Creado en: julio 23, 2022 a las 10:52 am.

Volverán los Grandes de la música cubana

César (Pupy) Pedroso

En los últimos años hemos perdido a tres de los grandes directores de orquestas bailables: Adalberto Álvarez, José Luis Cortés y César Pedroso. Ya habíamos despedido a Juan  Formell en el 2014.

         La preocupación general no es para menos, se van los clásicos populares. Muchos en Cuba y en el exterior me preguntan ¿qué va a pasar con esta pérdida de colosos de la música?

         Desde Cali, Colombia, el director de la revista Melómano, me dice: “Se van los titanes, ¿ahora qué queda?”.

         Yo tengo la tesis de que los líderes musicales aparecen cuando existe un “clima musical”. Cuba necesita una escuela de música cubana, ese es un clamor de todos los músicos del país.

         No hay por qué preocuparse por los músicos en Cuba donde crecen como la verdolaga. Se dice en Cuba que los músicos aparecen hasta debajo de cualquier piedra. Pero, el músico no es el problema, el problema es el concepto. Sin concepto no hay artistas, no hay resultado, no hay triunfo.

         ¿De qué estamos hablando?

Juan Formell

Vamos al inicio: En la música que hacían los instrumentistas de viejo abolengo, no faltaba el toque nacional. Siempre estuvieron amenazados con las invasiones foráneas: primero los muchos ritmos hispanos; después los terribles toques de tambores y la avalancha negra de las aldeas  tribus africanas que metían miedo a los colonizadores como música salvaje.

         En los inicios del siglo XX la avalancha del jazz (charleston, one two, two step, etc), hasta que el son  los arrinconó.

         Cuando llegó el rock and roll con Bill Haley y Elvis Presley, ya el Dámado Pérez Prado había sonado la primera bomba musical del planeta. Después vino el chachachá para animar a todos los salones de América y de medio mundo.

         Pero, Alejo Carpentier, sabio de la música cubana escribía con mucha gracia: “Y es que la música popular que se iba creando en el país era tan fuerte que devoraba los patrones recibidos haciéndolos cosa suya… En menos de veinte años, la contradanza cubana (danza negra) había devorado a su progenitora”. (La música en Cuba, 1946).

         Había una resistencia musical entre los cubanos asediados por los colonizadores que pensaban que eran los dueños del mundo. Vuelvo a Carpentier: “Cuba es resistente en el sentido más cabal de la palabra, resistente a todas las in fluencias extranjeras que hubieran podido despojarla del ámbito propio. Cuna debe mucho a sus músicos populares en lo que se refiere a una reafirmación  de caracteres propios ante el mundo. Al fin y al cabo la única fuerza sonora que ha podido equipararse con las del jazz, ha sido la nuestra. El hecho es tan importante que rebasa el campo de la música para alcanzar el de la sociología”.

         Los primeros músicos de la Revolución, en la década de 1960 recibieron con toda presión la escuela rusa y Europea de la música sinfónica y, así y todo, los Adalberto Álvarez, José Luis Cortés, Joaquín  Betancourt, Miguel Angá, el Negro Horacio Hernández, Emiliano Salvador , Pachito Alonso y muchos otros (contra todos los pronósticos),  organizaban charanguitas y piquetes y, se fueron adiestrando, en la música popular, en eso de la clave, los tumbaos y montunos que, algunos le llamaban despectivamente “timba” (negra).

         Pues bien, de aquellos jóvenes, atrevidos y mal vistos, levantaron el patrimonio cultural de Cuba en el fin de siglo XX. Véase el Boom de la salsa y la timba cubana en la que tuvieron parte los ya mencionados y otros no menos importante: Revé  (con  músicos de las escuelas cubanas), Juan Formell (con músicos académicos), Adalberto Álvarez, José Luis Cortés, Joaquín Betancourt,  Chucho Valdés (con su Todos Estrellas de nuestras escuelas), Juan Carlos Alfonso, Orlando Valle “Maraca”, David Calzado y muchos más.

         Aquel concepto cubano que primó en las escuelas de músicas de Cuba, en especial de la Ena que ahora celebra sus 60 años, ha ido cambiando. Muchos de aquellos músicos estuvieron de acuerdo en ser parte de una banda “colectiva” que trabajaban para un  resultado conjunto.

         En estos tiempos, la historia ha cambiado, la mayoría de los grandes talen tos salidos de las escuelas de música cubana se han especializado en jazz, en música para lucir el talento virtuoso con músicas foráneas llenas de “notismo” (muchas notas) y poca clave, montunos y tumbaos cubanos.

Adalberto Álvarez

         ¿Vamos a competir con los jazzistas estadounidenses que inventaron  ese potaje? ¿Vamos a desconocer que Cuba tiene la más potente música ritmática de todo el hemisferio occidental?

         ¿Vamos a desconocer y abandonar uno de los máximos yacimiento rítmico y tímbrico que haya existido en la historia?

         “No lo digo yo, lean estas palabras de un venezolano llamado César Miguel Rondón, escritor del libro El libro de la salsa.: “En la década de 1950, Cuba seguía siendo el centro de la música caribeña, el toque se mantenía seguro en la Isla grande: el Norte único era emular el sonido y sabor cubanos, y la meta definitiva superarlos, cualquier otra alternativa se descartaba de antemano. Y es que Cuba, viviendo de la farra permitía el cultivo de las más diversas manifestaciones y estilos. El mambo, el cha cha chá, las colosales orquestas de charanga: Melodías del 40, Arcaño y sus Maravillas, Ideal, Belisario López, América, Jorrín, Fajardo y sus Estrellas, Aragón, Sensación, Neno González. La rumba estrepitosa, las grandes orquestas de jazz band como Casino de la Playa (Miguelito Valdés) Lecuona Cuban Boys (Armando Oréfiche), Pérez Prado, Benny Moré.

“Y no es cuestión de afirmar que sólo Cuba poseía ritmos de valía o de interés entre los diversos países de la región –sigue escribiendo Rondón–, se trata simplemente de entender que Cuba logró reunir todas las condiciones necesarias para convertirse en el centro musical del Caribe. Sería muy difícil desarrollar e imponer internacionalmente ritmos que no tuvieran la marca del son. Las bombas de Ismael Rivera de Puerto Rico fueron rematadas con montunos cubanos. La cumbia colombiana  quedó reducida al folklore, lo mismo pasaría con muchos de los ritmos negros de la costa venezolana. Las fabulosas orquestas cubanas condenaron a una virtual muerte prematura a esos ritmos. La presencia de la sonoridad cubana, por lo tanto ya era inevitable.”

Este arranque de sinceridad de un venezolano que escribió el primer libro de la salsa latina (newyorkina), reconoce que todo parte de Cuba ¿Dónde si no?

Valdría la pena que estos escritos se divulgaran en nuestras escuelas de música. No creen ustedes que, todo músico cubano (al menos algunos de ellos) para graduarse debieran antes conocer y dominar los formatos (cubanos), hechos en Cuba (septetos, conjuntos de sones, charangas de danzones, mambos y chachachá).

También pudiéramos habilitar para la música cubana, alguna de esas muchas escuelas de música que poseemos –que son  bastante- . Sería ideal que se dedicaran estrictamente para instrumentistas de música cubana. Hagamos una encuesta entre músicos y entendidos para que vean su respuesta al respecto. Baste escucharlos en las entrevistas que les hacen en el programa 23 y M y muchos otros.

¿Los estudiantes salidos de nuestras escuelas de música conocen la historia y aportes de Ernesto Lecuona, Dámaso Pérez Prado, Faílde, Romeu,  Cachao, Bebo Valdés, Jorrín, Lay y Egues? ¿Esos alumnos han escuchado el arsenal gigantesco y millonario de las canciones y ritmos cubanos? ¿Conocen el libro Historia de famosas canciones cubanas, con una historia de la canción en Cuba y el mundo y con la historia de las antológicas canciones hechas desde Cuba para el mundo?

José Luis Cortés (El Tosco)

¿Los más calificados músicos cubanos han impartido cursos en las escuelas de música en Cuba?: Chucho Valdés, José Luis Cortés, Juan Formell, Adalberto Álvarez, Elpidio Chapottín, Orlando Valle “Maraca”, Juan de Marcos González y Rolando Luna para que hablen de sus experiencias en la orquesta de Afro Cuban All Stars y Buena Vista Social Club?

Cuando reflexionemos sobre los conceptos de la música cubana, seguramente que, a la vuelta de pocos años, tendremos nuevos titanes de la música popular cubana.

De momento el Instituto Cubano de la Música bien pudiera iniciar un  experimento muy prometedor: Cada año –más o menos- conformar, propiciar una banda musical solamente por jóvenes egresados llenos de ideas y de nuevos conceptos (nacionales por supuesto). Para que hagan música cubana, a la manera que quieran, pero con  la base de la clave, los tumbos y montunos nacionales.

Si esto se hace, yo les voy a hacer un cuento al paso de los años. Sucede que, muchos de esos músicos egresados integran agrupaciones de músicos en su mayoría de mucha edad. El asunto no es aislarse de la experiencia, sino de hacer algo nuevo con los conceptos nuestros y no los del vecino. Eso es todo  por ahora.

Valdría la pena recibir opiniones de los músicos y oidores de la música cubana, esperamos de ellos nuevas ideas.

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