Creado en: julio 25, 2021 a las 07:21 am.

Intertextos y borradores de Versos libres en los Apuntes en hojas sueltas de Martí

Uno de los aspectos que más han llamado nuestra atención en los Apuntes en hojas sueltas es, sin lugar a dudas, la múltiple presencia de ideas, intertextos, borradores y fragmentos de sus libros de poemas, incluso, de algunas de sus otras obras. Dichos materiales “aquí reunidos pueden ayudar también a determinar con mayor nitidez la estética de la obra autorizada.” [1] Pues Martí no los destruyó, aunque no los diera a la luz. Ambas cosas, la prohibición de la publicación, como el hecho de conservarlos, hay que considerarlos como parte de una última voluntad.[2] Ya que, y recordando una vez más a Carpentier, hay pocas lecturas tan interesantes como la de este tipo de documentos, que nos revelan el mecanismo de elaboración de una gran obra. Imbuido en sus cavilaciones y reflexiones, y en filones muy propicios de su poética, con la profunda intuición que le caracteriza, Martí no deja de referirse a la importancia de los intertextos en el proceso de creación:

No se empezará a andar firme sobre la vida hasta que unas cuantas almas sinceras cuenten la historia íntegra de sus sentimientos, apetitos e intereses: de sus instantes de víbora o de héroe: de sus impulsos bestiales o angelicales. Ni puede ser inútil al arte de hacer versos, que ayudan tanto a la felicidad, la historia fiel de una poesía y sus antecedentes y rellenos. A veces, una poesía es la esencia de toda una vida, destilada, en un momento de emoción, sobre el lenguaje que la recibe, como una hoja de lluvia; pero el desinterés de la expansión, que da una línea por pulir, o no acude a tiempo la palabra rimable, u ocurren macizos y despóticos, los dos últimos versos de una cuarteta: y luego, sin el poder de símbolo de la hora poética, en que la imagen se precipita y ofrece, hay que disimular los huecos primitivos, o calzar los dos versos finales, o sustituir un consonante impropio. Esta obra no es casi nunca feliz ni el disimulo puede engañar a un ojo experto; ni el poeta está obligado a más que a vencer la dificultad con el mayor arte posible, puesto que un hijo de la naturaleza no puede superar la naturaleza misma, que no cría árbol sin manchas, ni río sin recodo árido, ni hombre sin entrañas y menudencias, ni cielo sin nubes.[3]

Martí advierte quizá un poco inconscientemente la relevancia del argumento, el asunto, los borradores, las imágenes desechadas en las obras literarias, además de su carácter imperfectible que las iguala a las de la naturaleza. Debido a lo cual, en parte, abunden los intertextos y las ideas afines a sus poemarios en estos Apuntes en hojas sueltas. Tanto es así que incluso pueden encontrarse varias formulaciones que recuerdan la imagen – concepto de su prólogo a Versos libres  [4] o recrean la llegada del verso auténtico y extraño como en aquel:

Perdón por esta culpa mía de ofrecer, una vez más un ramo de flores, un haz de relámpagos. Si mis jardines están hechos de ellos, ¿qué otras flores he de coger que las que hay en mis jardines? Y si nacen a mis ojos, por voluntad extraña a la mía, ¿cómo evitar que los ojos caigan sobre ellas: y si mandan que las pinte, como si fuesen espadas de fuego movidas por capitán invisible, cómo me libraré de su mandato? [5]

“Subir, con una espada desenvainada, a envainarla en el sol.” [6]

La cualidad de intertextos de los dos fragmentos anteriores parece no dejar lugar a dudas. Incluso el citado primeramente guarda la forma de líneas concebidas para un amago de introducción. Más cercanas al momento de concepción de las imágenes del prólogo, que irrumpen y fluyen en los diversos empeños escriturales que le venían a la mente, están los siguientes fragmentos referidos quizá a otros escritores:

No lleva en sí, como debía llevar, la respuesta a esta pregunta, porque la da la Naturaleza, y el poeta es hombre en quien la Naturaleza se acendra y acumula […] Clavada en el cielo debe quedar la espada del poeta, con el puño luciendo solo fuera de la nube, cdo. semejante pregunta le salga del alma.[7]

Lo que veo: un hombre que sube a una montaña con la espada desenvainada: una figura vestida de estrato, otra que me quema la frente con un hierro candente, viene, lo blande, lo imprime apretando y como satisfecha de herirme, y se va. Vaga mi mirada sobre el libro, como un viento de huracán sobre la llanura. Cruzan los pensamientos por mi frente, como corceles montados en campo de batalla.[8]

Llegado a este punto es inevitable, creo yo, hacer referencia a la condición de ineditez en que quedaron tanto los poemas aludidos como los apuntes en hojas sueltas comentados, aunque sea muy evidente la excelencia artística de aquellos. En este último caso pienso en la dialéctica analogía –  ironía que se ofrece en la obra poética de Martí, sabiamente advertida por José Olivio Jiménez, pues”Martí no se quedará nunca – ni como norma de su espíritu ni como destino de la poesía – en la seca y lastimera trascripción de las limitaciones  […]” e intentará a través del amor “entrever el sentido trascendente de nuestro común existir […] Hará coincidir la poesía con la vida, contemplando a ésta todavía desde la reflexión y el ángulo consustancial de la ironía. Lo que detectará entonces será lo que aquella, la vida, tiene de endeblez, dolor, tristeza, azar, derrota […] le es posible al poeta desatender los signos más alzados que también la existencia puede sorpresivamente brindar.[9] Llegado a este punto en el análisis del universo intertextual martiano, presente en los Apuntes en hojas sueltas, pensamos que la poesía puede tener una forma, la  prosa o el apunte otra, pero “la búsqueda, aquella en que está en juego el movimiento de toda búsqueda, parece ignorar que no tiene forma, o lo que es todavía peor, se niega a interrogarse sobre la forma que extrae de la tradición.” [10]  Así percibimos y distinguimos la escritura concebida para el libro y la escritura que hace posible acceder a él, traspasarlo, y que llega a conformar la obra. Entonces pensamos como Blanchot en que escribir es la ociosidad de la escritura (en el sentido activo de esa palabra) es el juego insensato, el albur, lo aleatorio, lo imprevisible entre razón y falta de razón. Pues por el libro pasa la escritura, pero el libro no es aquello a lo que ella se destina. Esta aseveración de matiz teórico cobra visos especiales al contemplar la alucinante unicidad y organicidad de la obra martiana que se define como “un verdadero  sistema de vasos comunicantes que se reflejan y remiten recíprocamente”,[11] una intratextualidad donde un  enunciado adquiere su propia vida transformándose una y otra vez en el otro.


[1]  Epílogo editorial en Los poemas póstumos de Paul Celan, Editorial Trotta, Madrid, 2003, p. 339.

[2] Véase la obra citada, p. 338.

[3]  José Martí. Obras Completas, T. 22, Fragmento 251, p. 151.

[4]  El tramo aludido es el siguiente:”Así como cada hombre trae su fisonomía, cada inspiración trae su lenguaje. Amo las sonoridades difíciles, el verso escultórico, vibrante como la porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava. El verso ha de ser como una espada reluciente, que deja a los espectadores la memoria de un guerrero que va camino al cielo, y al envainarla en el sol, se rompe en alas”. José Martí. Obras Completas, Edición Crítica, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, T. 14, p. 81. Antes había dicho: “Mientras no pude encerrar íntegras mis visiones en una forma adecuada a  ella dejé volar mis visiones: oh, cuánto áureo amigo, que ya nunca ha vuelto!”En los Apuntes en hojas sueltas pueden leerse estas imágenes relacionadas con las anteriores:

“me parece que he visto pasar una ola de oro

                     –

Me parece que he visto pasar (caigo pasmado a un lado del camino) rumbo al cielo, cabalgata de oro.” José Martí. Obras Completas, T. 22, Fragmento 35, p. 28.

[5]  José Martí. Obras Completas, T. 22, “Otros Fragmentos”, Fragmento 14, p. 317. El énfasis es mío: C.A.

[6]  José Martí. Ídem, Fragmento 23, p. 323.

[7] José Martí. Ídem, p. 275.

[8]  Ver nota 18 del capítulo anterior.

 [9] José Olivio Jiménez.”Visión analógica y contrapunto irónico en la poesía de José Martí”, separata de la Revista La Torre, año VI, n. 21, n. 21, Universidad de Puerto Rico, San Juan, p. 24 – 25.

[10]  Maurice Blanchot. “La ausencia del libro. Lo neutro y lo fragmentario” en El diálogo inconcluso. Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1993, p. 27.

[11] Julio Miranda citado por Carlos Espinosa Domínguez en “Julio Miranda, el cubano invisible” en La Gaceta de Cuba, marzo – abril de 2009, La Habana, p. 39.

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