Creado en: enero 28, 2023 a las 09:31 am.

Roberto Fabelo: el Goya de los cubanos

Dijo Pablo Milanés entre acordes que Roberto Fabelo «es un como un duende con penas y alegrías; que la vida le ha sonreído, le ha llorado». Silvio Rodríguez cantó que el virtuoso de las artes visuales «va del sueño a la poesía». Lo cierto es que su mundo de trazos y tonalidades únicos lo muestra como uno de los artistas más renombrados de la pintura contemporánea cubana, que evoca personajes carentes de dimensión real, imprimiéndole sensualidad en cada transformación, e incitando al placer y a la crítica.

Obra Volutas

Nació el 28 de enero de 1950, en un remoto pueblo de Guáimaro. Aquellos años de niñez, forjaron su interés por las formas. Así lo reconoció en una emisión de 2010 del programa televisivo Con dos que se quieran, conducido por el cantautor Amaury Pérez.

«El grupo de hermanos, nos hacíamos unos juguetes con trozos de ramas de árbol, con huesos, con latas inservibles. Yo rodeaba una zona con palitos de trozos de madera, y ahí mismo, metía dos pomos y los enyuntaba y eran dos bueyes, por ejemplo. También modelaba mucho con el barro, con la cera de los panales de abejas», rememoró.

El excelso dibujante, pintor y escultor aprovecha todos los materiales de su mundo circundante para regalarnos obras de infinito valor estético.

«Todos los materiales son aprovechables.  Yo he mirado hacia la realidad, como han hecho otros mucho antes, y todo material puede ser objeto de interés artístico en su manipulación. A veces hay cosas que sin intención artística alguna, son obras de arte, aseguró en el mencionado espacio.

»El cubano es un reciclador nato. Yo uso el lápiz como cosa elemental, pero también he echado mano a huesos, a hierros viejos, a tenedores, cubiertos, bandejas de aluminio… Las he ensamblado para hacer mis cosas y para comunicar a veces cosas que me interesan desde esos materiales. Por lo tanto, el material es eso, un medio, hay que ver cómo uno le pone a eso.

»Yo sigo dibujando todo tipo de seres y de cosas que se me ocurran. Vi un dibujo del año 1989 y empecé a hacer como una especie de revisita a esos dibujos y comencé a hacer unos dibujitos parecidos, pero era como una suerte de solaz mío, porque me permitía hacer aquello como una celebración de veinte años de aquellos dibujitos. En la actualidad, quizás, algún personaje sale todavía en algunas de mis pinturas, pero he trabajado con otros motivos desde hace tiempo».

Este hombre, que ni aunque estén cayendo bombas detendría sus pinceles, ha pintado a Cuba. Si tuviera que ofrendarle otros colores, se mostrarían en los trazos que hablen de sacrificios, de esperanza, de alegría.

A través del magisterio, Fabelo obtiene una retroalimentación que lo satisface. Para él la conexión con el proceso de aprendizaje de los otros es inevitable. Por eso cuando abrazó el título Maestro de Juventudes, que otorga la Asociación Hermanos Saíz, se autoproclamó «alumno de juventudes».

«Porque, aunque dije también en esa ocasión que había que mirar hacia el acervo cultural de la nación, y hacia la historia de la cultura de la nación, había también que mirar hacia delante, y abrirse a cuanta cosa nueva pueda beneficiar el proyecto».

El Premio Nacional de Artes Plásticas dijo sentirse deudor de Goya, de Dalí, de Velázquez, de muchos. Aún recuerda aquel día, de joven, cuando se iniciaba en el mundo de los pinceles en la Escuela Nacional de Arte (ENA), cuando una integrante de un grupo de americanos le dijo: ¡Dibujas como Goya!

«Todavía yo no tenía claro quién era Goya –recuerda—. Después me aterré cuando vi que dijo que yo dibujaba como Goya. Me mandó un libro y, desde luego, ya conscientemente lo estudié. En buena medida mi sentido de la figuración proviene de esa visión de Goya, de Velázquez».

«Fue la generosidad de una persona hacia un jovencito que se iniciaba y lo quiso estimular, pero yo apenas sabía. En aquel momento no se me olvida, sabía quién era Da Vinci, pero no sabía de Goya y que tenía aquel peso y que tenía yo esa conexión. ¿Quién sabe por dónde ha llegado?»

Entre los artistas de su generación Fabelo, el hombre que se apasiona, también, por la música, resalta por el excelente manejo del dibujo y las texturas de linaje expresionista que imprime a sus realizaciones. El Martí de 1995, que salió de su lápiz, es un ejemplo fehaciente de una línea estética que lo ha catapultado como uno de los imprescindibles de las artes visuales de la Cuba de hoy.

Y es que él pinta con palabras, y su discurso entre colores, deja escapar emociones convirtiendo sus trazos en una metáfora existencial de la vida.

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