Creado en: marzo 22, 2021 a las 08:41 am.

Regresar a casa con Caridad Atencio

Por Reynaldo García Blanco

La poesía como voluntad, también como resistencia es lo que encontramos en El camino a casa, poemario de Caridad Atencio publicado en una bella edición por Selvi Ediciones en 2020. Pero, a la vez, un hacer sin hacer nada. Es lo humano que se desgaja, se fragmenta. El bricolaje de juntar migajas de la memoria. Hacerla resurgir de las pavesas.

Hay un cuerpo. No el astral. No el físico. Es un cuerpo metafórico que avanza, retrocede. Respira y muere. Muere y canta. Corresponde escuchar y acompañar. Es difícil asegurar si hay una conciencia escritural. Trabajar cansa, como diría Pavese.

Caridad Atencio tiene la intuición: «fibra que se deshila o hilo que se desfibra». En ese tejer y destejar se puede ir una vida, un poema, una catástrofe. Es el estado de gracia que nos merecemos al entrar en estas páginas.

Es la mujer que vive lo que hay después. Es llenar un vacío de gestos, palabras, mordeduras. Y eso hay que escribirlo. No es el miedo de Blaise Pascal. Es la pulsión. Hay mucho de parto, de útero ontológico. Un no perder la referencia:

Estoy en la noche y estoy en el día.

Vaga el cuerpo y se fija en tierras quebrajadas.

Pero la luna anuncia mi espesor.

Es el estar en el presente. Es contemplar el pasado como un espejo. Es darse a un futuro que dura mucho tiempo. Que no existe. Que no comulga.

El camino puede ser arduo. Todo regreso lo es. No basta con querer ser el hijo pródigo. Aquí no hay espacio para la diatriba. El lastre, el estorbo de la culpa. La escritura se concibe como un acto de curación, de expiar el corazón de las palabras que nos persiguen.

El padre y la madre en comunión secreta y subterránea con un árbol. Tal vez lo contrario. Árbol y Génesis. Nacimiento. Muerte. Resurrección de lo poético.

La familia se muestra como un ajedrez vencido. No por una defensa siciliana. No. Es el sepia que nos sorprende, se hace vocinglero hacia muy dentro: «Nos dibujaba una ventaja oscura, pero la intensidad con la que la vivimos es más trascendental acaso que la muerte».

Casa. Vasijas. Flores. Ver caer la noche. Alguien que busca en el mar. Piezas para armar y desarmar. Es la mujer que escribe casi una biografía. Una mujer que parece regresar de todo. Se ha vuelto más eficaz en el acto de discernir. Entra despacio al reino de las palabras. Ellas le temen. Pero no hay altivez. Hay un espíritu de humildad que salva y dignifica. Un gobernar sin gobernar.

A un lado la prisa. A un lado el vértigo. El palabrerío. Mesura y saberes. Ahí el sitio con sus objetos inmutables. Una familia en el temblor del tiempo. Sean estas algunas coordenadas para regresar a casa con Caridad Atencio.

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