Creado en: marzo 29, 2021 a las 08:56 am.
Cintio cumple 100 años
Cintio Vitier cumple cien años. Y digo cumple porque, a riesgo de caer en lugares comunes, está en su obra más presente que nunca y nos incita aún a rebuscar debajo de las palabras y más allá del poeta, para encontrarnos con el hombre y su época. Se ha dicho que hay varios Cintios, al menos dos. Se habla de un cambio y al buscarlo encuentro un giro sensible, una profunda raíz emocional y mística, un pálpito evidente, epitelial, surgido de la búsqueda de sentidos, del encontrarse consigo mismo, del aferrarse a la liturgia de los orígenes del género humano, quizás con la finalidad de entender con ello los orígenes de la palabra.
De esa primera reflexión intimista, soliloquio de Vísperas, filtra el lector una génesis oscura, misteriosa en su esencia. Luego, como quien contempla el amanecer desde una ventana, surge la luz y una coherencia, un delicado uso de la forma poética se adueñan de todo en el alumbramiento de Testimonios y Nupcias.
Sin embargo, distinto el niño, es el mismo pesebre el que lo acuna. La contemplación de un mundo sorprendente y místico, el paso de los sueños a la realidad cruda, la memoria, cedieron el espacio a una expedición poética por el discurso sencillo y el desapego a las construcciones artificiosas del lenguaje literario. Se trata de un hombre con una gran inquietud por la belleza, por los significados. Un alma inquieta que se va descubriendo en lo que escribe y cuenta con la asistencia de los Origenistas de Bauta para acompañarlo en esa travesía.
Sin dudas la familia de Orígenes tuvo mucho que ver en el desarrollo de la poesía de Cintio. Sobre todo en sus presupuestos desde la estética. Porque la ética, más allá de lo formal, fue una constante en su creación. Los estudios de derecho que nunca llegó a ejercer, su predisposición a comprender el mundo desde la fe y su predilección por la figura de Martí, abonaron esa virtud.
La amistad de Vitier con Lezama Lima, el ambiente intelectual y la cercanía a la belleza en la pluralidad de concepciones de aquel grupo, tuvieron una influencia marcada en su crecimiento y su fidelidad mayor fue a la poesía. Puede decirse que era un enamorado de la palabra y la colocó sobre otras divergencias terrenales. Ejemplo de ello fue su antología Cincuenta años de poesía cubana (1952), donde su vocación integradora y su sentido de la justicia con el talento, lo hicieron incluir a un poeta tan polémico como José Angel Buesa.
Tampoco estuvo exento de incomprensiones. Ellas fueron muchas veces el combustible para escribir. Pero Cintio, otra vez en consecuencia con su fe, perdonó a quienes no entendieron sus posiciones y fue premiado por la vida al dedicar sus últimos días junto a su compañera, la poeta Fina García Marruz, al trabajo acucioso de escudriñar la obra martiana.
Fue Cintio Vitier un ejemplo de intelectual fecundo, que aportó a la Revolución desde sus presupuestos ideológicos, porque entendió el mensaje humanista de la obra. Lo atestigua su aporte como poeta, historiador, crítico literario, divulgador y escritor. Además de su enjundiosa obra poética nos dejó ensayos y novelas. Recibió el reconocimiento de su pueblo con la entrega, en 1988, del Premio Nacional de Literatura.
Cintio Vitier cumple cien años y seguirá cumpliendo, vivo en los lectores que volverán a él en busca del misterio. No el misterio que hay en la poesía sino el misterio que la poesía es en sí misma. Ese misterio que supo descifrar y traducir con sensibilidad magistral y que aún retoza entre las páginas, mientras Cintio nos contempla desde el cielo, a la derecha de Dios o quizás la izquierda, junto a Martí, a Juan Ramón Jiménez y a Lezama Lima.