Creado en: abril 14, 2021 a las 07:25 am.

Emilio Comas Pared, un narrador que comparte su alma con la poesía  

Emilio Comas Pared lleva siempre en el bolsillo un papel en blanco y un lápiz para apresar el verso cuando la inspiración roza sus pensamientos, y mantiene su computadora encendida y con capacidad para guardar nuevas obras literarias.

Las vivencias en alta mar de sus coterráneos de Caibarién sirvieron de anzuelo para las historias contempladas en el libro Bajo el cuartel de proa, que,junto con un poemario, se registran como las primeras creaciones del fecundo escritor, uno de los fundadores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de Sancti Spíritus.

Radicado en La Habana, y con 78 años a cuestas, mantiene su pluma activa y repasa para los visitantes de este sitio virtual los epígrafes que resumen su vida artística.

– ¿Cuándo le nació el alma de escritor?

Yo empecé a escribir en el año 1969, por un amigo mío que me enseñó unos cuentos que él había escrito. Me pareció que yo podía escribir textos como esos, pero jamás en la vida había pensado en ser escritor.

– Era profesor. ¿Cómo ocurre el tránsito del magisterio a la creación literaria?

 Yo era profesor y había ganado un Premio Nacional de un taller literario con un cuento. Entonces me mandan para Mayajigua, un pueblo de Yaguajay, que antes era un municipio. Fui de Director Municipal de Educación, y de la secundaria básica de allí, al mismo tiempo.

Junto a quien fue mi esposa armé un taller. No existía la cantidad suficiente de escritores para hacer un taller literario, entonces, se me ocurrió conformar un taller artístico –literario.

Quedó integrado por un fotógrafo profesional, que era teatrista, un médico que era músico, un compositor muy bueno. También contamos con un excelente poeta que era Luis Compte Cruz, un decimista increíble.

Regreso a Caibarién y hago lo mismo. Allí encontré a Antonio Hernández Pérez- ya fallecido- quien era Premio La Rosa Blanca, un poeta excelente que fue nuestro guía intelectual.

Estando en Caibarién me reclutan para ir a la guerra de Angola. Me fui en 1976 y estuve un año allí. Cuando regresé de la nación africana me seleccionan para formar parte del Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba en Sancti Spíritus, que se constituía como provincia, por ese entonces. Me ponen de jefe del Departamento de Ciencia, Cultura y Educación.

Como yo era escritor, me doy cuenta de que en Sancti Spíritus había una serie de personas importantes como Esbértido Rosendi Cancio, Luis Compte Cruz, Julio Llanes, Tomás Álvarez de los Ríos- el primer presidente de la UNEAC que tuvo la provincia- entre otros.

También había un grupo de pintores como El Monje, Benito Ortiz, y un grupo de músicos importantes como Bonachea, los integrantes del Trío Los Príncipes, el Dúo Escambray. En una reunión que hubo aquí en la Habana planteé la posibilidad de hacer una UNEAC pero que no tuviera secciones, que fuera artística y literaria, uniendo a todos los artistas. Nicolás Guillén estuvo de acuerdo y así nació la UNEAC en Sancti Spíritus.    

En ese tiempo a mí me mandan para un curso en la Unión Soviética, de la Escuela Superior del Partido, y permanezco como 4 meses allá. Cuando volví de Moscú me recibieron en la casa con la noticia de que yo era miembro de la UNEAC. Empezamos a trabajar. Se empezaron a hacer las secciones como estaba establecido. Esa es la historia.

– ¿Qué inspiraciones le han hecho encender la computadora para escribir historias?

Escribí el libro de poesía Contar los dedos, inspirado en el mencionado poeta Antonio Hernández Pérez. En Angola nació un texto, que yo suponía era de cuentos, pero Pedro de Oraá- mi editor- dijo que era una novela. Me sorprendió mucho que la haya escrito, sin pretenderlo.

Se llama de Cabinda a Cunene. Tenía que ver con una consigna de ese país: De Cabinda a Cunene, un solo pueblo, una sola nación.

Pero los pescadores y sus vidas en el mar siguen siendo leitmotiv para sus trazos literarios ¿cierto?

Sí. Muy cierto. Por eso hice un trabajo mucho más profundo sobre los pescadores, y ya no solo de Caibarién. La novela se llama La agonía del pez volador. Cuando la tenía escrita por la mitad me di cuenta de que me hacía falta más material”.

“En eso da la coincidencia de que mi amigo, el escritor Zenel Paz, quien era el director de Literatura del Consejo Nacional de Literatura, me pregunta que si quiero embarcarme en un barco pesquero que iba para las costas de Sudáfrica. Y claro, me fui.

“La travesía duró más de 10 días. Luego permanecimos pescando varias jornadas. Estuvimos en Galicia. Allí nos quedamos un mes en Vigo”.

FOTO EMILIO 2 (Pie: Emilio Comas Paret, fundador de la UNEAC de Sancti Spíritus, compartiendo con los lectores en Feria Internacional del Libro de La Habana)

Emilio Comas Paret, fundador de la UNEAC de Sancti Spíritus, compartiendo con los lectores en Feria Internacional del Libro de La Habana

Emilio Comas Paret recorre cronológicamente el estante donde resguarda sus historias escritas. Su recuento se detiene en otro texto protagonizado por su familia.

Mi primera esposa era hija de gallegos. Su padre era un personaje muy interesante que tuvo una vida muy intensa. Tuve la posibilidad de ir a la zona donde él vivía. Él había perdido contactos con su familia producto de un incendio. Le traje fotos de su lugar de nacimiento. Me contó su vida y así sale a la luz el libro publicado en Galicia, en gallego: De la vendimia a la zafra: crónica de un emigrante gallego en Cuba:

El allá se dedicaba a recoger la uva para hacer vino, y aquí tuvo que cortar caña. No he logrado publicar este título en Cuba. Me gustaría.

Los pasajes de Angola también han permanecido en el tintero de quien se desempeñó por varios años como director de la Casa Editorial de la UNEAC, al hombre que le sorprende el alba escribiendo historias, sin una pizca de ficción.

Escribí otro libro sobre la guerra de Angola, ya después que pasaron muchos años. Fue un texto de testimonio, que ha gustado mucho: Desconfiemos de los amaneceres apacibles. Tiene que ver con una película soviética que se llama Los amaneceres aquí siempre son apacibles. Esta obra fue Premio Testimonio UNEAC, en 2011.

Antes que eso escribí un libro de novela que se publicó en México, Guadalajara y se vendió en la Feria de Guadalajara en 2009. La agonía, lleva por título. Tiene tres ediciones: una colombiana, una mexicana y otra cubana. Quizás ese sea el libro más popular de los que llevan mi firma.

-Entonces, ¿Cuántas obras llevan su estilo y firma?

Yo tengo 11 libros publicados. De ellos 3 son poemarios, el resto son cuentos y novelas. Uno, que aprecio mucho, se llama Cuarenta días que estremecieron al mundo, que tiene que ver con la Crisis de octubre, con los 40 días que estuvimos en una trinchera. Creo que es muy interesante.

– ¿Narrador o poeta? ¿Ambas?

Nunca me he considerado poeta. Lo que pasa es que la poesía a veces sale. Tú no la puedes escribir con el lenguaje de la narrativa. Yo escribo la poesía a mano, porque surge espontáneamente, es de inspiración. A veces un poema sale con un primer verso.

Feijó sugería a los poetas que siempre anduvieran con un papel en blanco y un lápiz en el bolsillo, y lo decía por eso, porque tú no sabes cuándo se te va a ocurrir ese verso inspirador que te va a proporcionar el poema.

– ¿Qué obras de su autoría se mantienen inéditas o esperan por el punto final?

El último que publiqué fue un libro de cuentos que publicó Ediciones cubanas. Ahora tengo una novela nueva que se llama A mi manera, que ya está terminada en espera de su publicación. Estoy trabajando en el cuarto poemario. Se llama Te espero en la eternidad.

– ¿Alguna musa especial de ese poemario que está por ver la luz?

Ya tengo 78 años y estoy un poco revisando mi vida. La novela también es un poco autobiográfica. Yo uso la historia, pero la ficción no. Tiene muchas cosas vinculadas con mi vida. He tenido una vida muy intensa.

He viajado a muchos lugares del mundo, mi papá era un pescador analfabeto y mi mamá tenía segundo grado. Como ves tuve una infancia fatal con la Literatura. Con la Revolución entré en esta vorágine simpática y curiosa. A ella le agradezco todo.

En el poemario sucede lo mismo. Estoy haciendo una especie de resumen y está dedicado al último amor de mi vida: Alba Rosa Sánchez, mi esposa actual.

***

Emilio Comas Paret, testigo de aquellos días fundacionales de la UNEAC en predios espirituanos, asegura que, mientras mantenga sus plenas facultades para crear, caminará por la vida con el papel en blanco y el lápiz en el bolsillo. Así no podrá escapar el verso que le surja de su intelecto para regalar a quienes se han hecho adictos a sus creaciones.   

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