad y Dios en el octavo día creo Matanzas o Bellamar. Aquí existe una manera de vivir y escribir. Fuimos meca del arte y aún lo somos…».

Estévez recordaba con agrado uno de sus primeros lauros, cuando en 1972 obtuvo Mención en Diseño Gráfico del Salón Juvenil Nacional. Desde entonces su obra comenzó a fructificar y a hacerse reconocida entre la crítica y la prensa especializada, al punto de realizar más de una treintena de exposiciones personales e igual número de colectivas en importantes galerías de Cuba y de otros países, como Casa de las Américas, Villa Manuela, Canadá Jamaica, Francia y México D.F.…En Estados Unidos su quehacer fue exhibido en las universidades de Michigan, Miami, Texas y el Museo de Arte y Arqueología de la Universidad de Missouri, donde existe una valiosa colección de sus ejemplares únicos.

Entre sus múltiples premios y reconocimientos se destacan, además, el Premio Especial del Salón Nacional de la Grafica 26 de Julio, por el conjunto de diseños presentados para Ediciones Vigía; así como su  Primera Mención y Mención del Concurso Internacional Juntos Creamos, convocado por la Revista Polonia, en 1973; además de dos premios Avellaneda, de Diseño Escénico, en los festivales de teatro de Camagüey, respectivamente en 1990 y 2000 y el Premio Nacional Rubén Vigón, de Diseño Escénico, en La Habana.

Importantes colecciones institucionales y privadas de distintas latitudes, atesoran diseños de sus libros como el ibero-Americanishes institut, de Berlin; la Biblioteca Britanica, de Londres; el Museo Atlántico de Arte Contemporáneo, en islas Canarias; el Museo de Arte Moderno (MOMA), de Nueva York; el Grolier Club, institución  privada y una sociedad de bibliófilos de la ciudad de Nueva York, fundada en enero de 1884, la más antigua de su tipo en América del Norte; y la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, entre otras. Sobre su obra han aparecido textos en las más importantes publicaciones de arte y literatura de Cuba y en revistas de Estados Unidos, España, México y Costa Rica.

El prestigioso dramaturgo, investigador y guionista cubano, Ulises Rodríguez Febles, radicado en Matanzas, tras conocer la fatídica noticia del deceso de este extraordinario artista, miembro UNEAC  y Miembro de Honor de la Asociación Hermanos Saíz, enfatizó: «Se fue el poeta, el pintor, promotor, el performance, el diseñador escénico y gráfico, que trabajó con la mayoría de nuestros grupos, y también con Buendía.

»Estévez el inquieto y el incansable, uno de los más completos entre nosotros, un hombre, que caminaba iluminando con su estética, cada espacio al que se enfrentaba, y lo subvertía, con su lucidez y su agudeza; el poeta que tejió palabras e imágenes, potentes, telúricas, que al verlas, leerlas o escucharlas, estremecían y lo harán eterno.

El poeta, que se levantaba en el crepúsculo, en la ciudad que amaba y tenía adentro, en sus vísceras y su sangre, para escribir sus versos, junto al fantasma de Milanés y toda una estirpe de poetas alucinados, que andaban con él, por sus calles, en los parques, junto a los ríos amados, a los que le cantó en la ciudad de nombre sangriento, que él quería llamar Bellamar».

Asimismo, la UNEAC en Matanzas expresó: «Despedirse de un Hacedor es imposible, quedará siempre Bellamar, la ciudad que nombró a partir de su infinito amor a Matanzas –la que no podremos mirar sin percibir su huella− También de manera muy especial nos acompañará en la Casa Social de la Uneac: la Musa del 60 Aniversario, un prodigio de su imaginería, preside el patio interior que ya no es el mismo porque da fe del quehacer pródigo de Rolando Estévez Jordán, un artista más allá del tiempo».

La obra de Estévez perdurará como uno de los más fértiles legados a la cultura cubana.

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