Creado en: noviembre 25, 2021 a las 10:15 am.

Fidel Castro: El inconforme

El libro «Lo primero que hay que salvar» testimonia la naturaleza inconforme del líder histórico de la Revolución cubana y su relación discursiva con el arte y la intelectualidad. / Foto: Obras de Oswaldo Guayasamín

Inconformidad es una palabra de seis sílabas y 13 letras. Su significado se relaciona con la rebeldía, el cuestionamiento y la transformación. La persona inconforme se niega a permanecer estática y mucho menos asume el rol de espectador. El cubano, ocurrente para todo, lo definió con aquello de «come candela», más que un gusto por el peligro, es la vocación de soñar y construir otras realidades.


No sería extraño afirmar que Fidel Castro Ruz, con sus 90 años de existencia física, «comió mucha candela» y prendió la llama del humanismo en el pueblo cubano. El fuego de la revolución triunfante el 1ro de enero de 1959 señaló la ubicación de esta Isla del Caribe y se propuso quemar la desigualdad con la luz de la justicia social.
La vida de Fidel es, en definitiva, una cronología inconforme, que no culmina el 25 de noviembre de 2016, sino que se multiplica en generaciones y generaciones dispuestas a avivar ese fuego que él contribuyó tanto a encender. Como aseguró en la clausura del IV Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba «la condición fundamental del revolucionario es la eterna inconformidad».


Aquella idea, expresada en el Palacio de las Convenciones el 28 de enero de 1988, se conecta con sus icónicas Palabras a los Intelectuales en 1961:


«Nadie ha puesto en duda que todos los hombres o todos los escritores o todos los artistas tengan que ser revolucionarios, como nadie puede suponer que todos los hombres o todos los revolucionarios tengan que ser artistas, ni tampoco que todo hombre honesto, tenga que ser revolucionario. Revolucionario es también una actitud ante la vida, revolucionario es también una actitud ante la realidad existente. Y hay hombres que se resignan a esa realidad, hay hombres que se adaptan a esa realidad; y hay hombres que no se pueden resignar ni adaptar a esa realidad y tratan de cambiarla: por eso son revolucionarios».


El libro Lo primero que hay que salvar, compilado por el presidente de la UNEAC Luis Morlote Rivas y el Doctor en Ciencias Históricas Elier Ramírez Cañedo testimonia esa naturaleza inconforme del líder de la Revolución cubana y su relación discursiva con el arte y la intelectualidad.


En Fidel convergen preocupaciones en torno a la libertad artística, la enseñanza, la expansión del arte a todos los rincones del país y fundamentalmente el no excluir ningún sector, grupo o manifestación artística. Como Primer Ministro del Gobierno Revolucionario impulsó el más grande de los haceres culturales, la campaña de alfabetización, la fundación del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica, de la Casa de las Américas, el Ballet Nacional de Cuba, el Conjunto Folklórico Nacional, la Escuela Superior de Arte y el movimiento de instructores de arte, que contribuyó a captar talentos en los lugares más inhóspitos del país.


Para Fidel la cultura definía el nivel de vida del pueblo, no constituía un privilegio de determinados sectores, sino un derecho de la ciudadanía a acceder y transformar la percepción del arte.


«Nivel de vida no es solamente toneladas de cosas materiales, hacen falta muchas toneladas de cosas espirituales. Nivel de vida es educación, nivel de vida es seguridad (…) Hay montones de servicios que son nivel de vida: un buen programa de televisión, una buena película, pero, sobre todo, las actividades artísticas y culturales se pueden convertir en una de las más altas expresiones del nivel de vida», explicó en el IV Congreso de la UNEAC.


En su mirada la cultura no se limita a una forma de elitismo, sino que abarca su condición popular, la relación con la identidad cubana, la economía, el patrimonio arquitectónico del país, los avances tecnológicos y los medios de comunicación. En el VI Congreso de la UNEAC, de 1998, llama la atención su análisis en torno al problema racial en Cuba, una temática que aun hoy preocupa y se discute en el Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, en espacios de activismo, organizaciones de masas, centros investigativos y entornos comunitarios.


«En la discriminación hay un aspecto social y cultural (…) Nuestra falsa ilusión fue la creencia de que la simple Revolución que lo cambiara todo, que cambiara el sistema de propiedad y lo socializara todo, y creara una ley de beneficio para todos, iba a poner fin a la discriminación. Y observo con tristeza cómo se prolonga este fenómeno, aun en medio de una Revolución tan radical como la nuestra (…) Nosotros que somos, como ustedes dicen, multiétnicos, multirraciales y multiculturales, incluso, en muchas cosas, tenemos que resolver este problema».


El ciberespacio también formó parte de las reflexiones del autor de La historia me absolverá. La globalización neoliberal y de la cultura, las trasnacionales y su dominio del consumo mundial, a la par lo hacían pensar en la manera de preservar las culturas originarias, producir contenidos que representaran la riqueza y diversidad de los pueblos de América Latina. Así lo refleja en la clausura del VI Congreso de la UNEAC, en 1998:


«El arma de la información es en esta etapa el equivalente a lo que fue el arma nuclear en otro momento, es decir, información-cultura-arma nuclear para el dominio del planeta (…) La información es la nueva moneda del imperio internacional».


Por otro lado, las sociedades modernas y sus rutinas en función de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, la percepción electrónica del mundo se imbricaba con la preocupación de Fidel sobre el destino del planeta Tierra. En medio de la sobreabundancia de publicidad e imágenes invita también a las meditaciones profundas. El cambio climático constituye para el líder cubano una gran irresponsabilidad del hombre, un desequilibrio al que debe prestarse atención para preservar la vida humana.
«Hace dos días, en un artículo de prensa extranjera, se habló de 30 inventos geniales que transformaron el mundo: disco compacto, GPS y DVD, teléfono celular, fax, internet, microonda, Facebook, cámara digital, correo electrónico, etcétera (…) La cantidad de dólares que implica —y en parte implicó ya— la venta de cada uno de estos productos acumula en manos de las trasnacionales tantos ceros, que es ininteligible. Peor todavía: cada uno de ellos será sustituido por otro invento más efectivo y ya no puede garantizarse el secreto de lo que una pareja habla en el banco de un parque», argumentaba en un mensaje escrito especialmente para el VII Congreso de la UNEAC, el 1ro de abril de 2008.


De esta manera la inconformidad atraviesa la figura de Fidel Castro y cada una de las páginas de este libro que narra una parte del devenir cubano. Su aspiración nunca fue limitar el proceso revolucionario a una persona, una fórmula, una frase, sino saberla inacabada, en continuo movimiento, donde las generaciones futuras digan la última palabra. Siempre con el mismo fuego.

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