Creado en: mayo 4, 2021 a las 09:32 am.

Jesús Ortega: «Yo estuve en Palabras a los Intelectuales» (+Podcast)

«Soy uno de los errores de la reunión de Palabras a los Intelectuales. Tenía muy poca edad, 26 años. El salón de la Biblioteca Nacional con unos 150 asientos y allí estaba condensado todo lo que más valía y brillaba de la intelectualidad cubana en sus diferentes especialidades, tanto los que estábamos a favor de la Revolución como los que no». Así rememora Jesús Ortega Irusta su participación en tan importante cita,  momento que definiría la política cultural cubana hasta nuestros días-.

El joven guitarrista y compositor de entonces, se convertiría en uno de los pilares de la escuela cubana de guitarra. Su carrera artística había comenzado en 1956 y poco después formaría un dúo de guitarra con Leo Brouwer. Luego comenzó a trabajar como profesor asistente de Isaac Nicola y en 1959 fue nombrado director de la Banda de Música y director del Departamento de Arte del Ejército Oriental, asesor del Departamento de Conservatorios del Ministerio de Educación y Jefe del Departamento de Conciertos, Orquestas y Bandas.

Vivir «Palabras a los Intelectuales»

Esa reunión se cita como consecuencia de lo que sucedió  alrededor de la presentación del documental de Sabá Cabrera y Orlando Jiménez Leal, Habana PM. El Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) prohibió su exhibición y surgieron muchos problemas.  En esa época estábamos organizando el Consejo de Cultura y yo era funcionario de la dirección de Bellas Artes del municipio de La Habana, que más tarde se convertiría en el Consejo Provincial de Cultura, por eso estuve allí. No abrí la boca en ninguna de las tres reuniones.

En la última el único que habló fue Fidel y en las anteriores intervino Lezama Lima, Alejo Carpentier, René Portocarrero, Amelia Peláez, Juan Marinello y otras grandes figuras. Yo lo que hice fue escuchar y aprender mucho. Fueron tres sábados consecutivos y al final Fidel dio respuesta a todas las interrogantes que había escuchado  y el resultado fue ese discurso al que hoy llamamos Palabras a los Intelectuales.

No sé quién le puso el nombre al discurso, pero pienso que debe haber sido Vicentina Antuña o Edith García Buchaca, que fueron quienes lo publicaron por primera vez. Por instrucción de ambas, yo estaba al cuidado de la «Casa del Banquero y el Arte», que no es otra que la sede actual de la UNEAC en 17 y H del Vedado.

Una casa para los artistas

Por motivos que desconocemos con exactitud, aunque se supone que por estar vinculado a negocios no muy claros, ante el anuncio de una auditoría, el banquero de la entonces llamada «Casa del banquero y el arte», decidió colgarse. Apareció ahorcado frente al vitral contiguo a la escalera que conduce al segundo piso.

Más tarde, se decidió que ese lugar se convirtiera en la casa de los creadores y al poco tiempo se produce el Primer Congreso de los escritores y artistas cubanos, considerado el espacio fundacional de la UNEAC, donde se designa a Nicolás Guillén, como presidente. Originalmente surgen las llamadas secciones de Música, Literatura y Artes Plásticas, mucho después se añadió Artes Escénicas y finalmente Cine, Radio y Televisión. Ese es el inicio de las actuales asociaciones que conforman la organización.

La sección de Música tenía una característica particular. El maestro Juan Blanco, quien además era el jefe de relaciones internacionales de la UNEAC, se ocupaba de los músicos académicos y Marta Valdés de la música popular. Esa estructura perduró hasta que nos percatamos de que no era una división necesaria, pues el que es músico, lo es, sin importar el género.

Una de las cosas que añoro de los primeros años de la organización es que era el lugar al que espontáneamente asistíamos todos para tener personas con quien hablar el mismo idioma, personas con nuestros mismos intereses artísticos y sociales, porque la UNEAC nunca estuvo desvinculada del fenómeno social que fue la Revolución cubana. Siempre tuvimos el concepto de que éramos una parte importante de la sociedad y cubríamos un espectro muy necesario.

Cumplí 26 años a los pocos meses de fundarse la organización, pero no tenía conciencia realmente de la utilidad del arte y la cultura para la sociedad. Eso lo aprendí allí. Nos reuníamos sin previa convocatoria a cualquier hora del día o de la noche y para que los mal pensados no saquen conclusiones, allí no había ron, ni una cafetería como sucede actualmente, no había otra cosa que conversar sobre la cultura. Esa confraternización nos ayudó a unirnos mucho a pesar de las diversas posturas y ramas del arte que representábamos.

Ser mejor artista, mejor ciudadano

Ortega fue integrante de un trío de cámara junto a Enrique Castro, en la flauta y Osvaldo Cañizares, en el violín. En 1961 fue profesor de música de cámara y práctica de conjunto de instrumentos de viento del Conservatorio Municipal de La Habana. Ya en 1968 asume la cátedra de guitarra y es designado director del plantel.

Corría el año 1974 y Jesús pasa a trabajar como profesor de guitarra de la Escuela Nacional de Arte. En 1978 integró el claustro de profesores del Instituto Superior de Arte y desde 1985 dirige su departamento de guitarra. Además del magisterio, integró un dúo de piano y guitarra junto a Karelia Escalante y desde 1995 con María del Henar Navarro.

Constan en su haber como compositor, obras destacadas como «Concertante», para la computadora MW y banda magnética», «Danza del adolescente ingenuo», «Dos poemas de lucha, para barítono», «In Memoriam por Luis Escalante, para orquesta de jazz» y «Picassiana núm. 1 Preludio, Puntos, Recitativo y fuga».

«El músico va ayudar al desarrollo de la UNEAC siendo mejor artista, mejor ciudadano, -comentó- Para ello, la UNEAC  tiene que ayudar en términos generales a fomentar el debate con las reuniones, las comisiones que tenemos y los congresos. Tengo mucha esperanza en el nuevo consejo nacional porque confío en la juventud. En estos momentos tenemos las condiciones para ser un gran trabajo en la UNEAC y espero que ese equipo lo haga».

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